Ha pasado la tolvanera mediática que significó la crisis desatada por la presunta implicación de una parte del cuerpo de la Policía Municipal de Torreón. La Policía Federal decidió relevar a un número significativo de elementos destacamentados en la plaza, de los cuales algunos de ellos habían participado en el conflicto suscitado con las fuerzas policiacas municipales.
Así las cosas y la vuelta a la tranquilidad en la cabeza del alcalde, el tema candente de seguridad ha bajado un poco el tono –quizá el terrible drama es que ahora los laguneros hayamos ya asumido como normal estar en manos de la delincuencia-.
Mientras tanto, el agua sigue fluyendo por el Nazas como no lo hacía desde 1991. Desde la represa de San Fernando hasta la propia Laguna de Mayrán, el río que vuelve a correr refresca el entorno de la zona metropolitana, aunque como es costumbre, en las áreas rurales donde viven los más humildes, llegan las inundaciones causadas por el desvanecimiento que se da por distintos motivos en la parte más baja del recorrido del propio Nazas, afectando ejidos principalmente de los municipios de Francisco I. Madero y San Pedro de las Colonias, donde precisamente está el fin del recorrido del afluente.
Con el momentáneo paisaje, surgen voces entusiastas que pueden darse cuenta del potencial que se tendría si de manera ordenada y planificada, se pudiese lograr tener todo el año o una parte del mismo, un volumen de agua aunque fuese sólo en lo que concierne a los linderos de Gómez Palacio y Torreón.
Muchas cosas, la verdad, se podrían lograr con visión. En este semidesierto agreste, apenas el agua toca su tierra y la transformación es encantadora. Cualquier lagunero no puede dejar de apreciar los campos de golf que hay acá, el bosque Venustiano Carranza es otro ejemplo y en general cualquier predio que tenga áreas verdes, amén de la escasez normal que existe por el tipo de clima. Por ello el que se aprovechara todo el territorio que hoy es lo que se conoce como lecho seco –ahora lleno de agua- sería una preciosa oportunidad para la sociedad toda.
Es un hecho sin discusión que cualquier acción que logre llevar la armonía entre medio ambiente y desarrollo social o económico, contribuye a un mayor bienestar de la comunidad, y el soñar que en el vado –como comúnmente también se le conoce- pudiera llevarse a cabo un desarrollo orientado al esparcimiento social, cultural y deportivo, no es algo del todo disparatado.
Monterrey tiene un par de ejemplos que podrían servir de base. El primero de ellos es el complejo que han construido sobre del lecho seco del río Santa Catarina, ahí se observan decenas de canchas recubiertas de pasto artificial, para disciplinas como futbol, beisbol, y futbol rápido principalmente; en el Nazas también las hay, pero muy por debajo de lo que tienen los regios, que incluso tienen espacios públicos para la práctica del golf, con lo que destaca que allá es posible masificar un deporte que por el precio del mismo aquí sólo está reservado para las clases de poder económico alto.
En la Sultana del Norte también construyeron el canal de Santa Lucía, que hoy es bello paseo de alrededor de 4 kilómetros que detona crecimiento en el área de servicios como cafés, restaurantes y bares, que dan trabajo a muchas personas además de embellecer aquella ciudad industrial.
Las precipitaciones en la cuenca alta de la presa han disminuido y parece que se avecina pronto el cierre de las compuertas y nuevamente volverá a secarse el cauce. Quizá vendrán empresarios y ciudadanos valiosos que puedan encabezar el materializar una idea que lo único que traería es beneficio para todos. La voluntad política sería determinante, hay que poner de acuerdo a Municipios, Estados –cosa que no pasa en Monterrey- y a la propia Federación. ¿Habrá en esta zona, personal capaz de hacerlo? Porque de lo contrario no falta mucho tiempo para ver desaparecer la belleza que significa nuestro río corriendo como lo trazó la naturaleza.