México es la sede de una conferencia mundial sobre el SidaA. Ello ha suscitado una catarata informativa y de opinión con respecto a esa enfermedad, cuya percepción por la gente ha venido evolucionando desde que fuera identificada, hace casi tres décadas.
Cuando en 1981 quedó claro que un virus hasta entonces desconocido, el VIH, causaba el colapso del sistema inmunológico, y que la enfermedad se presentaba especialmente en hombres homosexuales, sobraron quienes utilizaron el dato para darle rienda suelta a sus fobias. No faltó quien lo llamara castigo de Dios y merecida retribución por pecados y blasfemias. Pero cuando resultó notorio que el mal se expandía a mujeres contagiadas por sus parejas, niños nonatos, receptores de transfusiones sanguíneas y otros que no habían tenido ningún comportamiento supuestamente aberrante, la perspectiva empezó a cambiar. Sin embargo, el estigma continuó haciendo del Sida una enfermedad que resulta particularmente difícil combatir.
Por ejemplo, en el África Subsahariana, la zona del mundo peor azotada y donde se presentan dos de cada tres casos nuevos, abundan los gobiernos que siguen la política del avestruz: hacen como si el Sida no existiera. Pese a que en algunos países uno de cada cinco adultos está infectado, las campañas de información y prevención brillan por su ausencia. En media docena de naciones del África Austral podemos hablar del colapso de sus sociedades por la pérdida masiva de adultos jóvenes, que además le ponen presión a sistemas de salud de por sí muy perjudicados, y que dejarán a generaciones enteras de niños en la orfandad. Hablamos de que está en peligro la viabilidad de Estados nacionales completos. Pero aún así, los gobernantes suelen considerar impensable poner al Sida al frente de las preocupaciones nacionales.
Pese a esa situación catastrófica en África, en otras partes la situación va mejorando. El crecimiento en el número de nuevos contagios va a la baja en varias zonas del mundo, gracias a las campañas de información y una actitud distinta hacia el tratamiento de temas otrora considerados espinosos. Las nuevas drogas retrovirales se han vuelto cada vez más efectivas y baratas, aunque aún resta avanzar mucho en lo que hacerlas accesibles se refiere. Un enfermo de Sida no podía esperar vivir más de dos años hace apenas dos décadas. Hoy, empleando un coctel de drogas retrovirales, hay personas cuya expectativa de vida se ha alargado notablemente.
El objetivo de las conferencias internacionales es no sólo que los expertos se reúnan y discutan. Sino que el público en general perciba situaciones y hechos que suelen ignorarse. Y que, como en el caso del Sida, su conocimiento puede ser asunto de vida o muerte.