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El Síndrome de Esquilo

Vicente Alfonso

Selección lagunera (Parte I)

El 7 y 8 de marzo se realizará en Torreón el Primer Encuentro de Escritores Coahuilenses. Organizado por el Teatro Isauro Martínez, es un buen pretexto para echarle un ojo a nuestras letras. Aprovecho entonces el trampolín para revisar en los próximos días una lista de poemarios, novelas, ensayos y compilaciones de cuento made in Torreón que no deben faltar en ninguna biblioteca. Comienzo hoy con una novela, un libro de cuentos y un poemario.

Juegos de amor y malquerencia (Joaquín Mortiz/Planeta, 2003) es la segunda novela de Jaime Muñoz Vargas. Esta novela narra un paréntesis en las historias de diez hombres solos que arrastran su vida hasta la Hacienda de Santa Teresa -cerca de San Pedro de las Colonias-, y terminan al servicio de la bonanza algodonera de la segunda década del siglo pasado. Al autor no es necesario presentarlo: Jaime se dedica desde hace tiempo -y con muy buena fortuna- a la literatura, la academia y el periodismo cultural.

Estos hombres, que ahogan sus tardes en sotol y cigarros, que cantan canciones bajo un pinabete, son un equipo de beisbolistas que a la menor oportunidad abalanzan sobre el trago y la comida. Ganadora del premio Jorge Ibargüengoitia 2001, esta novela es desde el comienzo un desafío. Jaime Muñoz nos ubica de un plumazo en el terreno cenagoso entre memoria e invento: todo es relato y ambas disciplinas, historia y literatura, se prestan y se quitan con descaro. Las palabras adquieren un carácter de voces colectivas, casi anónimas, y rescatan las anécdotas como sucede con las historias que llegan hasta nuestros días después de pasar de mano en mano. Por esa razón Juegos de amor y malquerencia se construye con habla coloquial. Las crónicas informales de la época aún llegan a nosotros con voces terregosas que amalgaman Internet y adobes, parabólicas y carbón de mezquite.

Otro librazo nacido aquí es Desasosiegos, volumen de cuentos de Yolanda Natera publicado por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en 1999. Lectora cuidadosa de autores como Paul Auster o Andrea Camilleri, la doctora Natera revela una profunda capacidad de observación para cosechar historias. Es la Patricia Highsmith de estos desiertos. Al pulso de los hechos, Natera añade la precisión al disparar siempre la palabra precisa y la habilidad en el uso de recursos narrativos.

En la obra de Natera no existen cabos sueltos ni coincidencias. Así, la selección de una palabra profundamente comarcana para titular el volumen es ya una declaración de principios, un atisbo del espíritu que habita el libro. El tratamiento de los temas implica también un compromiso de la autora con su entorno: no cae en el recurso fácil del retrato, pero tampoco fuerza a sus personajes a desenvolverse únicamente en ambientes sórdidos. Esboza un contrapunto de situaciones en donde resuena el México de la injusticia junto a las voces internas de personajes solos; nos instala en la bonanza del festejo de un anciano aristocrático y páginas después nos arrastra a un operativo en una colonia proletaria.

Termino esta primera entrega con Los otros males, poemario de Daniel Maldonado (Dirección de Cultura de Torreón, 2002). Mejor no se acerquen a este libro quienes pretenden de la poesía sólo rosas y colibríes: Los otros males es un libro de belleza sórdida y desgarradora. Está formado por dos apartados: Nocturnal, que es un testimonio de las horas inciertas del poeta. Poemas arrancados a la vigilia entre las dos y las tres de la mañana. En el otro segmento, Sobre-escritura y otros males, Maldonado se confiesa un infectado del virus de la poesía. Con un estilo bien definido que se vale del verso libre, transmite cargas emotivas que cimbran al lector, lo apedrean con vocablos de rabia e inconformidad.

Daniel se aleja de los juegos de la poesía como simples artesanías verbales. Lejos de adoptar las convenciones, se atreve a burlarse de ellas y rescata la necesidad de expresión como fuente primigenia de los versos. Para ver el calibre de sus versos basta citar los últimos cuatro versos del poema “Cinco esquirlas de ira”: Serás gusanos festejando tus entrañas / Cuando te caiga el cielo encima y sea de tierra. Te morirás cien veces muerta/ Polvo de burla vapuleada por mi letra.

Comentarios: Vicente_alfonso@yahoo.com.mx

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