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El Síndrome de Esquilo

Vicente Alfonso

Relatos fronterizos

(Tijuanenses, de Federico Campbell)

Como parte de las actividades de hoy en la Feria del libro del Zócalo capitalino, tendré el privilegio de presentar, junto a Federico Campbell, la reedición de Tijuanenses, volumen que contiene una novela corta y una compilación de seis relatos ya clásicos en la obra de este autor: Tijuanenses, Insurgentes Big Sur, Anticipo de Incorporación, De Caminos, El Hombrecito de Marlboro y Los Brothers.

Nacido en Tijuana en 1941, Campbell es autor de novelas como Pretexta o El Cronista Enmascarado, Transpenisnular y La Clave Morse. Ha publicado también los libros de ensayos La Invención del Poder, Máscara Negra y La Memoria de Sciascia; además del diario literario Post Scriptum Triste. En 1995 obtuvo la beca J.S. Guggenheim.

Agrupados bajo título de Tijuanenses, los relatos comparten el común denominador de ser literatura de la frontera. Conste que no me refiero al lugar común que nos hace pensar en pasaportes, muros, aduanas y narcotúneles. Si bien es cierto que Campbell ha reflexionado con lucidez en torno de fenómenos como el uso y abuso del poder, la migración, el crimen organizado y el tráfico de drogas, hablo en este momento de una literatura fronteriza en un sentido mucho más amplio.

En la obra de Campbell frontera es cualquier punto en donde se tocan dos realidades distintas. No es casualidad que su columna periodística se llame “La hora del lobo”. Se nombra así a un momento que se dilata entre la madrugada y el amanecer, momento en que nacen la mayoría de los niños y fallecen casi todos los moribundos. Las fronteras son, a fin de cuentas, siempre un filtro.

Todo Sobre las Focas, novela incluida en el libro que se presenta hoy, es un magnífico ejemplo para abordar esta condición de lo fronterizo. Al definir a estos mamíferos marinos, el autor resalta su condición de seres a medias: “Clavando perdidamente la mirada (en las focas) y en sus juegos, vi que nada tenían que hacer lejos del mar, que ese no era su sitio adecuado sino el de la línea divisoria que empieza y termina en las playas. Seres a medias, metamorfoseados, fronterizos, en medio del camino hacia la vida terrestre…” (p. 125).

Un hombre narra su búsqueda de Beverly, una mujer que a veces es real y a veces es imaginaria, esta búsqueda lo empuja a explorar fronteras físicas como la que divide al agua de la tierra, al aire del suelo y a la luz de la oscuridad. Explora también fronteras políticas y jurídicas, como la que divide a México de los Estados Unidos y hurga además en fronteras psicológicas como la que divide al niño del hombre, a lo real de lo imaginario, a lo legal de lo ilícito, al futuro del pasado.

Hay en Tijuanenses muchos de los temas que más tarde volveremos a ver en la obra de Campbell: deambulan por las páginas el padre telegrafista con quien es difícil relacionarse en una dinámica de ausencias y súbitas apariciones, tema que será tocado con fortuna y maestría en La Clave Morse. Está presente también la relación entre la península de Baja California y la península itálica (que es el andamiaje sobre el que se construye Transpeninsular, otra de sus novelas).

Mucho más que una ciudad, Tijuana aparece en las páginas de Campbell como el escenario ideal para explorar qué sucede cuando conviven realidades distintas. A la frontera política y jurídica que divide a México de los Estados Unidos se suman la frontera física entre la tierra del mar, y la frontera del tiempo: no hay que olvidar que por su disposición dentro de los husos horarios, Tijuana vive en una hora distinta que el resto del país. Comentarios:

vicente_alfonso@yahoo.com.mx

www.elsindromedesquilo.blogspot.com

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