Cultura Cultura columnas editorial

El Síndrome de Esquilo

Vicente Alfonso

Rabia: la intimidad masiva

Rabia, novela publicada por la editorial Alfaguara en este 2008, es la ópera prima de Jaime Mesa protagonizada por Foster, un hombre de 33 años adicto a navegar en Internet y a establecer relaciones conflictivas. Sobre Rabia, Daniel Sada ha dicho: “La realidad virtual que Jaime Mesa construye en esta novela se multiplica en minúsculas y sorpresivas realidades. Rabia es todo un acontecimiento”.

De acuerdo con la solapa del libro, Jaime nació en 1977 y estudió Lingüística y Literatura en la Universidad Autónoma de Puebla, su estado natal. Además ha impartido talleres en la Casa del Escritor y es actualmente coordinador de las ediciones de la Secretaría de Cultura de ese estado.

Rabia puede ser leída, en primera instancia, como una novela sobre el fenómeno de la masa en nuestros días. Nos han dicho hasta el cansancio que con el desarrollo tecnológico hemos mutado de los esquemas tradicionales de comunicación, que contemplan el uno a uno a esquemas que permiten el uno a muchos (periódicos, radio, TV) y de allí a formas que permiten la comunicación de muchos a muchos (Internet); pero la dinámica ha trascendido y ahora se aplica a esferas que en otro momento se consideraron privadas, como el ámbito del amor y del sexo.

Así, la masa ha trascendido la concentración de gente y se traduce ahora en flujos de mensajes (que no mera información) que van de un sitio a otro, o mejor, de un usuario a otro. La intimidad se ha convertido en asunto de las masas.

Creo que se equivocan quienes leen Rabia únicamente como testimonio de los nuevos fenómenos de la comunicación, pues es fácil darse cuenta de que esta novela aborda un tema esencial: la imposibilidad de conocer al otro con certeza. Somos lo que en un momento determinado creemos ser y lo que los demás creen de nosotros. Ante cada persona tenemos un perfil distinto y se va formando una telaraña de expectativas y referencias con esas aportaciones colectivas. Podemos atisbar en la vida del vecino, pero al final nuestra concepción de ellos se basa en inferencias y suposiciones conectadas y en muy pocos datos duros. Y eso lleva siglos ocurriendo.

Cuando al inicio de la novela vemos a Don y a su hijo en un juego de beisbol, tendemos a crear una bonita estampa familiar. Padre e hijo a la espera del gran juego. Más tarde, el autor nos hace caer en la cuenta de que las relaciones de todos los días no son ni más ni menos engañosas que las surgidas por el contacto en Internet. De esta forma los personajes van enriqueciéndose, ganando cuerpo.

Don es un hombre depresivo, lleno de conflictos, que tiene una doble vida, pero sólo lo vemos cuando hemos traspasado la barrera de las apariencias.

Un poco a la manera del zapping, la novela de Jaime Mesa está hábilmente construida como un cúmulo de historias distintas que sólo tienen a Foster como común denominador. No hay entonces un inicio, un desarrollo y un final, sino apenas momentos de mayor o menor tensión en la vida de los personajes. Y es que con Internet ha cambiado el sentido de la tensión, pues ésta no opera como en la TV o en el cine, espacios en los que la transmisión ocurre simultáneamente para todos los receptores. En Rabia, como en la red, la tensión proviene de un equilibrio que amenaza con romperse y que demanda la participación individual del receptor: no ocurre nada, pues todo existe simultáneamente.

De allí que una de las premisas de la red sea también una de las premisas de esta novela. Aunque parezca que no hay reglas, siempre las hay. Tiene que haberlas.

Comentarios:

www.elsindromedesquilo.blogspot.com

Vicente_alfonso@yahoo.com.mx

Leer más de Cultura

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Cultura

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 386783

elsiglo.mx