Mesa que más aplauda
Hace días pasé por Mérida para asistir al IV Encuentro de Ensayistas de Tierra Adentro, organizado por este programa federal que forma parte del Conaculta. Fueron días muy gratos: hubo discusiones acerca de muchos temas.
Estos debates se desarrollaron no sólo en las mesas de trabajo, también en el hotel en donde varios de los asistentes nos hospedamos. De un tipo de mesa a otra continuaban los debates. Entre los tópicos que recuerdo estuvieron no sólo las nuevas tendencias del ensayo literario o las similitudes y diferencias entre ensayo y reseña, también hablamos de Los Simpson (tema que varios ensayistas demostraron profunda erudición), del futuro del país (a la oscura luz de su presente) y de la mejor manera de enfrentarse en un karaoke a la música de Gloria Trevi o de Mijares.
Así, entre los asistentes a las mesas, las participaciones más aplaudidas (y me refiero a ambos tipos de mesa) las de Elisa Corona Aguilar, quien obtuvo este año el Premio Nacional de Ensayo Vasconcelos y además toca la guitarra y canta en el grupo de rock Feliz Azul; José Mariano Leyva (ducho historiador que acaba de publicar el ensayo El Ocaso de los Espíritus: el Espiritismo en México en el Siglo XIX, entre otras referencias), José Israel Carranza (editor y lúcido ensayista que pronto nos sorprenderá con sus próximos libros); Liliana Pedroza, (que anda huyendo para todos lados con Elena Garro) y Eduardo Huchín, autor de un título de Tierra Adentro que se mueve en el mercado negro del sur del país.
Destacó también la conferencia magistral de Mauricio Ortiz titulada El Tubo de Ensayo.
También me he encontrado allí a otros dos colegas y amigos a quienes conocí en la Fundación para las Letras Mexicanas: Julián Etienne, que es ensayista, polemista, editor, y a Paola Velasco, autora de Las Huellas del Gato, título publicado dentro de la colección Tierra Adentro.
A este libro me referiré hoy. Su objetivo, aclara la autora desde las páginas iniciales, es comunicar una doble pasión: los gatos y la literatura. Creo por mi parte que conciliar ambos entusiasmos no es extraño: el felis catus, motivo recurrente dentro de la actividad artística, ha permitido a muchos de los grandes creadores explorar los miedos más profundos de la humanidad. Símbolos de lo desconocido y de lo más cercano, de lo benéfico y de lo maligno, estos seres poseen características que contribuyen a que el hombre se forme conceptos ambiguos y contradictorios respecto a ellos.
¿Es sólo por amor a estos animales que se escribe sobre ellos, o existen otras razones que conjuguen estética, mito e historia para convertirlos en un buen tema para el arte? Paola Velasco explora estas cuestiones en los cinco ensayos que conforman Las Huellas del Gato. Lo hace con un estilo que combina fuerza y elegancia, como el andar felino. No se trata de textos que buscan atender sólo al rigor académico, sino de trabajos comprensibles, compartibles, disfrutables.
En piezas que abordan desde el papel central de los gatos en el antiguo Egipto hasta las reacciones felinas ante el Réquiem de Mozart; desde la práctica medieval de hacer piras usando a estos animales como combustible hasta Mitsou, la mascota que marcó para siempre la obra pictórica de Balthus, la autora comparte con nosotros su interés por esta figura universal y hermética.
“No pretendo que estos ensayos resulten oportunos para todos; sé de gente que se horroriza tan sólo de escuchar la palabra ‘gato’”, afirma Paola Velasco. “Sin embargo, he querido que en ellos prevalezca la amenidad, que amantes y detractores de los gatos puedan disfrutarlos”. Sin duda logra su objetivo: sus palabras consiguen acercarnos a este libro con la poderosa fascinación con que nos detenemos a acariciar el lomo de una mascota en una tarde de lluvia.
Comentarios: Vicente_alfonso@yahoo.com.mx
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