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El Síndrome de Esquilo

Vicente Alfonso

Don Benito, poeta

Hace unas semanas conversaba con mi amigo y maestro Federico Campbell: coincidíamos en que las malas noticias suelen tener mucho más eco que las buenas. Nos enteramos con rapidez de asesinatos, desastres naturales, colapsos económicos, traiciones. No importa si una amenaza terrorista jamás llega a concretarse: si tuvo eco en los medios, logró su propósito. De este modo tendemos a configurar con facilidad un mundo sombrío, rancio, hostil. A veces viene bien una buena noticia. Así pues, como propósito para el año que viene, me he propuesto equilibrar las malas notas con las buenas.

Entre las muchas cosas destacables que hay en nuestra Comarca está el hecho de que mantenemos vivos el respeto y la devoción por las palabras. Ni más ni menos, en aquella conversación mencionábamos que sólo aquí en La Laguna hemos sido capaces de crear un verbo que engloba el proceso de confección de las tortillas de harina. Ese verbo es palotear.

Esa precisión y esa búsqueda del vocablo se aprecian en la poesía de don Benito Aguirre Chávez, poeta que el pasado diez de diciembre cumplió 85 años. Nacido en Parral, Chihuahua, lleva al menos medio siglo habitando en la Comarca Lagunera. Más conocido por su labor como minero y como ganadero, don Benito es además un escritor sumamente prolífico.

Don Benito representa a la horda silenciosa de poetas que jamás han asistido a un taller literario, pero que tampoco lo necesitan. No estoy diciendo que no sea un lector: a lo largo de los treinta años que llevo de conocerlo hemos conversado muchas veces de la poesía de Manuel Acuña, de Pablo Neruda, de la narrativa de García Márquez. Y es también un apasionado de la historia: durante años me hizo rastrear una edición casi fantasma que narra los amores entre Simón Bolívar y Manuela Sáenz, hasta que la hallé.

Pero su literatura se nutre más de historias familiares, de las nostalgias y las expectativas de la vida cotidiana. De esos sucesos que con el tiempo se van convirtiendo en historia. En sus textos se conjugan los hechos del Siglo XX: desde la Revolución, de la que le tocaron no pocas secuelas, hasta la muy reciente ejecución de Sadam Hussein tras la invasión norteamericana a Irak.

Don Benito debe tener más o menos cuatro mil poemas de su autoría, muchísimas letras de canciones, además de un libro de memorias que por momentos cobra la tensión de la novela y por momentos adopta la consistencia del ensayo. He querido mencionarlo hoy porque es ejemplo de una vocación sostenida: según mis cálculos debe tener más de cuarenta años escribiendo. Y todos estos años ha armado sus textos siempre en silencio, sólo por el gusto de hacerlo. Reproduzco en este espacio un poema que viene muy bien para esta temporada de fin de año. Se titula De la vida:

De la vida

Benito Aguirre Chávez

Comienza la mañana de la vida

en medio de febril algarabía

el sol ya se refleja en la alborada

y en la espiga del trigo sazonada

hay perfume de flores

y ya canta la alondra alborotada.

Alegría de vivir

hoy nace un nuevo día

el sol avanza

sin cesar, sin pausa

no se ha de detener

franqueando el horizonte en la distancia.

Yo he seguido su paso

con ávida mirada

hasta allá donde la noche me esperaba

con la fe de vivir

y pidiéndole a Dios otra alborada

Un día más ya viví

aunque admito que fue dura la jornada

hubo amor, tristeza y lágrimas calladas

soberbia, ingratitud y vanidad

que nos hacen el alma desgraciada

por fortuna hay un Dios, ahí está la esperanza dibujada.

Comentarios: vicente_alfonso@yahoo.com.mx

www.elsindromedesquilo.blogspot.com

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