El fin de semana tuvo lugar un encuentro de futbol atípico; al equipo local le fueron invalidados un par de tantos por supuestas faltas del atacante en turno, cometidas en perjuicio del cuadro defensor.
Necaxa recibió al Toluca, cuyo guardameta, Hernán Cristante, había llamado “delincuente” al juez Erim Ramírez apenas en el juego anterior, viviendo en carne propia la severidad del silbante José Alfredo Peñaloza.
Del desarrollo del partido y de los comentarios vertidos por los narradores, el nazareno había agarrado encono contra Hugo Rodallega, delantero necaxista, marcándole faltas nimias o inexistentes. Eso es una afirmación temeraria que, en todo caso, sólo podrían confirmar o refutar los propios interesados y que, para efecto del análisis serio, carece de importancia.
Aquí el tema es discutir si las jugadas de gol sancionadas a los hidrorrayos tuvieron fundamento reglamentario o fueron yerros flagrantes del árbitro.
En mi opinión, auxiliada por las muchas repeticiones obtenidas desde los más variados ángulos -derecho que, por cierto, no tiene el juez-, considero que en ambas jugadas existen los suficientes elementos de juicio para marcar las faltas.
En la primera acción, el rematador Pablo Quatrocci se apoya en la espalda de Paulo da Silva y habida cuenta que saltar encima de un adversario se considera punible, la apreciación es correcta. Puede discutirse si el necaxista ya ganó la posición en el salto, pero esto es imposible si se brinca a la espalda del rival.
En la segunda jugada, más dolorosa por tratarse del gol de la victoria, se aprecia un jalón de Hugo Rodallega sobre el defensor toluqueño que lo saca de toda posibilidad de disputar la pelota. Además, el silbatazo del colegiado se escucha con toda anticipación, por lo que no puede hablarse de “gol anulado”.
Obviamente, el final del encuentro fue un aquelarre donde los jugadores, integrantes del cuerpo técnico y algún directivo querían comerse crudo a Peñaloza. Se puede entender por la famosa “calentura del partido”.
Lo que resulta inadmisible es que, transcurridas 48 horas, se siga hablando impunemente de robos y consignas arbitrales.
Ahora resulta que el presidente del club, Marco Antonio de Alba, amenaza con una airada y novedosa protesta en el próximo juego ante Morelia. Pues sólo que se encueren. Además, recordarle a este señor que la Institución está por encima de las personas y que Aguascalientes es, con todo respeto, mucho más que el Necaxa.
También sería bueno refrescar la memoria de Cristante, ridículamente sancionado con una multa por los miembros de la Comisión Disciplinaria, a ver qué le pareció, ahora que resultó beneficiado con las apreciaciones, el trabajo del árbitro.
La conclusión sería que, el tamaño de la injusticia va en proporción directa a los intereses que toca. Si Peñaloza obró en forma prepotente contra Rodallega, que lo castiguen, pero que haya mesura y frialdad a la hora de analizar responsabilidades.