“Los campeones no se hacen en los gimnasios. Se hacen de algo en su interior: un deseo, un sueño, una visión”.
Muhammad Ali
ACAPULCO.- El Abierto Mexicano de Tenis, el torneo más importante de este deporte en nuestro país, es de alguna manera reflejo de un problema de fondo en México.
La contienda, que tiene como marco la zona diamante de un puerto de Acapulco que se niega a quedarse atrás en las ligas del turismo internacional, atrae a tenistas de todo el mundo.
Si bien los primeros lugares del ranking internacional no acuden hasta ahora al torneo, el nivel de juego es uno de los mejores que puede uno encontrar en el planeta. Hace tres años un virtualmente desconocido español llamado Rafael Nadal, que tenía entonces 19 años, sorprendió a propios y extraños al ganar el torneo y encaminarse a una carrera que lo ha colocado en el lugar número dos del mundo. El protagonista principal del actual Abierto es un poderoso David Nalbaldian, el número ocho del mundo, cuyos saques de casi 190 kilómetros por hora hacen retumbar las canchas y las raquetas de sus rivales.
Alejandro Burillo de Grupo Pegaso ha sido el organizador y promotor incansable de este torneo que dirige Raúl Zurutuza. Para el próximo año, el 2009, el Abierto ha sido designado como un Open 500 por la Asociación de Tenistas Profesionales, lo cual le dará 500 puntos en las clasificaciones internacionales al ganador. Esto consolidará al Abierto Mexicano como el torneo de tenis más importante de Latinoamérica.
La construcción gradual y tesonera de un torneo de este nivel, sin embargo, no hace sino recalcar la pobreza extrema en la que ha caído el tenis mexicano. Los pocos jugadores nacionales que pudieron participar en el Abierto de Acapulco fueron eliminados en la primera vuelta. Sólo Melisa Torres sobrevivió el primer juego, pero nada más para ser derrotada de manera contundente en la segunda vuelta.
No siempre fueron las cosas así. Hubo un tiempo en que el tenis mexicano se encontró entre los mejores del mundo. Rafael Osuna y Antonio Palafox fueron campeones de dobles en el abierto de aficionados de Estados Unidos en Forest Hills en 1962 y ganaron Wimbledon en 1963. Osuna obtuvo el campeonato de Forest Hills en sencillos ese mismo año y junto a Palafox ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1968, cuando el tenis era deporte de exhibición. Osuna falleció en 1969 en el mismo accidente de aviación que mató a Carlos Madrazo.
En los años setenta y principios de los ochenta, Raúl Ramírez, quien llegó a ser el jugador número cuatro en el ranking mundial, ganó 19 torneos de singles, incluyendo Roma y Montecarlo, y 59 de dobles, entre ellos Wimbledon y el Abierto de Francia. Muchos otros jugadores mexicanos participaban entonces con razonable éxito en los torneos internacionales. El equipo mexicano en Copa Davis era respetado y a veces hasta temido.
Algo hemos hecho mal en México en los últimos años que nuestros tenistas han virtualmente desaparecido de los escenarios internacionales. En un momento en que los tenistas españoles y argentinos contienden por los mejores lugares en los torneos de arcilla del mundo, los mexicanos deben contentarse con aparecer y ser derrotados en la primera ronda.
El tenis no es excepción en un triste panorama en el deporte mexicano. Los grandes deportistas que tenemos son producto de un tesón extraordinario individual que vence los obstáculos de un entorno adverso. Ahí está el caso de Ana Gabriela Guevara.
La experiencia en otros países nos revela que la manera de generar deportistas de alto rendimiento es con una cantera amplia de prospectos de calidad. Esto es algo que no hemos logrado hacer de forma organizada ni siquiera en el futbol, que es el deporte más popular en nuestro país. El trabajo debe empezar en las escuelas (y no en los clubes privados como se hace en el tenis) en donde se debe hacer una selección de aquellos chicos y chicas que tienen verdaderas aptitudes para el deporte de alto rendimiento. A ellos se les debe dar adiestramiento y seguimiento.
Hay gente que dice que este sistema es elitista e inaceptable para un país como el nuestro. Pero son los mismos que aplauden los éxitos del deporte cubano que se basa precisamente en estos principios.
El deporte de alto rendimiento tiene ciertos beneficios sutiles, pero importantes. Genera una mayor autoestima y promueve una actitud ganadora. Impulsa a cientos de miles o millones de jóvenes a hacer deporte con el incentivo de alcanzar los máximos niveles de desempeño, y así los aleja de las drogas y las pandillas.
El Abierto Mexicano de Tenis va en camino de convertirse en un torneo de clase mundial. Puede ayudar a Acapulco a recuperar mucho de su prestigio como centro internacional de turismo. Pero si no tomamos medidas para generar tenistas de clase mundial, pronto llegará el momento en el que los únicos mexicanos en el Abierto estarán en las tribunas.
ERECHOS DE PROPIEDAD
Una de las principales razones que explican la pobreza en México es la falta de derechos de propiedad. Esta afirmación tantas veces hecha se ve ratificada hoy por un estudio del Programa Hernando de Soto, presentado en México por Fundación IDEA, el cual señala que nuestro país ocupa el lugar 68 de 115 países en el Índice Internacional sobre Derechos de Propiedad. Los países que tienen un mayor respeto de estos derechos son Finlandia, Noruega y Dinamarca. La falta de derechos de propiedad obstaculiza la inversión y el desarrollo de un país.