“El trabajo duro nunca mató a nadie. Pero… ¿para qué arriesgarse?”
Édgar Bergen
DAVOS, SUIZA.- Una de las razones que explican la pobreza de México es la falta de competitividad. Una economía poco eficiente genera pocos empleos y los que crea son peor pagados que en países más competitivos.
El Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial de Davos coloca a México en el lugar número 52 de 131 naciones evaluadas. Pero no en todo es México poco competitivo. El índice se compone de 12 mediciones, en algunas de las cuales México sale razonablemente evaluado mientras que en otras cae hasta el fondo de la tabla.
En tamaño de mercado interno, un indicador significativo de competitividad en un momento en que la globalización obliga más que nunca a lograr economías de escala, México ocupa el lugar número 13. Esto es simplemente consecuencia de las dimensiones físicas de la economía mexicana, la cual, a pesar de registrar un retroceso lento, pero consistente en el ranking en los últimos años, sigue teniendo el decimotercer lugar del mundo.
Sólo en otro indicador tenemos una medición razonablemente buena. Se trata del rubro de estabilidad macroeconómica, en el que nos encontramos en el lugar número 35.
En el resto de las mediciones, México es un desastre. En refinación de los negocios, estamos en el lugar 54. En salud y educación primaria, en 55. En integración tecnológica, en 60. En eficiencia de los mercados, en 61. En infraestructura, también en 61. En refinación del mercado financiero, en 67. En innovación, en 71. En educación superior y capacitación, en 72. Y en instituciones, en 85.
La peor posición de México en las clasificaciones del Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial, sin embargo, se encuentra en la eficiencia del mercado laboral. En ese tema ocupamos el lugar número 92 de los 131 países evaluados por los especialistas del Foro. Ahí está la mayor debilidad de la economía mexicana y una de las grandes razones de la pobreza que agobia a nuestro país.
El problema no es, por supuesto, de los trabajadores mexicanos. Éstos han demostrado ya que pueden colocarse entre los más competitivos del mundo, pero sólo cuando trabajan en Estados Unidos. Como lo señaló recientemente el gobernador del Banco de México en una presentación en el ITAM, nuestro país tiene uno de los mayores índices de rigidez en el despido y también uno de los mayores índices de rigidez en materia de creación de empleos.
Los políticos “progresistas” han tratado de convencernos durante años que la manera de favorecer los intereses de los trabajadores y del propio país es volver complejo y costosos el despido de los trabajadores. Han tenido un gran éxito en este sentido. En México es mucho más difícil y oneroso despedir a un trabajador que en muchos países del mundo. En el Gobierno Federal o las empresas paraestatales, la destitución de un trabajador se ha hecho virtualmente imposible. La productividad por trabajador, en consecuencia, se ha vuelto bajísima. Los contribuyentes pagamos sueldos de trabajadores del Estado o de paraestatales que realizan sólo una fracción del esfuerzo que deberían hacer a cambio de su ingreso, pero que de cualquier forma tienen garantizado su empleo de por vida.
A esto se le llama “justicia laboral”, aun cuando bien puede considerarse como un simple fraude a la sociedad mexicana.
Una reforma laboral que restablezca incentivos al esfuerzo es absolutamente indispensable para nuestro país. El trabajador mexicano es sumamente productivo en ambientes como el de Estados Unidos donde cuenta con condiciones e instrumentos de trabajo adecuados, donde recibe incentivos para esforzarse y castigos en caso de bajar la guardia. Lo que debemos hacer ahora es traer estos esquemas laborales a México para que también en nuestro país el trabajador mexicano tenga un incentivo para mejorar.
Tener una mayor flexibilidad en el despido es absolutamente indispensable. Un trabajador que piensa que, pase lo que pase, tiene su empleo asegurado, no tendrá razón para esforzarse.
Contar con inventivos para trabajadores que tengan un mejor desempeño es también muy importante. Pero nuestros contratos colectivos prohíben dar incentivos a los trabajadores que más se esfuerzan. Necesitamos cambiar también las reglas que dan a los sindicatos poderes de selección de trabajadores para las empresas y que convierten a estas organizaciones en verdaderos monopolios que impiden la libre contratación. Estas reglas son una de las razones por las que tenemos líderes sindicales ricos y trabajadores pobres en nuestro país.
México nunca escapará a la pobreza si sigue estando en el lugar 52 de la tabla de competitividad del Foro Económico Mundial de Davos. Con las actuales reglas del juego, la única forma que tiene nuestro país de competir es pagar salarios menores.
RECUPERACIÓN
La Bolsa Mexicana de Valores se recuperó ayer de manera espectacular de su desplome del lunes. Ganó 1,607.86 por ciento, o 6.36 por ciento, una vez que la Reserva Federal de los Estados Unidos anunció su enorme recorte de 0.75 por ciento en los fondos federales, los cuales cayeron de 4.25 a 3.5 por ciento. Pero cuidado, que el recorte de los intereses no resuelve el problema de un país que no ahorra y que tiene un Gobierno que lleva siete años con un déficit de presupuesto. Tarde o temprano Estados Unidos tendrá que resolver sus problemas fundamentales. Si no, ningún recorte en las tasas de interés va a ser suficiente.