La nominación de Barack Obama como virtual candidato del Partido Demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, ha desatado una campaña para crear en torno al personaje una aureola como campeón de los derechos civiles y la lucha por la igualdad racial.
Se hacen apuestas respecto al resultado de las elecciones que abarcan todas las alternativas, desde la posibilidad del triunfo de Obama y la entronización del primer negro como presidente de los Estados Unidos, hasta el ominoso presagio de que su carrera a la Casa Blanca se vea atajada por un atentado criminal.
Obama no es ángel ni demonio. Es un liso y llano producto de la cultura política norteamericana al servicio del sistema, que ubicado en la izquierda liberal y sin antecedentes que valgan la pena, explota una imagen a conveniencia de la tendencia que representa con el valor agregado de su condición racial.
Barack Obama nació el 4 de agosto de 1961 en el seno de una familia del medio académico, auspiciada por las grandes fundaciones becarias que sostienen a las principales universidades de los Estados Unidos.
Es hijo de Barack Obama Senior, doctor en economía por la Universidad de Harvard, nacido en Kenia sin raíces familiares ni psicológicas en el pasado esclavista de Norteamérica, y de Ann Durham, doctora en antropología por la Universidad de Hawai. La pareja se avecindó en Honolulu y Obama Junior nació y estudió la escuela primaria en el archipiélago.
En cuanto a su confesión religiosa, Barack Obama fue formado en la Iglesia Congresional o Iglesia Unida de Cristo, de origen calvinista. Juan Calvino fue un reformador protestante del siglo dieciséis cuya secta echó raíces en Inglaterra durante la dictadura de Oliverio Cromwell, al margen de la Iglesia Anglicana unida a la monarquía.
Los calvinistas o puritanos emigraron en calidad de perseguidos a Norteamérica bajo el influjo de un cristianismo radical, ligado a una ética del trabajo productivo que forma parte esencial del capitalismo anglosajón. El carácter del calvinismo está representado en obras literarias llevadas a la pantalla, como La Letra Escarlata y Las Brujas de Salem.
Al casar su madre en segundas nupcias, Obama fue a vivir a Kansas con su abuela materna Madelyn Stanley, bajo cuyo amparo cursó su educación media en Occidental College; de ahí pasó a estudiar ciencias políticas en Columbia y posteriormente cursó la carrera de Leyes en la Universidad de Harvard, en donde se graduó en el año de 1992 a los treinta y un años.
La escasa experiencia profesional del candidato se reduce a su desempeño como abogado en pro de los derechos civiles en Chicago durante cuatro años, que abre un abismo respecto a lo que sería un verdadero luchador de la causa de los negros, como el pacifista Martin Luther King o el radical Malcom X.
Lo más consistente de su currículo es su carrera parlamentaria como representante al Congreso de Illinois y en el Senado de los Estados unidos que data de 1996 a la fecha, pues carece de antecedentes que acrediten experiencia administrativa en el sector público o privado.
El discurso de Obama es tan vigoroso como falto de contenido y su perfil demagógico se revela en las declaraciones simplistas publicadas ayer en El Siglo de Torreón: “Quiero destacar que nuestra economía debe salir adelante en cualquier forma, para que no tengamos que estar dependiendo de los precios del petróleo…”.
La apuesta del Partido Demócrata al elegir como candidato a Barack Obama, pone de manifiesto la miseria de la política contemporánea a nivel mundial y apunta a lograr su objetivo sobre la base de una hazaña mediática y el desgaste del Partido Republicano.
Gane o pierda Obama el sistema político de los Estados Unidos ya ganó, porque renueva y legitima sus timbres democráticos con la sola participación de un negro en las elecciones, en igualdad de circunstancias frente otro polo opuesto de la sociedad norteamericana: John McCain. Político veterano, sajón y cristiano episcopal; héroe de guerra y emblemático ex prisionero del Vietcong.
Correo electrónico: lfsalazarw@prodigy.net.mx