EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El volante

Gilberto Serna

La nota al parecer es contundente. Manuel Espino que fuera presidente de un conocido partido político en este país fue detenido en el Estado de Sonora por conducir su carro en sentido contrario y bajo notorio aliento alcohólico. Es posible que así haya sido o es probable que no. No debe asustarnos que el presidente o ex de la Organización Democrática Cristiana de América se haya bebido algunas copas y bajo su influjo tomado el volante de un coche. No se sabe, suponiendo que el alcohol le hubiera afectado su capacidad de manejo o peor aún su sentido de orientación, ¿hasta dónde pudo perder su ecuanimidad y buen criterio? Es imposible saberlo sin un examen toxicológico. ¿Una cerveza?, si se trató de esa bebida de moderación su ingestión trae como consecuencia un aliento que no demuestra su grado de embrutecimiento, a mayor razón si se sabe que la malta de la cebada es muy chismosa al grado de que es capaz de provocar una idea equivocada sobre el estado de embriaguez del individuo.

Quizá el que hubiera tomado una avenida conduciendo en sentido contrario hubiera puesto en peligro de una colisión a los que transitaban normalmente con resultados reservados. Pero no es eso lo que preocupa. Lo que sí es altamente nocivo es la defensa a ultranza que hacen algunos de sus compañeros aduciendo que hay una clara intención de golpear políticamente a Espino y a su partido. ¿Por qué será que lo primero que suelen esgrimir los defensores de una falta administrativa lo atribuyan a motivos aviesos de sus detractores habituales? Creo que el diputado federal Obdulio Ávila Mayo, opinó con un sano criterio, sin descartar que pueda haber un interés en afectar a su partido, diciendo que Espino está en todo su derecho de divertirse, recomendándole sea prudente. Los demás que externaron sus puntos de vista cayeron en la vieja fórmula de querer tapar el Sol con un dedo. Que si hubo la intención de denostar, que si la difusión de la información se hizo con el deseo de que trascendiera el hecho, puede que sí o puede que no.

Manuel Espino es un hombre que ha participado en la política nacional, su imagen es pública y notoria. No es extraño que su sola mención llame la atención de los ciudadanos. Es su participación en un asunto de tránsito vial lo que lo ha regresado al tinglado publicitario, pues es de interés general lo que le ocurra. En lo que puede coincidirse es que se trata de un asunto estrictamente personal, aunque cabe considerar que el desplazar un vehículo en contra del flujo normal, donde se dice que fue sorprendido por las autoridades viales, si es algo censurable por las consecuencias que pudo producir. Creo fundadamente que el airear un hecho así es sumamente importante para el propio actor, pues sin duda en algo le ayudará a corregir su conducta. El callar es solapar su quehacer cuando lo que se requiere es que aprenda de la desagradable experiencia. La opinión pública adquiere aquí su real importancia.

El que su partido político pueda verse perjudicado es algo que está fuera de la realidad. Los hombres que ahí militan son personas de criterio que podrán darle al hecho la dimensión que en verdad le corresponda. No veo como los pecados de un solo hombre puedan afectar a toda una comunidad, suponiendo que se tratara de alguien a quien le gusta empinar el codo. Hasta ahora no se tenía conocimiento de que pudiera ser un dipsómano. No hay antecedentes de ello. Luego no cabe pensar que el manejo errático de su unidad motorizada fuera producido porque hubo una previa ingestión inmoderada de bebidas espirituosas. Todos sabemos que un beodo es un peligro si se pone a pilotar un automóvil. Es un riesgo que debe evitarse. Para eso desde hace años se propuso poner al volante a un conductor designado cuya abstinencia lo hiciera confiable.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 349936

elsiglo.mx