Según Fraser, el público quedará sorprendido por los efectos especiales de la película. (Archivo)
El actor Brendan Fraser regresa a las salas de EU con su última incursión en el cine de aventuras, Viaje al Centro de la Tierra, un filme rodado a tiempo real en 3D y que pone al día la trama del célebre libro de Julio Verne.
A falta de unas semanas para el estreno de la tercera entrega de la saga de La Momia, Fraser ofrece desde ayer un buen aperitivo a los seguidores del cine de aventuras con la modernización de todo un clásico del género que, según indicó el actor durante una entrevista, marcará un hito en la historia del cine.
“Esta película va a sorprender. A mí me asombró. Hay que tener en cuenta que se trata de la primera vez en la historia del cine que una película de acción se concibe en 3D y se rueda a tiempo real en ese formato”, explicó Fraser, quien también es productor ejecutivo de la cinta.
El conocido actor de Crash o George de la Selva destacó que su experiencia en numerosos títulos de aventuras “en los últimos doce o quince años” le ayudó a encarar “un proyecto desafiante”, para el que tuvo que familiarizarse con las nuevas tecnologías, pero se mostró “encantado” con la que denominó “una experiencia única”.
Fraser se metió en la piel del protagonista de la historia que ideó Verne en 1864 y que, convertido ahora en el geólogo estadounidense Trevor Anderson, se adentra en las entrañas de la Tierra a través de un volcán junto a Sean (Josh Hutcherson), su sobrino adolescente y Hanna (Anita Briem), una guía islandesa.
La cinta, dirigida a toda la familia, supone el debut como director para Eric Brevig, un experto en efectos especiales que se encuentra detrás de títulos tan conocidos como Men in Black, Pearl Harbor o El Día de Mañana, y que define la experiencia como una de las más duras de su carrera.
“No le recomendaría a nadie debutar como director con un título así. Fue un desafío rodar escenas arriesgadas con unas nuevas cámaras 3D que se habían fabricado literalmente una semana antes del rodaje”, aseguró Brevig, para quien lo más complicado fue “filmar y editar al mismo tiempo utilizando nuevas técnicas en 3D.
“Rodábamos, nos tomábamos un descanso y veíamos el trabajo hecho en una gran pantalla, con las gafas 3D puestas, tal como lo vería el público, y nos asegurábamos de que todo estaba como queríamos. Es algo que no se había hecho antes, como filmar en el futuro”, agregó el realizador.
Brevig defendió la vigencia del clásico de Verne, a quien definió como “un visionario”. “Hoy en día la idea de que ahí abajo hay algo que aún no hemos visto es extremadamente válida”, señaló.
“Nosotros pusimos al día la historia, pero, en nuestra aventura, mantuvimos lo mejor de la obra y, además, nos referimos al libro como la guía que utilizan los protagonistas para salir de ahí”, dijo el director, quien también destacó la “química entre los actores” como la clave de que el film funcione y de que sea “divertido”.
Para Fraser, sin embargo, la “auténtica estrella” de la película no es ninguno de los únicos tres actores que aparecen en pantalla, sino el público, “porque tiene que ir al cine”.
“¿Dónde vemos las películas hoy en día? En casa, en pantallas pequeñas, incluso en aviones... Para ver esta película, hay que ir al cine, ponerse las gafas 3D, zambullirse en la película y disfrutar de una experiencia increíble”, señaló el actor.
El benjamín de la producción, Josh Hutcherson, que cuando filmó la película tenía 13 años, reconoció que, pese a “lo divertido que fue el rodaje gracias a Fraser”, la experiencia fue “muy dura desde un punto de vista físico, ya que hay escenas llenas de saltos, caídas, carreras e incluso había que bucear”.
Hutcherson, para quien la película le hizo sentir como si estuviera “en el interior de un video juego”, reconoció también que fue una ventaja contar con la presencia de todo un maestro para él en el género, como es Brendan Fraser, de quien quiere seguir los pasos.
El mismo planeta, otro mundo
Trevor Anderson (Brendan Fraser) es un científico y profesor de geología a quien sus alumnos no escuchan y que vive a la sombra de su hermano Max, desaparecido en una misteriosa expedición, supuestamente hacia el centro de la Tierra. Trevor había olvidado un compromiso con su cuñada y recibe en su desordenada casa a su sobrino Sean (Josh Hutcherson) por unos días.
Al principio, al hijo de Max no le hace ninguna gracia pasar unas vacaciones con su tío, hasta que éste descubre una caja con pertenencias de su hermano y comienza así un proceso de empatía entre ambos. La clave es un viejo ejemplar de la novela de Julio Verne, Viaje al Centro de la Tierra, con anotaciones en lápiz de Max, que coinciden con los estudios de Trevor en si computadora. Por cierto, en momentos en que prende el cierre del laboratorio de su hermano, Trevor decide viajar a Islandia con Sean, con la esperanza de hallar a Max.
Una vez llegados a Islandia, en lugar de encontrar al profesor Sigurbjörn Asgeirsson, conocen a su hija, la hermosa Hannah (Anita Briem), quien ofrece sus servicios de guía por un precio exhorbitante. A Trevor no le importa, él acepta, a pesar de que Hannah no comparte las creencias de Max ni de su padre. A Sean tampoco le importa, pues queda extasiado con la belleza de la joven islandesa -aunque no tan joven como para él-. Lo que sigue para los tres personajes es una aventura espectacular, subrayada por los efectos especiales.
Según la novela de Verne y las anotaciones de Max, al centro de la Tierra se llega por el conducto de un volcán. Trevor, Sean y Hannah se internan en el volcán y llegan -por caída libre, en una de las escenas más emocionantes y cómicas- al mismo centro de la Tierra, donde encuentran rastros de Max, un lago, un mar, luz de día proyectada por el núcleo terrestre, pajaritos luminosos, plantas carnívoras, dinosaurios y monstruos marinos: otro mundo dentro de nuestro mismo planeta.
Eso no es lo peor: ante el creciente calentamiento del ambiente subterráneo, lo más urgente es regresar a la superficie.