Mientras Estados Unidos y la Unión Europea marcan su raya para proteger su industria, y de pasadita sus empleos en el entorno de la recesión global, México se apresta para abrir de par en par sus fronteras.
A contrapelo de la tregua solicitada por las empresas para apuntalar las trincheras, el gobierno está negociando una nueva oleada de Tratados de Libre Comercio, en calca fiel del original de los sexenios salinista y zedillista.
En la lista están lo mismo Corea del Sur que Perú, Colombia y Brasil. En los tres primeros casos se abriría el escenario desde cero, y en los dos últimos se ampliarían los acuerdos pactados originalmente.
En paralelo, bajo la premisa de la letra con sangre entra, es decir, bajar los precios a fuerza de enfrentar una competencia externa inequitativa, la Secretaría de Economía está buscando una fórmula para abatir los aranceles o impuestos de importación de mercancías provenientes de países con los que no se ha negociado algún TLC, a pretexto de compactar 12 mil fracciones.
El común denominador de las medidas es que en ninguna de ellas se ha consultado a la industria, tal vez para evitar malos ratos de los funcionarios, o tal vez por la novatez del secretario, Gerardo Ruiz y de la subsecretaria de Comercio Exterior, Beatriz Leycegui.
Del tamaño del despropósito habla de integración de una Comisión al interior del Senado para analizar el impacto real de los 12 Tratados de Libre Comercio que ha firmado el país con 45 naciones a partir de 1993.
Más allá, en un inusual desplante, el presidente de la Comisión de Comercio y Fomento Industrial de la propia Cámara Alta, Eloy Cantú, advirtió que de firmar México un acuerdo mercantil con Corea del Sur, éste sería rechazado.
“Nos daría mucha pena, dijo letra por letra el legislador, tener que decirle no a un documento firmado por el Presidente de la República”.
¡Pácatelas!
Lo cierto es que la fórmula salinista-zedillista de abrir las fronteras para obligar a las empresas a ser competitivas, ha derivado en ruina para miles de ellas, al punto de desaparecer por lo menos seis ramas productivas completas, entre ellas herramientas y juguetes.
Ningún país, hasta hoy, ha logrado solucionar sus problemas internos de competencia a base de palos. De ser así, el más capitalista de todos, Estados Unidos, tendría TLC’s a decenas.
La pregunta es simple: cómo abrir el tú a tú cuando la energía eléctrica, y ahora también las gasolinas, cuestan más aquí que en Estados Unidos, digo para no hablar del resto de los países, o cuando la competitividad de México se ha derrumbado en los últimos siete años del escalón 42 al 53.
Y lo cierto, además, es que hasta hoy las experiencias han sido inequitativas para el país, tantito por la falta de una política coherente de promoción de exportaciones, como por el escenario de escasez y carestía de créditos, para no hablar de ausencia de políticas públicas orientadas a estimular la actividad exportadora.
De hecho, de los 45 países con que se han firmado acuerdos mercantiles, México sólo ha logrado ser consistente en un superávit de la balanza comercial, es decir, más exportaciones que importaciones, con Estados Unidos. Con Canadá seguimos siendo deficitarios.
Más allá, de vez en vez se da algún campanazo de superávit con el triángulo norte de Centroamérica o con Costa Rica, y eventualmente con Chile y Bolivia.
Lo inaudito del asunto es que en la mayoría de los casos, tras la firma del respectivo TLC, México pasó de superavitario a deficitario, o simplemente agrandó el desequilibrio. Los ejemplos más notables son Japón, Nicaragua, España e Israel.
Aunque entre el año 2000 y el 2007 las ventas de México a las naciones con las que se han firmado TLC’s crecieron en 95 mil 502 millones de dólares, al pasar de 161 mil 200 a 256 mil 723, hete aquí que a su vez las importaciones se elevaron en 50 mil 774 millones, para llegar a 207 mil 66.
El balance favorable con Estados Unidos, pues, se convirtió en desfavorable con la mayoría de los otros países.
¿Dónde quedó el propósito toral de aprovechar las ventajas comparativas de cada país en la producción compartida: incrementar la productividad en la producción de bienes y servicios en el mercado regional, e incrementar el valor agregado regional para generar empleos y elevar el nivel de vida de la población?
Puros cuentos
Por lo pronto, la Espada de Damocles se levanta sobre la industria al grito de ¡Viva el libre comercio!
Balance general
Apuntalado por las garantías que le otorgó Nacional Financiera como parte de su programa de rescates, Cementos Mexicanos lanzó el miércoles pasado una emisión jumbo de Certificados Bursátiles por un global de cinco mil 674 millones de pesos.
Estamos hablando de la colocación más grande de deuda desde la crisis desatada por la devaluación de la moneda que dejó colgadas a decenas de empresas que habían contratado derivados, entre ellas Cemex.
El reto apunta, pues, al escaso apetito de los inversionistas.
La emisión se pactó en dos series cuyo agotamiento llegará hasta el 10 de diciembre próximo.
Revés a MVS
Aunque el juez de la causa admitió su demanda de amparo contra la resolución de la Comisión Federal de Telecomunicaciones que abrió la posibilidad de mutar estaciones de radio de Amplitud Modulada a Frecuencia Modulada, el triunfo de la cadena MVS no fue total.
Se le negó la suspensión provisional. La firma de la familia Vargas, pues, tendrá que esperar al desahogo del proceso para frenar la alternativa.
El reclamo de la empresa apunta a que se le abriría un escenario de competencia, dado que su estructura se integra con dos estaciones de FM.
Gruma la libró
Sin especificarse el monto ni el banco, el Grupo Maseca, comunicó ayer a la Bolsa Mexicana de Valores la obtención de un crédito bancario que le permitirá liquidar anticipadamente el monto de sus fallidas operaciones con derivados.
La fecha fatal para el pago vencía el 25 del mes que corre.
De no haberse cumplido en tiempo y forma, la factura habría ascendido a 276 millones de dólares.
Con el préstamo la compañía mantiene su liquidez de operación.
Fundación Femsa
Quien le entró de lleno a las tareas de responsabilidad social fue el Grupo Femsa (Fomento Económico Mexicano), vía una Fundación que lleva sus siglas.
Su primera tarea fue impulsar la creación del Centro de Agua para América Latina, en cuyo proyecto participan el Banco Interamericano de Desarrollo y el Tecnológico de Monterrey.
La idea es invertir e impulsar proyectos similares bajo esquemas de cooperación con instituciones que comparten idénticos objetivos en el ramo de educación, innovación y ciencia y tecnología aplicadas al desarrollo sustentable.
El lema de la Fundación es más que explícito: “Por el futuro de todos”.
albertobach@yahoo.com.mx
barrancoalberto@prodigy.net.mx