Casi el paraíso
En afán de neutralizar, o al menos atenuar las presiones en exigencia de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en su capítulo agropecuario, el Gobierno mandó realizar un estudio que plantea un escenario de intenso rosa. Casi el paraíso
El panegírico se atreve, incluso, a señalar que la historia de México se divide en dos: antes y después del acuerdo mercantil, o si lo prefiere de la pobreza a la abundancia.
Las referencias felices abruman: el TLCAN reivindicó al consumidor. En México existe lo mismo calidad que variedad, disponibilidad, precio, servicio y condiciones crediticias de Estados Unidos para todos los sectores sujetos a la apertura.
En abundancia, la calidad de inversión que recibe México es idéntica a la que se da en Estados Unidos y Canadá en términos de desarrollo tecnológico, productividad y protección al medio ambiente.
Más allá, nuestro país tiene estabilidad económica y un ciclo de negocios paralelo al de su vecino del norte, con tasas de inflación y de interés convergentes.
Por si fuera poco, los primeros 15 años de vigencia del acuerdo mercantil han coincidido con una disminución importante de la pobreza.
Según ello la pobreza alimentaria se ha reducido en 7.4 puntos porcentuales al pasar de 21.1 a 13.8% de la población total del país.
La pobreza de capacidades, a su vez, se ha reducido en 9.3 puntos, pasado de 30 a 20.7, en tanto la patrimonial se ha acotado en 9.8 puntos porcentuales, pasando de 52.4 a 42.6 por ciento.
Bajo el título de “El TLCAN a 15 años”, el documento señala que gracias a la magia del concierto con Canadá y Estados Unidos las exportaciones como porcentaje del Producto Interno Bruto han crecido 19.1 puntos porcentuales, pasando de 16.8 a 31.9.
Adicionalmente, el comercio total como porcentaje del PIB ha crecido 26.8 puntos porcentuales, saltando de 38.2 a 65.1.
Desde el plano concreto de la relación mercantil con Estados Unidos, se habla de un crecimiento del flujo equivalente a cuatro tantos, pasando de 85.2 millones de dólares en la balanza comercial a 328.8, con la novedad de que en 1984 exportábamos sólo 39.93 millones e importábamos 91.3, y hoy las cifras se han revertido, para llegar a 198.3 y 130.5 millones respectivamente.
Y si le seguimos, el riesgo México, es decir el nivel de tasas de interés que impone el mercado a las emisiones de deuda del país, está en su nivel más bajo. Prácticamente no hay diferencial en los réditos de Estados Unidos y México.
Si en 2003 se le imponían a las emisiones globales de México pactadas a 30 años una tasa de 9.020%, en septiembre de 2007 se alcanzó un nivel de sólo 6.122… para caer en enero del año que corre a 6.055.
La conclusión, pues, es evidente: abrir una renegociación sobre algún o algunos capítulos del acuerdo mercantil sería suicida para el país, en el entendido que sacar una de las piezas del rompecabezas implicaría el reacomodo del resto.
Ahora que México está ubicado como el tercer socio comercial de Estados Unidos, sólo debajo de Canadá y China, pero superando tres veces el flujo de Alemania y cuatro el de Francia.
Desde otro ángulo, el país ha incrementado su flujo de inversión externa directa gracias al TLCAN, acumulándose a partir de 1994 un global de 238 mil 600 millones de dólares.
Y si le seguimos, de acuerdo con el documento la magia del acuerdo mercantil ha propiciado un crecimiento espectacular de las empresas exportadoras del país, cuyos salarios, según ello, son más altos 40% que el promedio del resto de las compañías.
El promedio nacional apunta a que 20% de las plazas totales las crean empresas exportadoras. Sin embargo, en entidades federativas como Chihuahua se alcanza 41; en Coahuila 28; en Tlaxcala 30; en Tamaulipas 27, y en Querétaro y Sonora 25.
Del otro lado de la moneda, sin embargo, en Quintana Roo apenas se llega a 3; en Nayarit a 4; en Michoacán, Hidalgo, Oaxaca y Guerrero a 8, en Colima a 10 y en Veracruz y Jalisco a 12.
Lo que no se dice, naturalmente, es que, engolosinado, el país se olvidó de la diversificación de los mercados, lo que nos coloca en opción de pulmonía al primer estornudo de Estados Unidos, a contrapelo del dislate del secretario de Hacienda, Agustín Carstens, que habla de un simple catarrito.
Lo que no se dice, además, es que China nos desbancó del segundo lugar como socio comercial, y que el auge está en declive.
Ahora que a lo mejor habría que levantarle una estatua al artífice del acuerdo: el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.
Balance general
A la callada, la empresa estadounidense de telefonía Nextel mantiene un litigio contra la Comisión Federal de Telecomunicaciones, a la que acusa de ineficiencia e incumplimiento de sus responsabilidades.
El proceso se ventila en la Secretaría de la Función Pública.
La manzana de la discordia es el silencio de tres años que mantiene la instancia regulatoria tras la presentación de una solicitud por parte de la quejosa para que se le acredite como empresa proveedora de servicios de telefonía local fija o móvil.
Como usted sabe, la firma opera como prestadora de servicios de trunking, lo que le obliga a arrendar los números con que le ofrece servicios a la clientela, al no tener derecho a la interconexión.
El caso es que la Cofetel no tiene ni un sí ni un no sobre el asunto, aparentemente a falta de argumentos.
La sospecha, sin embargo, es que la instancia haya cedido por temor o por alguna otra causa a la presión de la competencia.
Sigue la pesadilla
Pues los problemas judiciales del empresario Alfonso Romo Garza parecen no tener fin.
Hete aquí que el ex presidente del Grupo Savia enfrenta al menos 15 demandas de inconformes con el convenio pactado para liquidar su empresa Pulsar Internacional, dada la raquítica oferta de pago de deudas en la mesa.
Los inconformes están integrados al fideicomiso G2-I de Banamex, que representa la causa de trabajadores de la industria textil.
El caso es que la pretensión es liquidar en calidad de finiquito apenas cinco por ciento del monto de los débitos, cuyos niveles superan en algunos casos los 3 mil millones de pesos. Migajas, pues, a cambio de pasteles.
Romo Garza perdió hace unos días un pleito para anular la asamblea que lo destituyó como presidente del Grupo Savia.
Cortocircuito
En lo que constituye lo que los clásicos llamarían “caprichos del destino”, hete aquí que de pronto resultaron no sólo compañeros de viaje sino de asiento de primera clase en un vuelo de Iberia con proa a Madrid dos enemigos con etiqueta de irreconciliables.
Estamos hablando del ex secretario de Hacienda Francisco Gil Díaz y el ex secretario del Consejo de Administración del Grupo Azucarero Escorpión, Jorge Gastélum.
Como recordará usted, a éste se le involucra en una supuesta defraudación fiscal del emporio azucarero que encabezaba Enrique Molina Sobrino, lo que provocó su huida del país, y su posterior aprehensión en la ciudad alemana de Hamburgo.
En su estancia en prisión el abogado recibió maltratos y vejaciones sin fin por su nulo conocimiento del idioma.
El hecho es que, extraditado al país, el juez de la causa lo declaró inocente. No sólo carecía de vela en el entierro, pues al no tener capacidad de participación en las decisiones de la empresa, ésta no había cometido el supuesto delito.
Ahora que durante las ocho horas de viaje sólo hubo espacio para alguna miradita de reojo. Ninguno fue al baño.
La moraleja del caso es que tras el aterrizaje, luego de un incidente en que brotaron los retobos, los viajeros quedaron como cuates… o al menos así se les vio por los pasillos del aeropuerto de Barajas.
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