Ganó Basf
Pendiente aún la resolución final de la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte sobre el caso, la empresa alemana Basf lleva la delantera en un litigio de 11 años, bajo cargos de degradación ambiental
De hecho, en las vueltas que da la vida, se le adjudicó la propiedad de la manzana de la discordia, es decir, la ex hacienda de Nuestra Señora de la Concepción, conocida como El Hospital, ubicada en el municipio de Cuautla, Morelos.
Como se recordará, la firma germana instaló durante 25 años una fábrica de pigmentos químicos en el lugar, desalojándolo en 1997, en un escenario en que se le acusó de provocar graves daños ambientales con cargo a la población aledaña de 900 habitantes.
Entre los cargos más delicados se habló de dos drenajes clandestinos con proa hacia el río del Espíritu Santo, que transportaba cargas de plomo y sedimentos de pigmentos y agua sin tratar por las fugas en las válvulas de alimentación.
El asunto generó un escándalo con repercusiones internacionales, en cuyo marco la instancia ambiental derivada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte abrió un expediente.
En el largo jaloneo se confinaron decenas de toneladas de residuos considerados como tóxicos hacia un depósito ubicado en Nuevo León, en tanto la Procuraduría Federal del Medio Ambiente (Profepa) le aplicaba una multa a la compañía en el banquillo.
El caso es que 11 años después la empresa ha logrado cambiar la sartén por el mango.
Hete aquí que emplazada a un juicio de carácter civil por el propietario de la hacienda, Roberto Abe Domínguez, quien falleció en el largo litigio, en reclamo de una indemnización de 150 millones de dólares por daños y perjuicios, logró ganar el pleito, con la novedad de que el juez de la causa condenó a la sucesión del demandante a pagar gastos y costas del juicio.
La factura alcanzaba 6.6 millones de dólares.
Al no cubrirse ésta, la hacienda pasó a poder de Basf, por más que hasta hoy no tiene la posesión. El inmueble, por decisión de la empresa alemana, se pondrá al servicio de la comunidad, aparentemente bajo un esquema que permite la educación y capacitación de los habitantes de la comunidad.
Lo inaudito del asunto es que la autoridad judicial determinó que no existía contaminación alguna en el predio. El eje del sorpresivo cambio de señales fue un peritaje realizado por la Comisión Federal para Riesgos Sanitarios, en el que se determinó que sólo tres niños tenían niveles de plomo en la sangre por encima de la media.
La paradoja del caso es que a juicio de otros peritos, éste lo había provocado el uso de utensilios de cocina de barro sin la previa curación, y el que los infantes acostumbraban morder los lápices… por más que de acuerdo a la autoridad éstos no tienen plomo en los pigmentos para revestirlos. Adicionalmente, en otro inaudito, la Comisión Nacional del Agua, vía su gerente regional, Jorge A. Hinojosa Martínez, determinó que el río Espíritu Santo, hacia donde se descargaban los residuos supuestamente tóxicos, “no alteró la calidad del agua subterránea, ni los sedimentos del arroyo”.
A la letra, se señala que los niveles de metales pesados, tales como cromo total, cromo hexavalente, plomo y melibdeno “se encuentran en condiciones inferiores a los límites establecidos por la norma oficial para agua potable”.
Sí, pues, pero no.
Ahora que bajo el mismo marco la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente emitió un oficio en el que da por concluidos los trabajos de restauración ambiental “previstos en el programa que le fue autorizado”.
El documento habla de que se alcanzó el grado de limpieza previsto, “con base en los resultados de laboratorio presentados por la empresa”, en las áreas, subáreas y elementos colaterales de la fábrica.
El caso es que, ya encarrerada, Basf promovió un juicio de nulidad contra la resolución de un procedimiento administrativo promovido por la Procuraduría de Protección al Ambiente, que derivó en una multa contra la firma por un millón 872 mil pesos, en cuya exposición de motivos se hablaba de no contar con una bitácora de residuos peligrosos; de almacenarlos a cielo abierto; de carecer de letreros en el área de almacenamiento, y de contaminar el casco de la ex hacienda.
El castigo, pues, fue anulado, por más que la última palabra la tendrá la autoridad judicial federal, tras los amparos interpuestos.
La última batalla de la firma alemana se librará de cara a la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte.
Vuelta de tortilla.
Balance General
Aunque, en reminiscencia quizá de aquella mítica Foxilandia, para la Comisión Federal de Telecomunicaciones fue un éxito rotundo el ingreso de la posibilidad de portabilidad, lo cierto es que los usuarios que migraron de compañía manteniendo su número, tres días después vivían un calvario.
Los problemas se vivieron en 40 ciudades de 24 entidades federativas. Las firmas en dificultades fueron Cablemás, Marcatel, Maxcom, Megacable, Pegaso y Protel.
Ganó InBev
Finalmente un cañonazo de 52 mil millones de dólares logró doblar la resistencia de la firma estadounidense Anheuser-Busch, quien aceptó fusionarse a la empresa belga-brasileña InBev, tras un ríspido jaloneo de varias semanas.
El escenario coloca de espaldas al callejón al grupo cervecero Modelo, quien tiene como socio minoritario a la firma fusionada, estafeta que en el papel tomaría la fusionante.
Sin embargo, la segunda empresa en su ramo más grande del país señaló de inmediato que las leyes mexicanas le dan derecho de decidir, es decir aceptar la nueva realidad… o comprarle su parte a InBev. Habrá, pues, segunda parte del jaloneo.
Trabuco
Finalmente, el viernes pasado el Grupo ICA de Bernardo Quintana Isaac firmó el contrato para la construcción de la línea 12 del Metro, cuyo monto alcanza 15 mil 290 millones de pesos.
Las tareas las realizará un consorcio integrado además con Carso Infraestructura y Construcción, quien tiene el 30 por ciento del contrato, y Alstom Mexicana, quien detenta un porcentaje similar. Esta última será la integradora de sistemas electromecánicos.
Aletea Aeroméxico
A contrapelo de la crisis global de la industria de aviación, Aeroméxico está reforzando su flota. Ayer cerró un contrato para adquirir 12 aviones del modelo Embraer 190 de la firma brasileña del mismo nombre.
Cada una de las naves se cotiza en 37.5 millones de dólares, y su capacidad es de 99 pasajeros.
El anuncio se dio en Brasil.
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