Ellos sí pueden
Apenas va el primer día de Juegos Paralímpicos en Beijing y ya cayó la primera medalla de oro para México. Sin más, Nely Miranda obtuvo la presea dorada para que se entonara por primera vez el Himno Nacional en tierras orientales.
Pero no sólo eso, la experimentada nadadora Patricia Valle impuso récord mundial en su categoría (S3). Y aunque haya participado en la prueba junto a competidoras de una categoría diferente (S4), Valle mejoró su marca y ya dejó su huella en Beijing; de hecho este logro le supo como a una medalla de oro, que aunque no esté en el medallero ella sabe que en este momento es la mejor del mundo.
Obviamente las comparaciones son injustas, porque nuestros atletas paralímpicos no reciben el mismo apoyo que el de los que participaron hace unos días en Juegos Olímpicos.
Su esfuerzo es triple no sólo por la preparación y el buscar estar entre los mejores para poder llegar a la justa más importante del deporte para atletas con capacidades diferentes, sino además el rechazo generalizado hasta en eventos donde ellos deberían ser el ejemplo de que se puede salir delante de todas las dificultades.
Difícilmente los veremos anunciando algún producto o servicio, a pesar de que sean más triunfadores que un futbolista u otro atleta mediático. Lo peor es que también nos acordamos de ellos en estos momentos, pero durante el resto de los próximos cuatro años no aparecen o se desvanecen, para después todos colgarnos de ellos como si les hubiéramos ayudado en algo.
Pero ante esto, ellos no se ponen dramáticos o hacen aspavientos, sino solamente hacen lo que les corresponde, aprovechar la oportunidad y pelear por una medalla. Piden apoyo porque lo necesitan, debido a que el que existe es poco comparado a otros atletas.
Si vamos a tener una verdadera “revolución” en el deporte mexicano, indudablemente los atletas con capacidades diferentes deben estar como uno de los sectores que debe tener una visible mejoría tanto en su estructura federativa como en su apoyo.
Los atletas que están en Beijing nos demuestran que ellos sí pueden porque tienen un amor enorme por nuestro país. Las adversidades no son porque fue cruel el destino con ellos, sino como una oportunidad para demostrar que se puede alcanzar cualquier meta.
Su ejemplo ya no sólo debe de quedar como un bello recuerdo, sino de servir como muestra a las nuevas generaciones de que el mexicano no es el clásico hombre de sombrero dormido bajo un nopal, al contrario es alguien que pelea por mejorar en todo y que no tiene límites para lograrlo.
