Los agentes de la UCCO fueron los primeros en taparse el rostro para trabajar.
Desde la creación de la UCCO las quejas en contra de agentes se incrementaron, actualmente los federales y soldados han aprovechado el anonimato para abusar de la gente.
Durango. Hoy en día agentes estatales, federales y efectivos del Ejército, específicamente los que combaten al crimen especializado, realizan su trabajo con el rostro cubierto con una capucha; en primera instancia se adoptó esta postura para esconder su identidad y no ser víctima de represalias por parte de integrantes de grupos de la delincuencia organizada, sin embargo, algunos elementos han aprovechado esta “careta” para delinquir y abusar de la ciudadanía sin que puedan ser reconocidos y denunciados por los afectados generando una gran impunidad “permitida” por las autoridades.
Los primero enmascarados. El 14 de junio del 2004 se creó la Unidad Contra el Crimen Organizado (UCCO) en Durango; eran agentes que dotados de un importante arsenal, vehículos y equipo personal, se cubrían el rostro y hacían el “trabajo sucio”, es decir, estaban encargados de “reventar” la viviendas donde se presumía que se estaba cometiendo un delito, provocando un gran temor para algunos y para otros un alivio por su apariencia que imponía ante cualquier delincuente.
Las quejas no se hicieron esperar, la ciudadanía señalaba prepotencia, cateos sin una orden judicial, abuso en contra de inocentes y hasta de los mismos delincuentes, tortura y malos tratos.
Sin embargo, como todos traían el rostro cubierto a nadie se le podía comprobar sus malas acciones, pues no había modo de reconocerlos.
Se aprovechan. Hace algunos meses, cuando las Fuerzas Especiales de la Policía Federal arribaron a esta entidad debido a los constantes embates del crimen organizado, en la Comisión Estatal de Derechos Humanos se llegaron a juntar más de 20 quejas en contra de estos elementos, algunas en La Comarca Lagunera y otras en la capital del Estado.
Los señalamientos se hacían en torno a los allanamientos sin orden de cateo, aprovechándose de las persona, en algunos casos inocentes, para robarlas en su misma propiedad.
Entre las denuncias que se presentaron en contra de los Federales sobresalió la que interpusieron los habitantes del fraccionamiento Real del Mezquital, pues ingresaron a una casa en la madrugada y sin pedir permiso no mostrar una orden de cateo dañaron las puertas y esculcaron toda la vivienda y hasta se robaron dinero en efectivo, pero ninguna autoridad se hizo responsable de sancionar a los encapuchados.
Quejas contra el Ejército Mexicano
Diversos sectores de la sociedad han señalado la falta de tacto de los militares para abordar a las personas supuestamente sospechosas, y con justa razón, pues en la Comisión Nacional de Derechos Humanos sobresalen las quejas en contra del Ejército por prepotencia, robo, detenciones arbitrarias, allanamiento e incluso abuso sexual, entre otras.
Al traer el rostro cubierto con una capucha provoca que la ciudadanía desconfíe de los soldados, pues si bien es cierto, llegaron a ser una de las instituciones más confiables, hoy en día provocan miedo.
Datos.
Contradicción. Anteriormente los que se cubrían el rostro eran los delincuentes, ahora ya no se sabe.
Apócrifos. Se han detectado retenes de delincuentes encapuchados que dicen ser agentes federales.
Desconfianza. Por naturaleza, la ciudadanía no confía en personas que tapan su rostro con una capucha.
Permisivos. La autoridad no hace nada en contra de agentes abusivos que esconden su rostro.