La Soga, (Alfred Hitchcock, 1948).
El interior de un submarino en guerra, una habitación embrujada, un oscuro sótano o un departamento en donde se ha cometido un asesinato son escenarios cinematográficos de posibilidades infinitas para explorar la psique humana y manejar el suspenso y las emociones del espectador. Si bien cineastas como Stanley Kubrick en El Resplandor, Brian de Palma en Doble de Cuerpo o David Lynch en Mulholland Drive demostraron ser expertos en articular secuencias claustrofóbicas en espacios abiertos; las áreas pequeñas encierran, a nivel técnico, retos de los que no cualquier realizador sale avante sin caer en el riesgo de una filmar una representación de carácter teatral.
En 1944 con la película Náufragos, el director inglés Alfred Hitchcock asombró al público al rodar en un bote a la deriva la confrontación de varios sobrevivientes de una embarcación. Sus distintas nacionalidad, cultura y mentalidades eran la pauta argumental pero sin los emplazamientos de cámara correctos y el acertado desplazamiento de los actores la película no hubiera cumplido su cometido. El reconocimiento serían tres nominaciones al Oscar incluida la de Mejor Director.
Luis Buñuel en El Ángel Exterminador (1962) presentó a un grupo de burgueses que, por razones inexplicables quedaban atrapados en la estancia de una mansión dando rienda suelta a vicios, excesos y promiscuidad. En Repulsión (1965), Roman Polanski narró la locura de Carole, una psicópata encerrada en un departamento. Sombras, música e imágenes distorsionadas comunican el infierno interno de la protagonista. En años más recientes, otros autores siguen encontrando terrenos sin explorar en el mar laberíntico de un metro cuadrado.
LA SOGA
(Alfred Hitchcock, 1948)
La acción transcurre en la estancia principal de un departamento en el que dos estudiantes pretenden cometer el crimen perfecto. Asesinan a un compañero y esconden el cadáver en un baúl sobre el cual servirán las viandas de una reunión a la que invitan a los padres del muerto. Basada en la obra teatral de Patrick Hamilton, la intención de Hitchcock era rodarla en un único plano secuencial, eso implicaba que ante cualquier equivocación, por parte de los actores o personal técnico, habría que comenzar nuevamente desde el principio.
El maestro inglés previó los cambios de iluminación que obedecían a la puesta de sol; los desplazamientos de cámara; el desenvolvimiento de los actores marcando el piso para indicarles su campo de acción e incluso, el movimiento “natural” de unas nubes artificiales que se distinguen por la ventana del apartamento. El gran impedimento fue que las cámaras sólo tenían la capacidad de grabar 10 minutos de película lo que obligó a realizar varios cortes que se disimularon en tomas cerradas para cambiar los rollos de la película.
12 HOMBRES SIN PIEDAD
(Sydney Lumet, 1957)
Un jurado, conformado por doce hombres, delibera la inocencia o culpabilidad de un hombre que asesinó a sus padres. Once miembros lo consideran culpable y el único que lo considera inocente trata de convencer a los demás con varios argumentos. La acción, de principio a fin, transcurre en una habitación amueblada con una mesa y 12 sillas. La atmósfera sofocante es sólo un reflejo de la ardiente confrontación entre los doce hombres cuyos gestos, actitudes y argumentos denotan sus diferentes personalidades marcadas por la educación, cultura y religión.
EL SUBMARINO
(Wolfgang Petersen, 1981)
El filme más caro en la historia del cine alemán- unos 40 millones de dólares- transcurre en el interior de un submarino en estado de guerra. La pesadilla bajo el mar de la tripulación inicia desde el planteamiento de sacrificar el espacio vital de un individuo en un área dónde sólo hay lugar para la desesperación.
El ambiente claustrofóbico se va tornando insoportable conforme somos testigos de las condiciones agobiantes en que sobreviven los tripulantes: hasta el baño tiene que servir de almacén por la falta de espacio y los sonidos de los ataques de bombarderos son el único contacto con el exterior.
Petersen trabajó con camarógrafos y actores en un área equivalente a la que ocupa un hombre con los brazos extendidos, sólo así el elenco experimentaría las condiciones reales que se vivieron en el U-219, el submarino real que inspiró primero la novela y después, la película.
EL CUBO
(Vincenzo Natali, 1997)
La ópera prima del cineasta canadiense se convirtió casi de inmediato en película de culto. La premisa es singular: un grupo de individuos se despiertan atrapados en una habitación contenida en una estructura cúbica gigantesca conformada por decenas de cubos interconectados. Los protagonistas ignoran cómo llegaron y la manera de salir: en cada cuarto hay una trampa mortal.
Natali no se limitó a exhibir la agonía y desesperación de los personajes, los acompaña con diseños peculiares en paredes, cambios de iluminación y diferentes tonalidades que transmiten las diferentes emociones que experimenta cada individuo.
1408
(Mikael Hafström, 2007)
Un escritor de temas sobrenaturales (John Cusack) recibe la advertencia de no acercarse a un hotel neoyorkino donde existe un cuarto encantado en el que han muerto 56 personas.
Por supuesto pasa por alto la recomendación y se presenta en la habitación 1408 donde le espera una experiencia aterradora. Conducido por falsas creencias y las fantasías que él mismo escribe, el personaje sufre alucinaciones entre las cuatro paredes. La locura se anuncia con esa cámara persistente que filma a detalle su abismo emocional.
EL SÓTANO
(Roland Joffe, 2006)
El dos veces nominado al Oscar, por La Misión y Los Gritos de Silencio nos encierra en el sótano con Elisha Cuthbert, quien interpreta a una modelo que permanece cautiva en una jaula. En las paredes del cuarto hay fotografías de ella que evidencian que su captor le ha seguido la pista por mucho tiempo. La protagonista inicia una relación con un hombre secuestrado en una habitación contigua pero pronto descubriremos que hay un plan siniestro detrás de lo que les sucede a los personajes. El director británico mandó reconstruir un sótano en unos estudios de Moscú e introdujo varias cámaras para captar a detalle la angustia del encierro de la protagonista.