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Encubren a ‘polleros’

Agencias

Sólo 24 por ciento de los acusados por traficar personas pisa la cárcel.

El tráfico de personas es un delito impune en México.

En un año, sólo 24 por ciento de los involucrados en este ilícito es consignado por autoridades federales.

Datos del Instituto Nacional de Migración (INM) revelan que de 2000 y a 2005, 15 mil 280 personas fueron señaladas por este delito en querellas formuladas por el organismo ante la Procuraduría General de la República.

Sin embargo, en ese periodo la PGR sólo consignó a 3 mil 739.

David Ordaz, especialista en delincuencia y crimen organizado del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), advierte en entrevista que el combate al tráfico de personas es mínimo por la complicidad que existe entre los “polleros” y las autoridades.

“Como en cualquier otro crimen organizado, para que éste funcione, para que éste tenga éxito, necesita del apoyo de los grupos encargados o de los individuos que han aceptado un encargo institucional del Gobierno.

“Es imposible que tú trafiques con personas si no existe alguien que de alguna u otra manera brinde apoyo, seguridad y éxito en lo planeado”.

Según la Procuraduría General de la República, el tráfico de personas representa el 1.6 por ciento de la incidencia delictiva del fuero federal. La Ley General de Población (LGP) sanciona el tráfico de personas con penas de 6 a 12 años de prisión, y multas de 100 a 10 mil días de salario mínimo general vigente en el Distrito Federal.

Juan Quintero, agente del Grupo Beta en Tijuana, Baja California, asegura que no es sencillo detener y procesar a un “pollero”.

Al “pollero”, dice, únicamente se le puede detener si es acusado por los demás migrantes de ser el traficante de personas, situación que sólo ocurre cuando comete algún abuso, como dejarlos abandonados, o si es atrapado en el momento de cometer el ilícito.

“Por lo regular, a mucha insistencia de nosotros nos pueden decir (sobre el ‘pollero’), pero la mayoría de las veces, no”.

Sin embargo, señala que los “polleros” son fáciles de reconocer por su forma de vestir, nerviosismo y edad.

El agente Rodolfo Rivera explica que cada vez es más común encontrar que los guías de los indocumentados son menores de edad, ya que no se les puede imputar delito alguno en el estado de Baja California.

Entre 2005 y 2007, el número de violaciones a La Ley General de Población reportadas por los Grupos Beta de Protección a Migrantes descendió 65.4 por ciento.

Ayuda fronteriza

Cada año, entre 400 mil y 500 mil mexicanos logran cruzar con éxito -y de manera ilegal- la frontera con Estados Unidos.

Según la última encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México, elaborada en 2005, el 44 por ciento de esos migrantes cruzó “con ayuda” esta franja fronteriza.

“Si estamos hablando de que cuando menos el 50 por ciento de esta población utilizó a un ‘pollero’, si el cruce anual está oscilando entre 400 mil personas anuales, estamos hablando de aproximadamente entre 200 mil, 250 mil personas que son cruzadas anualmente a Estados Unidos con el apoyo de los ‘polleros’”, señala José María Ramos, director general de Asuntos Académicos del Colegio de la Frontera Norte.

“Los ‘polleros’ son un actor importante en términos de los beneficios económicos que están recibiendo, y desafortunadamente en un contexto donde hay ciertas situaciones de corrupción, de impunidad de ciertos actores policiacos respecto a los ‘polleros’, pues se forma todo un sistema de recompensas entre los actores”, destaca.

Según Ramos, el aumento de la seguridad implica mayor dificultad para cruzar hacia Estados Unidos y, por tanto, un precio mayor si se hace con ayuda de un “pollero”.

“Un grupo importante que está migrando no es un grupo que viene de áreas rurales, sino que son de zonas urbanas, personas con una mayor escolaridad, porque son las personas que tienen mayores recursos para poder pagar al ‘pollero’”.

Implementan Programa de Repatriación Humana

Medio millón de mexicanos son repatriados por Estados Unidos y cuatro de cada diez entran por la Puerta México de Tijuana, Baja California, reveló la subsecretaria de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, Ana Teresa Aranda Orozco.

Por ello, puso en marcha la fase piloto del Programa de Repatriación Humana, que ofrece garantizar comida, albergue, atención médica y opciones de empleo, además de regresar a sus lugares de origen a los connacionales que sean devueltos por la Patrulla Fronteriza.

Mientras la autoridad Migratoria de Estados Unidos se disponía a deportar a media docena de mexicanos, la funcionaria explicó que el programa se puso en marcha con la coordinación de autoridades estatales y municipales, así como organismos de la sociedad civil que operan los albergues donde se atiende a los deportados y a quienes van en tránsito al vecino país.

‘Mi trabajo es honesto’

Desde hace 12 años, Francisco trabaja como “pollero” en Ciudad Hidalgo, Chiapas.

Asegura que su trabajo es honesto y que las autoridades todavía no entienden que, para algunos, esa profesión es la única forma de ganarse la vida.

“Me buscan porque se les hace un trabajo justo; mucha gente, las autoridades aquí en México no comprenden que este es un trabajo. Nosotros los traemos a la frontera, a donde los agarremos, platicamos con ellos y les damos un precio hasta topar a Piedras Negras, Coahuila, y después otro precio a Houston, o a donde vayan”, indica en entrevista.

Francisco no mueve a cualquier indocumentado, sino a gente “recomendada”, familiares de centroamericanos que llegaron con bien a Estados Unidos, luego de pagar mil 800 dólares por el cruce. Lo buscan, dice, por ser una persona íntegra.

“A mí no me gusta robarle ni un peso a un indocumentado, yo he vivido de ellos durante años, y gracias a ellos mi familia tiene el sustento y el pan de todos los días”, reconoce este mexicano que se hace pasar por centroamericano mientras “trabaja”.

Como casi todos los “polleros”, Francisco no opera solo. Pertenece a una red de traficantes de personas de por lo menos 200 individuos, distribuidos en todo el país, incluyendo autoridades.

Francisco dice sentirse bien cuando los centroamericanos le hablan desde Estados Unidos para decirle que llegaron con bien, y que lo recomendarán a sus familiares.

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