Profesores, estudiantes de secundaria, universitarios e investigadores participan en una manifestación contra la reforma educativa en Italia. (EFE)
Entre otros puntos, la reforma contempla cerrar escuelas con menos de 50 alumnos y desmembrar a casi dos mil 600 instituciones escolares autónomas.
Pese a que su Gobierno posee un aparente consenso popular, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, enfrenta lo que se ha considerado una de las mayores protestas estudiantiles desde las que se realizaron en 1968 y 1977 en Italia.
La mecha la encendió el llamado “decreto Gelmini”, una reforma educativa que abarca desde la educación preescolar y elemental, hasta los posgrados universitarios, y que ha unificado en el mismo bando a estudiantes, maestros, padres de familia y trabajadores del sector.
“Desde hace decenios que no se realiza una reforma del sistema escolar; es una debacle de la clase política italiana”, indicó Massiamo Cacciari, alcalde de Venecia y un conocido intelectual miembro del opositor Partido Democrático.
La reforma Gelmini, que lleva el apellido de la ministra de Educación, de nombre Mariastella, es lo contrario de lo que el país necesita, respondieron contundentes los sindicatos, que convocaron para el próximo 30 de octubre a una huelga general.
Dijeron que la reforma prevé reestablecer el maestro único en la primaria, donde ahora un equipo de tres maestros se ocupa de dos clases, lo que significará el despido de más de 87 mil docentes y 44 mil 500 asistentes y trabajadores administrativos en los próximos tres años.
Para la Confederación General de Trabajadores Italianos (CGIL, el principal sindicato del país), el Gobierno busca desmantelar la educación pública a favor de la privada, a la que serán destinados mayores recursos.
La reforma también prevé la creación de clases diferenciadas para alumnos extranjeros, acusados de ralentizar el proceso de aprendizaje de los italianos debido a que no dominan el idioma.
Esa medida ha sido ya señalada como “racista” y “peligrosa” no solamente por la Oposición, sino incluso por aliados de Berlusconi, como la parlamentaria Alessandra Mussolini, nieta del dictador Benito Mussolini.
Además, la reforma contempla cerrar escuelas con menos de 50 alumnos y desmembrar a casi dos mil 600 instituciones escolares autónomas.
Mientras que el contrato colectivo de maestros y profesores venció hace 10 meses, la propuesta prevé también el despido de 60 mil investigadores si antes del 30 de junio de 2009 no son regularizados en las instituciones para las que trabajan.
De acuerdo con cifras de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), Italia ocupa el penúltimo lugar en Europa en gasto destinado a la educación.
El vicedirector general del Banco de Italia, Ignazio Visco, las escuelas y universidades italianas requieren “medidas importantes” pues ofrecen una instrucción “inadecuada”.
“El nivel medio de educación de la población es aún bajo, en cantidad y en calidad, e inferior al de casi todas las economías avanzadas”, advirtió.
La reforma, que ya fue aprobada por la Cámara de Diputados, será votada en el Senado antes de que finalice este mes, en medio de una oleada de protestas que involucran prácticamente a todas las grandes ciudades del país.