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Ensayo sobre la cultura/EL LUTO

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Ensayo sobre la cultura/EL LUTO

José Luis Herrera Arce

Lo de Morelia, el enfrentamiento de policías en Torreón y todas estas noticias que nos rodean y que se van haciendo costumbre, nos hablan de los tiempos decadentes en que vivimos. A esto le podemos aunar otro tipo de noticias como la de los maestros que se oponen a los exámenes para ocupar plazas, los cobros que hacen los bancos por el uso de sus productos, la quiebra financiera en los Estados Unidos, y podríamos seguir acumulando más sucesos. En el fondo de todo esto está el egocentrismo; o sea, que a las personas únicamente les interesa su beneficio personal, no importando que vaya en contra de lo social. A todos los niveles estamos acorralados y no veo por ningún lado visos de solución. La palabrería no convence a nadie.

Ante estos problemas, las campañas políticas se reducen a banderines con fotografías, como si en lugar de escoger diputados fuéramos a elegir a la flor más bella del ejido. Las caras bonitas o feas no aseguran un buen trabajo legislativo; más bien me habla de más oportunistas tras un presupuesto personal. ¿Qué nos proponen? Eso sería lo interesante saber que nos proponen.

Los problemas del país son bastante complejos; si los problemas del mundo lo son, más en México. Pero la solución no se resuelve con marchas. ¿Ustedes creen que los delincuentes se vayan a intimidar con las marchas? ¿Ustedes creen que los políticos vayan a aceptar que no resuelven el problema porque está fuera de sus posibilidades? Los delincuentes están en lo suyo; han traspasado la barrera de toda ética, de toda moral, de todo humanismo. El materialismo es lo único que importa, imponerse por el miedo, por la agresión constante a una sociedad de la cual son sus enemigos. Son capaces de corromperlo todo y lo han corrompido, todo. Los acontecimientos se han salido de control y ya saben que no tienen enemigo que les pueda vencer.

Pasan los días y en lugar de resolverse los problemas se agravan. Los policías, quienes debieran defendernos, se enfrentan entre ellos y se descubre que están coludidos con el enemigo. Pero no obstante esto, hay un caris de proteccionismo a estos que han puesto en jaque a nuestra ciudad. O sea, que puede esperar el ciudadano.

El futuro se nos escapa. Los valores ya no importan. Los mismos jóvenes van a la escuela no para aprender, sino para pasarla bien, porque de todos modos van a obtener un título aunque no sepan nada. Saben leer entre líneas lo que la sociedad les dice de cómo es el mundo y que es lo que verdaderamente importa. En el mundo de los listos el que tiene más saliva come más pinole y lo único que vale es aquello que sirve para obtener cosas.

Desde hace mucho tiempo les hemos venido enseñando esta imagen del hombre triunfador que se rodea de cosas materiales y a quien nadie detiene para obtener sus objetivos. Desde hace mucho le hemos venido llenando la cabeza con pequeñas frasecitas que reducen al mínimo la receta de la vida. Desde hace mucho hemos suplido los valores culturales, por valores comerciales. Desde hace mucho hemos permitido que los medios de comunicación sean los verdaderos educadores de nuestros hijos, y los educan en el consumismo constante de productos chatarra. Desde hace muchos, ni siquiera nos preocupamos para que nuestros hijos tengan todos sus libros de textos. Desde hace mucho hemos venido destruyendo la herencia de nuestros padres. Y ahora tenemos esto, una sociedad en jaque, una sociedad insegura, una sociedad que no cree en sus políticos, una sociedad que no sabe que hacer.

Los problemas sociales son muchos. El pueblo está de luto porque no hay una solución viable para resolver los problemas. Sabemos que no existe la solución porque en lugar de mejorar hemos empeorado. Ya nadie siente seguridad. Se va perdiendo el sentido de los esfuerzos. El futuro, ¿Quién sabe que nos depara el futuro?

Tantas cosas que hay por hacer y nadie para hacerlas. Tantas cosas que hay por discutir y nadie para discutirlas. Cuando la esperanza se pierde, todo se pierde. No quisiéramos vivir este luto. Debiera de existir la luz en alguna parte, una solución.

Este ha sido un artículo pesimista. Así se han de sentir muchos como yo. Hay veces que el pesimismo nos invade; producto de la desconfianza.

Ojalá y las cosas se dieran de otra manera.

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