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Ensayo sobre la cultura / LA DEMAGOGIA BARATA

José Luis Herrera Arce

¿Qué se necesita para ser político? Yo pensaba que tener ideas; una noción somera de lo que debería de ser el país, fijarle un rumbo e impulsarle para que lograra su cometido. Parece ser que el político olvida eso y se ha convertido en un chambista; en alguien que sabe que llegar a ser es como jugar a la lotería; si no se saca el premiado por lo menos algo sacará de su candidatura, de prestar su imagen para que la ciudad pueda llenarse de pancartas con su efigie, rostros donde hasta la risa se aprecia acartonada, a fuerzas, dura, condescendiente. ¿Habrá alguien que esas risas le parezcan francas? Lo dudo.

Si esto de la democracia, comparando con la historia del mundo, ha poco que hemos podido realizarlo. Doscientos años cuando mucho y véase la sangre y revoluciones que ha costado. Esto de la democracia pretendió contrarrestar la explotación de la que la sociedad era objeto por parte de una casta de personas que pensándose nobles ponían su pie sobre los demás. Esto de la democracia es una larga historia que los griegos y romanos añoraban y que también en aquellos tiempos había forma de corromper para volverse títere de las dictaduras, los emperadores de aquel entonces. Esto de la democracia se impuso apenas en el siglo XIX después de la revolución francesa; antes en Inglaterra fue contrapeso de los reyes absolutos y es la forma en como llegamos a la modernidad.

La democracia supone la libertad, la capacidad de discutir ideas y de llegar a acuerdos entre los bandos contrarios. También, en el transcurso de la historia, se ha demostrado que ninguna de las facciones políticas tiene del todo la razón y que la alternancia es necesaria para que si de un lado se equivocan, del otro surja una nueva proposición más viable para que la sociedad siga avanzando. Sólo en los países absolutistas y en las dictaduras se prohíben los partidos de oposición y la libertad de discutir las ideas; y solo el poder económico es capaz de romper esta representación de los ciudadanos para volverla en su contra.

Hoy, la sociedad esta inundada de problemas; y en lugar de dar soluciones a ellos, parece ser que los políticos se empeñan en complicarlos más. (Lo que ha pasado con las policías es un ejemplo) La solución de este estado de cosas no se arregla con fotografías, ni con frases afectivitas que ya nadie cree , ni con del desperdicio de dinero que se hace en las campañas que lo único que hace es generar algo de economía, ni con regalar sacos de cemento. Lo que se busca es una seguridad para que el ciudadano siga invirtiendo su dinero y su trabajo con la confianza que le será productivo para él y para los suyos; sobre todo para construir una sociedad justa, segura, donde la verdadera alegría vuelva a la comunidad y dejemos de tener este temor de salir a la calle como si estuviéramos actuando en una película de terror nazi.

Combatir la inseguridad pública, o que gran frase de campaña. La pregunta es ¿cómo? Es lo que nadie dice. Promover las fuentes de empleo, ¿El cómo es lo que nadie dice? Y con todos los demás rubros es lo mismo, son las frases de moda que la poca imaginación política y la de sus publirrelacionistas, usan y han convertido en las más superficiales oraciones.

Parece ser que se convence más con fotos de cuerpo entero que con fotos de rostros nada más. El pueblo lo que buscaba son ideas, no niños bonitos.

Podríamos sacarle algún contenido al uso de colores, al rojo y al azul. (No hay más , si mucho algún viso de amarillo y algún verde que ha dejado de tener contenido porque sus cara llegaron demasiado tarde algo así como para no perder la costumbre de accesar a una rebanadita de pastel. El rojo, compartido por dos partidos y el azul tan frío que se ha vuelto podría darnos una pista de lo que nos ofrecen para el futuro, no lo sé. Hasta los colores primarios nos llevan al desencanto. Ni a un lado ni a otro yo, como ciudadano, un ciudadano, soy capaz de ver resolución, inteligencia, propósito de arreglar nuestros problemas y mucho menos la capacidad de convivir en una sociedad donde existen las diferencias. Malo cuando un patán torpe, del color que ustedes quieran, quiere convertirse en el plus ultra y con sus acciones se muestra tan fallido como el que más.

Y entre esto tenemos que elegir porque no hay para más. Si te vas por los partidos chicos lo único que haces es promover más inútiles para que vivan de nuestros impuestos. Ya se sospecha que el negocio de esos partidos chicos es disfrutar de lo que les toca en cada elección y su manutención como partido y con eso se conforman. Si te vas con un partido grande pues es comer otra vez arroz.

Anular mi voto pues no se que tanto afecte. Pero esto también me lleva a la historia, cuando las sociedades se han encontrado en estos estados de decepción. Cualquiera que grite un poquito más o haga algo de ruido contando historias fantásticas sobre el futuro, por más absurdas que estas historias sean, puede pegar y entonces venir la hecatombe. Esto fue lo que sucedió en Italia primero y después en Alemania en la entre guerra y ya ven como nos fue. Jugamos con juego y resulta sumamente peligroso hacerlo.

Dios nos agarre confesados.

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