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Ensayo sobre la cultura/LA OPINIÓN

José Luis Herrera Arce

En relación con uno de los temas que se están discutiendo públicamente en nuestros país por esta semana, que es de lo del petróleo, me ha venido a la cabeza esto de la consulta ciudadana. Somos nosotros quienes hemos de expresarnos democráticamente sobre el asunto. Mi problema sería ¿Con qué información? ¡Brujos! La que nos dan nuestros medios y la que nos dan nuestros políticos de uno y otro bando.

¿Qué tanto sabe usted de la industria petrolera?

¿Qué tanto sabe usted de la historia de México, del tiempo de cárdenas?

¿Qué tanto sabe usted de aquellas empresas petroleras como “ el águila” a las que se les quitó el derecho a explotar nuestras riquezas?

¿Qué tantos libros ha leído sobre el tema, a Martín Moreno, por ejemplo?

¿Qué tanto sabe como se ha manejado esta riqueza nacional a partir de su nacionalización?

¿Qué tanto sabe de porque no se ha invertido lo suficiente en la infraestructura?

¿Qué tanto conoce de quienes se han hecho fortunitas personales dentro del sindicato y dentro de la empresa manejando mal lo que es de todos?

¿Qué otras posibilidades hay para salir del problema?

¿De no ser la iniciativa privada, como le va a hacer el gobierno para sacar adelante a Una industria que está de capa caída?

¿Porqué tiene que costar tanto el petróleo y la gasolina?

¿Por qué el precio del petróleo depende de la oferta y la demanda y el precio de los productos básicos no?

¿Qué el petróleo no sería un producto básico ya que afecta directamente a todo lo que se tiene que transportar?

¿Qué es lo que nos está impidiendo producir nuestra propia gasolina?

Preguntas y más preguntas podrían seguirse enumerando y para muchas de ellas ni siquiera tenemos los datos necesarios para responderlas. Pero como los mexicanos somos muy inteligentes, sabemos de todos, si sabemos de todo según nos dicen en la tele o según la demagogia barata de nuestros políticos.

La izquierda sigue pensando vivir en los tiempos de Cárdenas donde era necesario hacerse todo a1quello que se hizo. Rusia estaba en su apogeo y era obvio que una revolución como la nuestra tuviera ese remate. (Leáse la revolución interrumpida de Gide).

Hoy vivimos casi setenta años después. A pesar de la caída del muro de Berlín y del cambio de aires en Rusia, a pesar de que Cuba, Corea del Norte, y algún sindicato mexicano, casi, casi, (nada más les falta el nombre) se han convertido en coronas hereditarias; se amachan en sus trece y siguen insistiendo en lo mismo as pesar de la quiebra práctica de esa industria.

Del otro lado no cantan mal las rancheras. La iniciativa privada, sobre todo la internacional, es un ogro que devora todo lo que puede y cuando se aleja es como los huracanes, sólo deja desolación. Ahí están las maquiladoras. Vivieron, crearon las fuentes de trabajo, les ofrecieron pagar menos en otros lados y se fueron. ¿Qué dejaron?

El liberalismo económico en eso consiste, en que el pez grande se coma al chico y en que la moral se supedita a las ganancias. (Esto de la inseguridad pública es solo un subproducto muy primario de este liberalismo económico del dejar pasar y dejar hacer. Vamos, es la conclusión obvia, que se lleva a sus últimas consecuencias).

Estamos entre la espada y la pared. Si nuestra industria petrolera permanece como está, desconfiamos de la burocracia que la pueda sacar adelante y estamos seguros de asistir al derrumbe de lo que debió de hacer una gran riqueza nacional. (El petróleo produce jeques multimillonarios pero es incapaz de producir pueblos sin hambre). Si por otro lado, permitimos la intervención de la iniciativa privada, estamos en riesgo a que este México nuestro se vuelva a convertir lo que fue en los tiempos del Porfirismo, no solamente soportar la explotación de nuestras riquezas naturales por el extranjero, más a su beneficio que al nuestro, sino lo que es peor, soportar la propia explotación de nosotros mismos como mano de obra, a merced de un mercado internacional de mano de obra que se abarata, como acaba de suceder con las maquiladoras que se han ido a donde cobraban menos.

Por los dos lados estamos fritos y por los dos lados corremos riesgos. Las reglas nos son claras y para quien no tiene información, menos.

Pero se va a realizar una consulta nacional y esto se me antoja casi tanto como tratar de establecer si la tierra es plana o redonda por medio de encuestas públicas.

Dios nos agarre confesados.

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