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Ensayo sobre la cultura/LOS CÍRCULOS CULTURALES

José Luis Herrera Arce

No voy a hablar de ninguna asociación que se dedique a hacer cultura. El círculo al que me refiero es otro; sinónimo de ciclos. La cultura popular se gobierna con ellos y tanto los impone la actividad económica a la que se dedican los pueblos como la religión o los eventos cívicos. Nuestros calendarios están lleno de fechas y cada año se repiten, son como estaciones que tenemos que ir tocando y que le van dando forma a nuestra vida. Son, en pequeño, lo que quisiéramos que fuera nuestra vida en su totalidad; una andanza que por fin llega a un puerto. En el caso de los ciclos anuales, hay un elemento más que alimenta la esperanza, es el renacimiento, la nueva oportunidad de vivir, una vez más un nuevo círculo en donde podemos resolver cosas aún no resultas.

Nuestros ancestros indígenas contaban los ciclos hasta por 52 años. El número tenía que ver con sus propios descubrimientos cósmicos; entonces se hacía la ceremonia del fuego nuevo que si resultaba quería decir que el siguiente ciclo estaba seguro, que el mundo no se acababa y había que seguir adelante. Hay una imagen que ellos tienen que es el atado de años, los que tenemos que vivir, con una finalidad, digo yo.

Las sociedades agrícolas saben bien de estos ciclos porque de ello depende su subsistencia. La tierra es la que manda y el quehacer social se norma con estos círculos vitales. La fecha en que se tiene que preparar la tierra para sembrarla, o la fecha en que hay que cosechar, suelen ser de grandes fiestas. Es el momento en que los hombres se comunican con la naturaleza y con esa comunicación esperan conseguir lo necesario para su sustento. Son tiempos místicos que la tradición ha mantenido porque, sobre todo, dan sentido a la existencia de los pueblos. Los santos patrones de los pueblos se acoplan a esa actividad, Son los vigías que velan porque el pueblo tenga armonía y logre obtener los frutos requeridos en la vida cotidiana.

Solamente la fe conserva esa tradición que alimenta la esperanza. En tiempos como los que vivimos actualmente, lo único que nos queda es esta esperanza; aferrarnos a estos ciclos, círculos que ruedan prometiendo que el camino que siguen lleva a un lugar o a una situación donde vale la pena estar. Si eso nos quitan, si ni siquiera esa ilusión podemos tener, poco tenemos que esperar de la vida.

El ciclo se cumple. Dentro de las potencialidades del hombre hay una importante que es la de sentir. A través del sentimiento demostramos nuestra capacidad de amar y a través del amor nuestra vida cobra sentido.

Amamos a las cosas, amamos a los otros, amamos a los ciclos. El orgullo es una parte de ese sentimiento. El orgullo le da importancia a nuestra existencia; nos hace sentir alguien, con una verdadera razón para vivir; nos hace sentir integrados a la naturaleza, a la ciudad, a la nación a la totalidad.

El sentimiento, el orgullo se alimentan; uno de sus alimentos es la esperanza. Resta existe cuando recobramos el “sentido” de la vida, la razón de ser de nuestro movimiento la convicción de que al final del camino hay un puerto que nos está esperando.

Olvide usted lo religioso. El sentido de la vida se obtiene de muchas formas; una de tantas es pensar que vivimos para desarrollarnos con integridad, utilizando todas nuestras potencialidades, lo mismo en forma individual que en la social.

Los pueblos y las ciudades tienen sus ciclos con la esperanza de que uno nuevo nos traiga mejoras en nuestra existencia. Nadie quiere repetir el camino para estar peor; pensamos en mejorar. Los últimos tiempos hemos fallado en nuestras expectativas. Tal vez no respetamos la significación de algunas fechas y las prostituimos con fines comerciales (y curiosamente nos fallan los cálculo) o simplemente nos olvidamos de la importancia que tiene alimentar el espíritu, principalmente de esperanzas.

Sí, la vida comercial tiene sus ciclos. Hay ciertas épocas que son mejores que otras, y si en el año nos va mal, tenemos las fechas grandes para reponernos. Pero esas fechas se construyen a base de símbolos que son benéficos para nuestra esperanza y esos símbolos se consumen gratuitamente a través del espíritu. Para que ala fecha funcione hay que alimentar el espíritu. Si uno no invierte en eso, la fecha fracasará.

Esto también es parte de nuestra cultura. Así como los pueblos invierten en sus fiestas patronales, (la mayordomía es una figura clave en ellas), así la ciudad debería también de invertir en estos ciclos que son vitales. Si no ¿porqué la gente habría de comprarte algo? Pensar que la gente de todas maneras compra, es desconocer muchos de los valores culturales que también promueven la venta. No se trata de vender la música que vendes en todo el año con nombre de música para navidad. La gente huele el fraude y a través de él deja de tenerle respeto a los ciclos porque se da cuenta de que solo es usado para la explotación de los ilusos. Hay ciertas cosas que si no respetas, de la misma forma te vana responder.

No sé si usted siente el espíritu de fin de año, más allá de la borrachera que no necesita excusa para darse. No sé si usted ve alguna preocupación en la ciudad por vivir esta fecha, en el comercio, en el centro, en las calles, en los adornos, en la promoción del espectáculo, en el alimento de nuestra esperanza de vivir en una ciudad que merece ser vivida.

Nuestros ciclos son parte fundamental de nuestra cultura.

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