Comentario de un cuento
Como siempre, las editoriales españolas ofrecen al mercado buenas sorpresas y a precios accesibles. Acabo de encontrar una colección que está orientada a cumplir funciones educativas. El libro está editado por edebé, la colección es clásicos edebé y el título del libro al que me refiero es “Selección de cuentos del Siglo XIX” cuya compiladora es Marta cristina Carbonell.
Mas o menos es parecido al cuento hispanoamericano de Seymor Menton pero de cuentos del Siglo XIX españoles y otra didáctica al final de cada cuento. Independientemente de sus características educativas, lo que llamó mi atención es un cuento llamado “ La comendadora” escrito por Pedro Antonio de Alarcón. Antes debo aclarar que todos los cuentos elegidos en esta compilación tienen un tinte de humorismo y están expresamente elegidos para que un joven que comienza a interesarse por la lectura encuentre en ella alguna compensación.
El cuento al que me refiero es aplicable precisamente al joven. La historia es sencilla. Se trata de un conde que hereda su título a dos hijos, hombre y mujer. La madre para no dividir el título hace que su hija tome los hábitos quedando el varón como único heredero. Este muere a su vez pero deja a un hijo quien recibirá la herencia. La tía del chico, que había entrado de monja , es enfermiza y por lo tanto tiene que pasar temporadas en su casa. En una de ellas, hay albañiles que hacen un comentario frente al niño en el sentido de querer ver desnuda a la monja. Al niño se le queda pegado el deseo y hace un berrinche hasta que la tía, por miedo a que al niño le pase algo y se pierda la continuidad de la familia por el berrinche, convence a su hija que cumpla el deseo del niño. Después de todo al chico la experiencia ni le complace. Pero tía queda afectada se regresa al convento donde más tarde habrá de morir. Del niño se dice que también fue un fracaso en su vida y que se pierde la continuidad de la familia.
¿Cuál es la aplicación? Lo vivimos a diario. Para principio de cuentas, los psicólogos modernos parecen seguir insistiendo que la exagerada libertad en los procesos educativos es mejor que obligar por algunos métodos a que el joven responda debidamente al sistema educativo. La demasiada facilidad con que se le presenta la vida le hace pensar que todo en este mundo se consigue de la misma manera con el mínimo esfuerzo. Lo que sirve y lo que no sirve de lo que se le presenta como tema de estudio, lo refiere siempre as lo inmediato, a lo útil, a ese funcionalismo americano que a definido la vida como el tener. El hecho de estudiar no parte del hecho de conocer, sino es un mero trámite que no va más allá que el recibir un título, supuestamente, porque con ese título recibirá una mejor paga en cualquier trabajo.
Nadie le informa al chico que no es tan sencillo como eso. Nadie le paga a nadie por no saber hacer lo que se supone es su profesión. Aún así , el hombre , además de profesionista es sobre todo hombre y ello implica que tiene otras necesidades que van más allá de los bienes materiales. Hay otros, que se niegan, como los espirituales y los culturales porque dentro del contexto utilitario en el cual nos han cercado a vivir, esas cosas no sirven para nada. Un maestro de literatura lo sabe bien: no sirve para nada; nuestro profesionistas por eso poseen una mala ortografía, y las capacidades de una herramienta como el lenguaje se ve muy reducida cuando lo utilizan los jóvenes en el Internet.
Pero el niño hace su berrinche y la sociedad por el miedo de lo que vaya a suceder accede y piensa que los chicos están menos traumados por toda esta falta de reglamentación que se va ausentando de su vida. Los efectos están ahí , (en el cuento , cuando la madre convence a la hija para que se desnude frente al niño y deje de hacer el berrinche) lo vivimos todos los días. Las noticias de asesinados que aparecen en los periódicos. Esos son los niños berrinchudos que quieren todo por el medio que sea no importando las consecuencias, es esa otra dimensión de la cual no queremos hacer conciencia, es la degeneración de la sociedad, es la aceptación tácita de nuestra animalidad donde cualquier valor, del tipo que sea, se derrumba si se opone a los deseos individuales y egoístas de algunas personas.
El onanismo es la medida de esta nueva sociedad que piensa que para ser hay que tener. No hay complicaciones el nuevo deber ser se reduce a recetas facilonas las cuales te llevan a buscar productividad para tener y de esa forma comprar la felicidad. (¿superación personal?)
Es el berrinche y para que el niño berrinchudo quede complacido, se le permite desbaratar todo un devenir cultural que a través de los siglos se ha desarrollado. Es el dejar hacer dejar pasar, el todo que va a la comercialización, ojo, del producto fácil y chatarra. La buena alimentación se cambia por la comida chatarra, la buena alimentación espiritual se cambia por el producto comercial que se usa y desecha.
Los Mozart han dejado de existir. Estupideces como la novedad española el chiquiti no sé qué hace furor, cuando es una soberana porquería que la imbecilidad mental mundial lleva a estratos inconcebibles.
El niño hace su berrinche no le vaya a pasar algo al condesito, no se vaya a enojar.
Cito:
“¡Hijo mío!… ¡Carlos!… ¡Hermoso! Gimió la anciana, abrazando lo que parecía ya el cadáver de su nieto- ¡Llora!...¡Llora!...¡No te enfades! ¡Será lo que tú quieras!
-¡Desnuda!- dijo Carlos en un ronquido semejante al estertor del que agoniza.
-¡Señora! –Exclamó la abuela, mirando a su hija de un modo indefinible- el heredero de los Santos se muere y con él concluye nuestra casa”.
Y ya sabemos lo que pasó.
Nuestra casa es esta civilización que ahora anda perdida que de ser tan complaciente va hacia su destrucción a pesar de tanta tecnología que no hemos sabido aprovechar positivamente.