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Ensayo sobre la Cultura

José Luis Herrera Arce

La casa tomada

El título que estoy utilizando se refiere a uno de los viejos cuentos de Julio Cortázar a quien por estos días estoy releyendo; lo hago porque se han vuelto a editar sus cuentos completos en tres tomos a un precio que es sumamente accesible.

Han calificado a Cortázar como uno de los narradores de los mágico maravilloso, pero para mi gusto personal, ese mágico maravilloso está compuesto mucho del absurdo; o sea sacar de los causes naturales los sucesos de la vida cotidiana. Eso es lo divertido de muchos de los cuentos de este autor, que para mi generación fue la panacea, de la que José Saramago es la continuación.

En Rayuela hay todo un capítulo donde el absurdo es usado con maestría para provocar estas contradicciones que existen en las acciones de los hombres; me refiero a donde se intenta ir por el café de un departamento a otro a través de las ventanas, para lo cual hacen pasar tablones de una a otra, acción que resulta difícil e hilarante para el lector. En los cuentos de Cortázar abundan mucho estas situaciones. En “un tal Lucas” tendríamos todo un muestrario.

Pero el absurdo de Cortázar no es un absurdo que se quede afuera de nosotros. La buena literatura nunca se queda afuera, siempre se sitúa dentro porque es un reflejo de la vida. Para ejemplificar; tomo como punto de partida el cuento, cuyo título encabeza mi artículo.

La Casa Tomada es una historia sencilla; una pareja de hermanos vive en una casa heredada de sus padres, de repente sienten que “alguien “se apropia de uno de los cuartos. Ellos solamente sienten, hago la aclaración, jamás indagan qué es ese algo que ya no les permite disfrutar de lo que es suyo. Con el tiempo, “el algo” se sigue apropiando de otros cuartos más, hasta que los obliga a abandonar la casa.

Si la historia la referimos a lo que ha asado con el centro de nuestra ciudad, encontramos claramente que este podría ser un cuento titulado “el centro Tomado”. Los vendedores ambulantes, por la permisividad y la poca crítica de las autoridades y los comerciantes, se han ido apropiado de las banquetas haciéndolas suyas; pero logrando también, que los comercios establecidos, dueños originales de esas banquetas, hayan decaído, y hasta se hayan ido a la quiebra.

¿Quiénes son ellos? Pues si comerciantes ambulantes que como decía mi padre, no ambulan. Llegan, se establecen y exigen; y tanto, que ahora hay que pedirles permiso para remediar el problema. Pero, cuidado, que el remedio que parece instrumentarse, a la larga acabará con los pocos negocios grandes establecidos que aún permanecen en pie: Ciudad de París, Coppel, Woolworth, Casa Garza y demás. Son las calles que ocupan estos los que se les ofrecen a los comerciantes para que los invadan. El absurdo no solamente está en los cuentos (ese absurdo no es peligroso) el absurdo está en las decisiones políticas (que sí son las peligrosas). Lo anterior es lo que me hace pensar que el mundo de los políticos es la que se encuentra fuera de la vida cotidiana de la realidad que los ciudadanos vivimos, o sufrimos.

Más que vivirlas la sufrimos, ahí está la destrucción del distribuidor vial; ahí están las controversias entre gobierno municipal y estatal, ahí está la queja, que nuestra educación está por los suelos y en lugar de utilizar los medios supuestamente culturales para subir el nivel cultural de aquellos que no tienen acceso, seguimos los parámetros comerciales para conseguir audiencias, y se quedan a la mitad. Las canciones en lugar de ser en inglés son en francés, italiano o portugués o algún idioma africano.

El absurdo cotidiano es que trata de manejar el ciudadano el que ya tiene perdida toda esperanza de que las cosas cambien y de que los sacrificios valgan la pena. El ciudadano se mueve a tientas con miedo, ya no ve con claridad, ya no ve nada (Ensayo sobre la ceguera). Sus dirigentes se han vuelto esnobistas que nos dicen estar concursando por los cotos de poder, porque sin ellos tal vez se nos niegue el ser (yo el supremo) y sin embargo, ni siquiera le tienen fidelidad a sus propios partidos que como dice la palabra, están re-partidos los intereses. Si la unidad no existe entre los propios partidarios del partido, de ninguno de ellos, qué podemos esperar de nuestro propio país.

Ningún pueblo del mundo paga impuestos para que un político se saque fotos y llene con ella los espectaculares de la ciudad emulando a Mao Tse Tung o a Stalin. El absurdo es que tengan que hacerse leyes para prohibirlo. Y más absurdo, es que se siga utilizando cualquier ocasión para seguir haciendo lo mismo pero vedadito (nuevo estadio del Santos). Que esto pase mientras que se necesiten más aulas escolares o se roben los cables que mantienen en funcionamiento las refrigeraciones, eso es el absurdo alejado de la realidad. Que el discurso demagógico siga siendo la pauta para dar atole con el dedo, es lo que no llega ni a mágico ni a realismo.

Para discursos los de Cortazar. Cito:

“Pero sin caer en regresionalismo que vuelve dudosa las más elementales operaciones del espíritu, esforcémonos por admitir la realidad de un presente e incluso de una historia que nos sitúa colectivamente con las suficientes garantías como para proyectar sus elementos estables y sobre todo sus factores dinámicos con miras a una visión del porvenir de Honduras en el concierto de las democracias latinoamericanas” (Lucas, su arte de pronunciar conferencias. Julio Cortazar. Cuentos completos 3 pag 41).

Por medio de la literatura lo que se trata de entender es la realidad, esta que complican nuestros políticos que siguen pensando que a los pueblos sólo pan y circo.

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