Después de 17 años, Bob Dylan actuará nuevamente en el Distrito Federal el martes y miércoles próximo. (Fotografía de El Universal)
El Universal
MÉXICO, DF.- Todos saben quién es Bob Dylan. El periodista y escritor Truman Capote sabía que es “un farsante, un oportunista y además un hipócrita”. Lou Reed sabe que es “un pozo sin fondo” y Bono, que “tiene mucho más que tres acordes y la verdad”.
Todos tienen una opinión lapidaria sobre Dylan, excepto él: “Yo sólo soy Bob Dylan cuando tengo que ser Bob Dylan. La mayor parte del tiempo quiero ser yo mismo. Bob Dylan nunca piensa sobre Bob Dylan. Yo no pienso como Bob Dylan. Es como dijo Rimbaud: ‘Yo soy el otro’”.
El cantautor y poeta, quien después de 17 años actuará nuevamente en el Distrito Federal el martes y miércoles próximo, cita a Rimbaud, pero esta dualidad también fue explicada por Jorge Luis Borges cuando escribió: “Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas”. Es el mismo caso de Dylan. Simultáneamente lo idolatran y lo vituperan.
Joaquín Sabina casi le concede título de gurú generacional, al afirmar: “Hay un hueco generacional, porque los chavales de 20 años no tienen Bobdylanes de 20 años”. Pero el mismo Dylan se encarga de desmentirlo: “No me insultes diciéndome que soy una persona con mensaje. Mis canciones no son más que un diálogo conmigo mismo”.
En México, Jaime López sabe que el autor de Like a Rolling Stone es más que un gran poeta y músico: “Es el último de la generación beat, lo que inventó Jack Kerouac, Dylan lo aterrizó. Los beat tenían un gran sueño, hacer de la literatura música y Dylan lo logró en los 60”.
“No hay un viejo Dylan ni un nuevo Dylan, hay un Dylan que es un personaje, a partir de la palabra ha hecho música”, dice Jaime López, en entrevista.
En tanto, el crítico musical Herbé Pompeyo lo describe así: “Bob Dylan le puso conciencia a la música juvenil, nos hizo pensar a toda una generación desde la primera mitad de la década de los 60”.
José Xavier Návar, columnista de esta casa editorial, opina: “Es la figura viva más importante del rock. ¿Qué más puedo decir sobre Dylan que no se haya dicho ya?”.
Además, Pompeyo recuerda al cantautor como el responsable de que The Beatles cambiara su estilo musical en la década de los 60.
“Hay una historia muy famosa, cuando en 1965 Bob Dylan fue a ver a The Beatles. Después de un concierto en San Francisco lo invitaron a pasar al camerino y se dice que por primera vez Dylan les ofreció un ‘porrito’, y luego cuando Lennon le pidió una opinión sobre su música, les dijo que lo sentía mucho pero que su propuesta era muy común”.
Y así como se ha dicho mucho sobre la figura de Bob Dylan, sobre su obra se han dicho cualquier cantidad de cosas. Él describe su arte así: “Cualquier cosa que puedo cantar, la llamo una canción. Cualquier cosa que no puedo cantar, la llamo un poema. Cualquier cosa que no puedo cantar y es demasiado larga para ser un poema, la llamo una novela”.
Jaime López tiene su propia interpretación: “Un poema si es escrito ya es algo, si es cantado ahí la lleva, pero si llega a ser bailable, ya la hizo (risas). En ese proceso Dylan lo ha demostrado. Dylan se ha transformado el día de hoy en hip hop”.
Músico, poeta, loco... no todos saben quién es, porque todos tienen su propio Bob Dylan, incluso el ahora promotor de espectáculos Sergio Mayer, quien ve en el artista un signo de pesos y un punto a favor en su “egoteca personal”.
Abucheado hace 17 años, hoy venerado
Hace 17 años, Bob Dylan debutó en la ciudad de México durante dos noche en el Palacio de los Deportes. El grupo telonero en aquella ocasión fueron Los Lobos, y el mal sonido y las fallas técnicas que hubo durante el concierto en el entonces conocido como “el Palacio de los rebotes” fue el detonante para que el artista abandonara decepcionado aquel escenario, tras recibir una lluvia de abucheos.
Jaime López y Pepe Návar fueron testigos de ese hecho. “Si mal no recuerdo, fue el segundo concierto que organizaba OCESA y sonó muy mal, fueron dos conciertos. Primero vimos a Los Lobos, y los disfrutamos, luego a Dylan.
“Sonaba tan mal, que él salió, tocó, aguantó los abucheos, las mentadas y se fue. Ahora será diferente”, advierte Návar.
“Más que la emoción de verlo a él, era la emoción de ver a Los Lobos. Ya había pasado la etapa edípica con Bob Dylan.
“Esta vez no iré a verlo. El año pasado asistí a uno de sus conciertos en Nueva Jersey y me llevé una grata impresión”, comenta Jaime López.