El presidente ruso Dimitri Medvedev (der.), estrecha la mano del ex presidente Vladimir Putin durante su investidura como primer ministro tras ser ratificado por los miembros de la Duma. (EFE)
La primera vez que Vladimir Putin fue designado primer ministro de Rusia, en un lejano mes de agosto de 1999, el ex agente de la KGB utilizó el alto cargo para declarar la guerra a los rebeldes chechenos, una decisión que le dio fama de duro y que le ayudó para ser elegido presidente del país, en el mes de marzo de 2000.
Ocho años después, Putin regresó a la oficina desde donde fraguó su vertiginosa carrera política y, al igual como lo hizo en agosto de 1999, el hombre más poderoso de Rusia dejó claro que desea seguir actuando en la primera fila de su país.
En un discurso que duró 45 minutos, el nuevo primer ministro de Rusia y ex presidente del país, expuso a los diputados de la Duma su programa de Gobierno puso énfasis en la lucha contra la corrupción y recordó que Rusia, gracias a su mandato de ocho años, se había transformado en un país diferente.
“La desaparición de la Unión Soviética fue la peor catástrofe geopolítica del siglo”, dijo Putin, cuando se propuso devolverle a su país el poder que tuvo cuando en el mundo reinaba la guerra fría.
Pero ahora Rusia esta inmersa en una aparente democracia donde cuentan los votos. Dimitri Medvedev fue elegido con más del 70 por ciento y ahora Putin se convirtió, por segunda vez en su vida, en primer ministro con una mayoría majestuosa: 395 diputados, de un total de 450, votaron a favor del ex agente de la KGB de 55 años.
La elección no fue, sin embargo, un procedimiento rutinario. En una clara señal de las nuevas relaciones de poder que existen desde el miércoles pasado en la segunda potencia nuclear del planeta, el presidente Dimitri Medvedev llegó a la Duma en el mismo automóvil que transportaba al futuro primer ministro y se encargó de presentar la candidatura de su padrino político al pleno de la Asamblea.
“Como jefe del Gobierno, Vladimir Putin tendrá un rol clave en la realización de los objetivos inscritos en la estrategia de desarrollo de Rusia hasta el año 2020”, dijo el presidente al referirse a un proyecto que ambos concibieron en el pasado reciente. Creo que nadie tiene ninguna duda de que nuestra relación, nuestro tándem, sólo puede fortalecerse”, añadió.
Pero hoy, algunos medios rusos recordaron con malicia el último gesto que tuvo Boris Yelstin como presidente de Rusia, Antes de abandonar el Kremlin, Yeltsin le regaló a Putin la estilográfica con la cual había firmado los documentos y decretos más importantes, un gesto que simbolizó sin palabras la transferencia de poder al nuevo presidente. Cuando Vladimir Putin abandonó el Kremlin, el miércoles pasado se llevó consigo la estilográfica que le había regalado Boris Yeltsin.
