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Escasez de alimentos abre el camino a la biotecnología

AP

En muchas partes del mundo en desarrollo, esa ventaja pudiera significar la diferencia entre el hambre y una vida pasable

El laboratorio al aire libre de Zeng Yawen en las terrazas de las colinas del Sur de China es un tesoro de potencial genético: arroz que prospera en temperaturas inusualmente frías, grandes altitudes o suelo seco, arroz rico en calcio, vitaminas o hierro.

“¿Ve esas plantas? Pueden tolerar el frío”, dice Zeng mientras camina por cuadrantes de campos de pruebas cultivados con diferentes variedades de arroz en las afueras de Kunming, capital de la provincia china de Yunnan.

“Podemos extraer el gen tolerante del frío de esta planta y usarlo en una variedad de arroz manipulada genéticamente para mejorar su tolerancia al frío”, dijo Zeng.

En un lugar montañoso como Yunnan, y en muchas otras partes del mundo en desarrollo, esa ventaja pudiera significar la diferencia entre el hambre y una vida pasable. Y China está lista ahora a acudir a la biotecnología para conseguirlo.

El alza de los costos, el crecimiento poblacional y la sequía y otros contratiempos vinculados al calentamiento global están presionando las reservas alimentarias en el mundo, y los altos precios de la comida están acusando disturbios y elevando el número de personas que pasan hambre a 923 millones, dicen estimados de la ONU.

Con pronósticos de la que la demanda de alimentos aumentará en la mitad para 2030, nunca ha sido mayor el incentivo para usar la ingeniería genética para aumentar las cosechas y proteger cultivos de insectos y otros daños.

En Europa, África y Asia, Gobiernos que se han resistido a importar alimentos modificados genéticamente y prohibido esas cosechas ahora están aliviando las restricciones. Mientras, están realizando más aceleradamente sus propios estudios, pese a cuestiones persistentes sobre la seguridad de esa tecnología.

“Voces influyentes en todo el mundo están llamando a una revisión del debate sobre modificación genética”, dice C.S. Prakash, profesor de genética molecular de las plantas en la Universidad de Tuskegee, Alabama. “La biotecnología ofrece herramientas para ayudar a resolver el problema de la sostenibilidad del suministro de alimentos”.

COSECHAS RESISTENTES

La manipulación genética para insertar genes deseables o acelerar cambios logrados tradicionalmente con cruces e injertos puede ayudar a hacer las cosechas resistentes a insectos y plagas y permitirles tolerar herbicidas. El ganado puede ser alterado también, insertando un gen de un animal en el ADN de otro animal.

Muchos investigadores consideran que esos métodos son esenciales para una segunda “revolución verde”, ahora que las ganancias de la primera, a mediados del siglo XX, están disminuyendo.

Los cultivos modificados genéticamente son cosechados ampliamente en Canadá, Argentina y Estados Unidos, donde casi toda la soya, la mayor parte del algodón y una creciente porción del maíz son diseñados para tolerancia a herbicidas o resistencia a insectos. Una variante de papaya modificada para resistir virus es cosechada comercialmente en China y Hawaii.

La biotecnología está destinada a desempeñar un papel importante en la agricultura en el futuro, dijo Robert Zeigler, director del Instituto Internacional de Estudios del Arroz (IRRI), en una entrevista con The Associated Press en la sede central del instituto al Sur de Manila, Filipinas.

Esas cosechas “ofrecen un enorme poder y ventajas a productores y consumidores”, dijo Zeigler, quien hizo notar los ahorros potenciales por el reducido uso de herbicidas, insecticidas y combustible para los tractores que los riegan.

Tras demorar durante años la esperada comercialización de granos modificados, los líderes apoyaron en julio un programa de 13 años y 2 mil 900 millones de dólares para promover el uso de cultivos y ganado modificados genéticamente. Beijing está a punto de lanzar una variedad de arroz resistente a los insectos, dijo Zeigler.

El primer ministro chino, Wen Jiabao, es un promotor de la nueva agricultura.

“Yo favorezco enérgicamente hacer grandes esfuerzos para usar la ingeniería genética. La reciente escasez de alimentos en todo el mundo ha fortalecido más esa convicción”, dijo Wen recientemente a la revista Science.

El premier chino elogió recientemente los beneficios -más ingresos agrarios traen reducción en el uso de pesticidas- derivados del uso del llamado algodón Bt, modificado para evitar plagas.

La tendencia se extiende más allá de China: El cultivo mundial de cosechas genéticamente modificadas se ha expandido más de 10 por ciento anual durante una década, aunque en 2007 esas cosechas solamente ocupaban 114 millones de hectáreas -un área aproximadamente del tamaño de Cuba- en 22 países.

Vietnam está implementando un ambicioso programa para desarrollar comercialmente cosechas modificadas para reducir de esa forma la necesidad de importaciones. En mayo, Sudcorea, que ya importa soya modificada, comenzó a importar maíz modificado para ayudar a compensar por la escasez de maíz convencional luego que China limitase sus exportaciones.

El mes pasado, la Comisión Nacional de Bioseguridad de Brasil aprobó dos nuevas variedades de semillas de maíz genéticamente modificadas, tras dar luz verde hace dos años a variedades modificadas de soya. India ha seguido el ejemplo de China, triplicando el área dedicada al algodón modificado, el único cultivo de ese tipo que permite.

En África, donde los Gobiernos a veces han rechazado embarques de alimentos que contenían granos modificados, científicos sudafricanos han completado pruebas con una papa desarrollada para resistir plagas. Asimismo, aprobaron estudios de sorgo modificado genéticamente para hacer más fácil la digestión y mejorar el contenido nutricional del grano, que prospera en terrenos áridos.

APERTURA DE MERCADOS

Los países europeos enfrentan crecientes presiones, bajo las normas de la Organización Mundial de Comercio, para abrir sus mercados a productos alimenticios genéticamente modificados. Muchos de los 27 miembros de la UE siguen recelosos y, apoyados por consumidores opuestos a esos productos, están batallando para impedir la llegada de los cultivos modificados a sus campos y supermercados.

Incluso en China, pese a sus considerables inversiones en la investigación, pocos están familiarizados con la modificación genética, y algunos que han escuchado de ella se muestran cautelosos.

Además de la papaya, el Gobierno chino permite que los granjeros cultiven variedades modificadas de tomate y pimientos verdes, además de varios cultivos no alimenticios. Pero el arroz y el trigo siguen en los campos de estudios.

A la larga, el cultivo amplio de esas variedades dependerá del trabajo hecho en el IRRI y por estudiosos como Zeng, que se han pasado largos años buscando minuciosamente características que permitan conocer los secretos para una futura abundancia.

Zeng considera la ingeniería genética como apenas una de muchas estrategias, incluyendo mejoras en irrigación y suelos y mejor uso de granjas, necesarias para aumentar la productividad y asegurar que las generaciones futuras tendrán suficientes alimentos.

“Sin todos esos aspectos, será muy difícil aumentar la producción. Habrá logros, pero será muy difícil”, dijo.

Acaudalados países buscan tierras fértiles

En las dunas que rodean esta aldea abrasada por el Sol del desierto, donde los camellos aún recorren lentamente los polvorientos caminos al Sur de los rascacielos de Dubai, en Emiratos Árabes Unidos, un grupo de personas emprendedoras hace producir tierras baldías.

Fila tras fila de pimientos rojos maduran en un invernadero. Rosas y azucenas florecen muy cerca, y muy pronto habrá fresas, todo ello gracias a un sofisticado sistema de irrigación que ahorra agua.

Aún así, incluso establecimientos modernos como las granjas de Mirak Agricultural Services aquí y en otras partes de este país sin ríos nunca serán suficientes para alimentar la creciente población de la región. Es esa realidad lo que está convenciendo a los acaudalados estados del Golfo a acudir más allá de sus fronteras en busca de tierras más fértiles. Decenas de miles de hectáreas, en algunos casos.

Simplemente, hay demasiadas personas qué alimentar y muy poca agua. Exuberantes jardines y parques urbanos y ambiciosos proyectos agrícolas aquí y en Arabia Saudita -que una vez dedicó tanto dinero a subsidios agrarios que llegó a exportar trigo excedente- están drenando rápidamente las reservas de agua, incluyendo algunas que datan de milenios y no pueden ser reabastecidas.

“Es como el petróleo”, dijo Julia Bucknall, una investigadora del Banco Mundial que ha escrito sobre el uso de agua en la región. “Es esencialmente un recurso no renovable”.

Esa realidad descarnada -y el alza continua de los precios de los alimentos- hace que los líderes del área intenten asegurarse más suministros a largo plazo en el exterior. Y mientras en el pasado la región estaba satisfecha con gastarse sus petrodólares en alimentos vendidos en el mercado, las naciones del Golfo están ahora revisando discretamente el planeta en busca de tierras de cultivo para arrendar o comprar.

Los primeros ministros de Qatar y Kuwait viajaron por separado a Camboya este año para discutir la adquisición o alquiler de tierras para el cultivo de arroz. El presidente de los Emiratos Árabes Unidos, jeque Khalifa bin Zayed Al Nahyan, visitó Kazajastán para discutir también inversiones agrarias.

Dubai World, un consorcio controlado por el Gobierno de ese emirato, dijo en octubre que iba a crear una nueva subsidiaria para inversiones globales en una serie de materias primas, incluyendo alimentos.

El sector privado tiene también planes similares.

El saudi Binladin Group, por ejemplo, está considerando invertir más de cuatro mil millones de dólares para cosechar alimentos en Indonesia, dijo Salim Segaf al-Jufri, embajador indonesio en Arabia Saudita. Bajo el proyecto, la compañía produciría arroz basmati en Sulawesi, Papúa y Java occidental.

Expertos dicen que las inversiones agrícolas, si se hacen bien, pudieran ser beneficiosas para todas las partes. El Golfo recibe una mayor seguridad de suministros de alimentos y los países pobres se benefician de nuevos empleos y mejor tecnología.

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