El mexicano José Ernesto Medellín aguarda 'tranquilo' y en un estado 'reflexivo' su ejecución este martes, luego de declinar su derecho a tener una última cena de su elección en lo que podría ser el último día de su vida.
Medellín, sentenciado a muerte en 1994 por su participación en el secuestro, violación y homicidio de Elizabeth Peña, de 16 años, y de Jennifer Ertman, de 14, recibió a sus padres y una de sus abuelas detrás de un muro de cristal que le impidió todo contacto físico.
En un día gris con llovizna pertinaz a raíz de la tormenta Edouard, Medellín conversó durante cuatro horas con su padre Venancio Medellín, su madre María Felipa Rojas, su abuela Eleuteria Armendáriz, su hermana Daneida y su amiga epistolar Sandra Crisp.
Desde hace varios años Venancio Medellín y María Felipa Rojas habían estado impedidos de visitar a su hijo en la cárcel, por haber discutido un plan de fuga en uno de sus encuentros.
El estado de ánimo de Medellín fue descrito por funcionarios del Departamento de Justicia Criminal de Texas como 'tranquilo' y 'reflexivo'.
Como había sido su deseo desde la semana pasada, el mexicano de 33 años de edad rehusó tanto la presencia de un sacerdote como la última cena previa a su ejecución en la que hubiera tenido derecho a pedir cualquier cosa.
José Ernesto Medellín prohibió que sus familiares más cercanos sean testigos de su muerte y en cambio propuso como invitados especiales a un amigo y sus tres abogados defensores.
En las inmediaciones de la Unidad Walls de la prisión de Huntsville era virtualmente nula la presencia de visitantes, a excepción de una veintena de periodistas.
Los últimos recursos legales de Medellín son dos apelaciones ante la Suprema Corte de Justicia y un aplazamiento de 30 días por parte del gobernador Rick Perry, luego de que Texas rechazó el fallo de la Corte Internacional de Justicia de revisar los casos de 50 mexicanos.
