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Esperan horas y al final no pueden surtir una receta

Casi a diario se puede ver a decenas de derechohabientes formados en largas filas en espera de surtir sus recetas médicas, en las diferentes Unidades de Medicina Familiar.

Casi a diario se puede ver a decenas de derechohabientes formados en largas filas en espera de surtir sus recetas médicas, en las diferentes Unidades de Medicina Familiar.

GUADALUPE MIRANDA

Son las ocho de la mañana y a doña Verónica se le puede ver entre la larga fila que se ha formado a las afueras de la farmacia de la Clínica 16 del IMSS. Su intención: surtir su receta médica. Hora y media después, sale con las manos vacías, “no hay medicamentos, por lo menos el que busco”, dice furiosa.

Con su receta en mano, cuenta que debido a la falta de medicamentos en la farmacia de la Clínica 66, fueron enviados a la 16, en donde tampoco obtuvo éxito.

“En la 66 me dijeron que no había el medicamento que necesito y en la 16 me dicen lo mismo, eso está muy mal”, dice la mujer, cuyo domicilio se localiza en la colonia Villa Florida.

Surtir su receta en una farmacia particular, no ha cruzado la mente de doña Verónica, “pues sólo uno de ellos, que es controlado, cuesta más de 700 pesos”, dice.

El caso de Martha Rivas es muy similar. Dada la enfermedad que padece una de sus hijas, la cual la mantiene postrada en una cama del Hospital 71, Martha, debe de surtir su receta médica.

“Siempre es lo mismo, nunca tienen nada... así es cada mes”, dice la mujer, cuyo medicamento tiene un valor aproximado en el mercado de 3 mil 800 pesos “pero es cada caja y mi hija requiere de dos para el buen funcionamiento de sus riñones”.

Al igual que Verónica, Martha sólo recibió de parte de los responsables de la farmacia un “quien sabe hasta cuándo”, respuesta que además de hacerlas enfurecer, las obliga a esperar, cruzar los dedos y regresar con la esperanza de obtener el medicamento que desean.

A don José Mario Guzmán, originario de Matamoros, Coahuila, le sucedió lo mismo. Sin embargo, a diferencia de ambas mujeres, él tiene la posibilidad de comprar su medicamento en cualquier farmacia, “me cuesta muy barato, por eso no me tendré que esperar”, dice.

Casos como el de Martha, Verónica y don José, se escuchan a diario entre las decenas de derechohabientes que forman largas filas en las diferentes Unidades de Medicina Familiar de la región, cuya mayoría regresa a casa con las manos vacías.

A VUELTA Y VUELTA

“En la 66 me dijeron que no había el medicamento que necesito y en la 16 me dicen lo mismo, eso está muy mal”.

VERÓNICA, AMA DE CASA

SIEMPRE IGUAL

“Siempre es lo mismo, nunca tienen nada... así es cada mes”.

MARTHA RIVAS, AMA DE CASA

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