La buena es que este particularmente azaroso año está por terminar; la mala es que se dice que el venidero año 2009 será más complicado. Con esta actual frase popular se puede resumir perfectamente el estado de ánimo del pueblo mexicano ante la situación que se está viviendo en el mundo entero y particularmente en este país, y por supuesto, en la región.
Quizá como no sucedía desde la crisis de 1995, no había llegado un diciembre tan apartado del más dulce ambiente navideño. Es que en todas las sociedades tienen distintos niveles de tolerancia a la pobreza y escasez, pero pocos nos adaptamos a una caída de la propia posición obtenida.
Es decir, el nivel de vida de los noruegos o finlandeses, que gozan de ser de los países con los más altos ingresos per cápita en el mundo, no significa que sean más felices en proporción a sus bienes al humilde pueblo cubano, que con muchos edificios con fachadas prácticamente en ruinas, y un parque vehicular dominado por modelos de los años sesenta y setenta, no dejan en las calles de bailar y gozar a la menor oportunidad.
Por ello, está ahora en el ambiente una necesidad de que este año ya termine, porque hay muchos fierros en la lumbre y todos lastiman.
En primer lugar está la recesión económica mundial que aunque tuvo dos años en donde sin mucho ruido las cosas estaban ya de caída, los problemas han aflorado a partir del segundo semestre del presente año y el drama de las personas que ya han perdido, o están perdiendo su empleo masivamente se está convirtiendo en la noticia diaria en todos los medios.
En segundo lugar, aunque con el problema en puerta desde hace tiempo, pero creciendo a niveles insoportables se encuentra la violencia que primero desató el crimen organizado en respuesta a una actitud de mayor combate hacia ellos por parte del Estado, pero que ahora se ha extendido cuando hoy más que nunca, está totalmente expuesto que el Gobierno sea incapaz de ofrecer otra cosa que impunidad.
Así, miles de oportunistas aprovechan el terror general y se lanzan a la comisión de delitos que van desde asaltos a plena luz del día, a las extorsiones telefónicas e incluso secuestros, amén de la certeza que es altamente improbable que se tenga que pagar por delito alguno.
A este tema de la seguridad, en estos últimos meses se dieron a conocer sendos crímenes relacionados con plagio y asesinato que han lastimado profundamente a la comunidad toda y han devastado a las familias Martí y Vargas.
Y es que la delincuencia está absolutamente desenfrenada y coludida, tan así que secuestró a Fernando Martí, un muchacho de 14 años hijo del empresario de tiendas deportivas, Alejandro Martí, que no obstante fue pagado su rescate, el muchacho murió asesinado.
Igualmente Silvia Vargas corrió la misma suerte, ella es hija de Nelson Vargas, ex director de la Comisión Nacional del Deporte. Naturalmente las posiciones sociales de las víctimas forzaron a que sus casos fueran ventilados con fuerza en casi todos los medios, así que todo mundo se enteró con estupor de lo que los maleantes pueden hacer sin mucho temor al respecto.
En La Laguna, fueron desaparecidas dos personas, cuya función principal era la persecución del delito de secuestro. Primero fue Enrique Ruiz Arévalo y después, Gerardo Valdez Segura. Esto es: el cazador fue cazado, y en dos ocasiones.
Ahora hasta las propias iglesias han sido víctimas de ultrajes. Primero se presentaron hurtos y daños, para llegar a la profanación total del robo del sagrario de la iglesia de la colonia Los Ángeles, que fue arrojado a las pocas cuadras, pero las hostias no se pudieron recuperar. Vaya, ahora se atenta hasta con los bienes espirituales.
Pero esta Navidad, como todas, es un tiempo de paz y remanso de armonía, así que los mejores deseos y rogar por que la esperanza resurja con más fuerza que nunca.
