Un total de 19 reos y siete policías heridos fue el saldo que dejó el motín iniciado el domingo y controlado en las primeras horas de este lunes, informó la SSPE.
Los rencores e inconformidades que se acumularon durante meses estallaron la tarde del domingo.
Reclusos de la penitenciaría de La Mesa se dijeron cansados de ser torturados constantemente por custodios y armaron un motín al tomar dos celadores como rehenes e impedir la salida de medio millar de visitantes.
La “gota que derramó el vaso” fue la muerte a golpes de Israel Blanco Márquez, de 19 años, por tener en su poder un teléfono celular. Pero no fue la única víctima, según fuentes policiacas extraoficiales, en la madrugada de este lunes se contabilizaban ocho muertos, dos de ellos incinerados.
También hubo al menos 25 heridos, entre quienes se encontraban dos agentes de la Policía Federal, un custodio y un policía ministerial, según el secretario de Seguridad Pública Estatal, Daniel de la Rosa Anaya, quien sólo reconoció tres víctimas mortales.
En las primeras horas, la autoridad penitenciaria intentó contener la incipiente violencia, pero los presos estaban resueltos a enfrentar las consecuencias de sus acciones al apoderarse de los edificios 1 y 6, éste último destinado a internos peligrosos.
A Montero, lo señalan de “torturador”
Durante la manifestación que armaron en varias azoteas gritaban “¡no queremos libertad, queremos justicia!”, y en pancartas improvisadas exigían la salida de un custodio que identificaron como Montero, a quien señalaban como torturador.
Una columna de humo que se apreció desde gran parte de la ciudad indicó fuego en el penal. No fue sofocado porque nadie garantizaba la integridad de los bomberos, quienes tampoco apagaron cuatro vehículos que se quemaron con las bombas molotov que los amotinados lanzaron desde su trinchera.
Cerca de las 14:00 horas (tiempo del Pacífico) del domingo, militares y policías de todas las corporaciones rodearon el penal, pero no pudieron impedir que familiares de reclusos que exigían noticias del interior se aglutinaran y rompieran los cercos policiacos en varias ocasiones.
Para intimidar, un federal disparó su arma larga al aire, lo que generó reacciones violentas y crisis nerviosas y desmayos entre las madres, esposas y parientes de los reclusos, pero aún faltaban al menos 10 horas para que la autoridad tomara el control del penal.
Se decían alarmados por una balacera que se suscitó durante las primeras horas del motín. También observaron que policías dispararon desde un helicóptero que sobrevolaba el penal, mientras otros lanzaban gases lacrimógenos que afectaron a reos y visitantes.
Hubo fugas
Durante horas, hasta poco antes de la medianoche del domingo, los internos lanzaron piedras y distintos objetos hacia la calle; aprovechando el incendio de cuatro vehículos, al menos una decena de ellos salieron por un boquete que habían hecho en la barda perimetral. La autoridad sólo reconoció dos evasiones frustradas.
Algunos de los amotinados gritaban “¡Eso querían!”, y otros exclamaban “Feliz 15 de septiembre, ¡Viva México!”
Durante horas, los visitantes, en su mayoría niños y mujeres, algunas embarazadas, salieron del penal. Paramédicos de la Cruz Roja tuvieron que auxiliar a algunas que se desmayaron y otras que entraron en crisis.
Aseguraron que estaban adentro por su voluntad para saber de sus parientes, y se sumaron a las denuncias de torturas y malos tratos contra los custodios y policías; incluso señalaron que les lanzaron gases lacrimógenos.
Alrededor de las 19:00 horas del domingo, por exigencia de los internos, se autorizó el ingreso de dos cámaras de televisión, y los reporteros pudieron constatar la liberación de un de los custodios luego de que las autoridades aceptaron, en una mesa de diálogo, algunas mejoras en el trato.
Horas de tensión
Cerca de la medianoche, el secretario de Seguridad Pública municipal, Alberto Capella, arribó al lugar y pidió tranquilidad a los familiares al asegurarles que no había disparos de arma de fuego; sin embargo, en ese momento inició una balacera que terminó con el desalojo de los reclusos de las azoteas.
Tras dos horas de ráfagas y disparos aislados, la calma volvió a las inmediaciones de la penitenciaría y entonces fue posible recorrer las calles, tapizadas de piedras y vehículos quemados, como si se tratara de un campo de batalla. Eran las 4:00 horas del lunes, cuando vecinos de la avenida Los Charros salieron de sus casas o retornaron a éstas. Durante toda una jornada permanecieron atrincherados, o lejos de sus hogares, temerosos de acercarse o preocupados por sus pertenencias.