Beichuan es uno de los distritos más afectados en el terremoto que sacudió el pasado lunes la provincia Suroccidental china de Sichuán. Sobrevivientes del terremoto son alimentados luego de ser desalojados del área del epicentro de Dujiangyan, provincia de Sichuán en China. (Fotografía de EFE y AP)
Dujiangyan, una de las ciudades más castigadas por el sismo, lleva tres días sumida en el caos.
La cifra de muertos por el sismo en China podría llegar a 50 mil en todas las áreas afectadas por el terremoto, dijo ayer el Gabinete chino, de acuerdo con informes de la televisión estatal, mientras las autoridades emitían un inusual pedido de equipo de rescate tratando de responder a las consecuencias del fenómeno que afectó a 10 millones de personas.
La emisora CCTV informó de la cifra durante una transmisión noticiosa desde el Consejo de Estado, ayer.
El vicegobernador de Sichuán, Li Chengyun, dijo que la cifra oficial de muertos había llegado al menos a 19 mil 500 sólo en su provincia, donde tuvo su epicentro el terremoto del lunes.
Pero Li añadió -en la capital provincial de Chengdu- que decenas de miles de personas continúan atrapadas en edificios derrumbados o figuran como desaparecidas.
Miles de chinos afectados por el sismo construyen improvisadas tiendas de campaña con puertas y maderos roídos en un terreno de Dujiangyan, a la espera de medicinas para combatir enfermedades provocadas por los cuerpos en putrefacción.
La familia Wang comparte con otras ocho un autobús abandonado que sirve como departamento para casi 50 personas, entre ellas un paralítico, luego que las viviendas en que residían se derrumbaron por completo en Dujiangyan.
“Hay cuerpos pudriéndose en el descampado y tememos que la peste u otras enfermedades nos afecten. Hemos pedido medicinas para prevenir la infección, pero nadie nos las trajo”, explica con preocupación la señora Zheng Wang, madre del discapacitado.
“El agua está racionada y apenas tenemos para cocinar y limpiar un poco los alrededores del autobús, pero tememos que alguna epidemia nos afecte, porque las condiciones son insalubres”, agrega la madre, que pide a los periodistas que traigan medicamentos de Chengdú, la capital de la provincia de Sichuan.
Otras de las preocupaciones es dónde residir tras la catástrofe, que se ha llevado las pocas pertenencias de los ciudadanos de esta región pobre de China, azotada el lunes por un terremoto de 7.8 grados Richter, el peor en 30 años.
“En dos días se llevarán el autobús y no tendremos dónde dormir. ¿Qué vamos a hacer?”, clama esta mujer, mientras señala el suelo del descampado lleno de pedruscos y suciedad.
“Nadie viene a ayudarnos. No sabemos qué hacer”, reincide un anciano que también vive en el autobús y que se ha encargado de acumular algunos víveres.
Dujiangyan, una de las ciudades más castigadas por el sismo, lleva tres días sumida en el caos.
El Ejército reparte a cuentagotas agua y comida preparada, pero no quedan tiendas de campaña, una situación que denuncia un anciano.
“Incluso en la distribución de productos de primera necesidad hay jerarquías. Las tiendas azules, mucho más robustas y confortables, han sido reservadas para los oficiales y funcionarios.
Nosotros, mientras tanto, no tenemos ni siquiera un plástico con el que cubrirnos durante la noche”, señala.
El sismo ha dejado hasta ahora carca de 20 mil personas muertas, aunque autoridades chinas temen que el número sea mucho mayor porque miles de personas continúan atrapadas bajo los escombros.
Pese a los problemas para localizar sobrevivientes, no se han perdido las esperanzas. Luego de más de tres días atrapada bajo escombros, una mujer de 22 años fue rescatada en Dujiangyan. Cubierta en polvo y tratando de ver por una pequeña apertura, fue presentada en televisión poco después de su rescate.
“Confiaba en que vendrían a rescatarme. Estoy viva. Soy tan feliz”, dijo la mujer no identificada a la televisora china CCTV.
Aceptan a rescatistas japoneses
El Gobierno chino aceptó que un equipo de rescate japonés se desplace a las áreas afectadas por el terremoto del lunes, informó ayer el Ministerio del Exterior de China.
El ofrecimiento de enviar al equipo a la región fue hecho por el Gobierno japonés y ha sido aceptado, reportó la agencia estatal de noticias Xinhua, citando al ministerio.
China había indicado esta semana que aceptaría dinero y materiales ofrecidos por otros países y organizaciones internacionales para asistir en los esfuerzos de rescate, pero señaló que no necesitaba expertos o personal extranjero para ayudar en las labores.
El Gobierno japonés planeaba enviar el equipo de emergencia ayer. ‘Estamos haciendo preparativos para que el equipo pueda partir esta noche, y su tamaño será de unas 40 o 50 personas, aunque esto aún no está definido’, dijo el subjefe de Gabinete Masahiro Futahashi, citado por la agencia japonesa de noticias Kyodo.
Futahashi indicó que el equipo probablemente estará formado por bomberos, policías, miembros de la Guardia Costera e integrantes de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón.
‘Encontramos a su madre, pero está muerta’
La joven Li lanza un grito al cielo y rompe en llanto cuando el equipo de bomberos le comunica que ha encontrado el cuerpo sin vida de su madre entre los escombros de la ciudad china de Dujiangyan, una de las más afectadas por el sismo.
La señora de 49 años vivía en el tercer piso de una céntrica avenida de la pequeña ciudad, situada a unos 100 kilómetros del epicentro del terremoto de 7.8 grados, y falleció tres días después de quedar sepultadas bajo los escombros.
“No hemos podido hacer nada. Pasé tres noches en vela frente al edificio mientras mi madre moría”, relataba la joven de 20 años, mientras luchaba por contener las lágrimas.
Un grupo de 15 bomberos luchaba contra el tiempo para rescatar a la mujer, enterrada bajo los escombros causados por el desplome del edificio.
Los rescatistas indicaron que hasta el miércoles por la noche los perros-policía señalaban la presencia de una persona viva entre los escombros.
“Hemos hecho todo cuanto hemos podido. Unos cuatro pisos cayeron encima de la mujer”, explicaba cabizbajo, uno de los bomberos.
Decenas de personas seguían en las calles las tareas de rescate, mientras los afectados buscaban culpables a la tragedia.
“La compañía inmobiliaria ha asesinado a mi madre. Pagamos una fortuna por el departamento porque nos aseguraron que el edificio aguantaba terremotos de más de siete grados en la escala de Richter, pero no ha sido así”, gritaba Li, mientras era consolada por el resto de vecinos que sí tuvieron el tiempo de abandonar la vivienda.