Durango

EU para mi residencia, Durango para mi sueño

Fernando junto con su hijo Fernandito, quien se divierte tirándole comida a las palomas, en la Plaza de Armas.

Fernando junto con su hijo Fernandito, quien se divierte tirándole comida a las palomas, en la Plaza de Armas.

El Siglo de Durango

Cuando comienza a platicarme su vida no puedo imaginar el motivo por el que Fernando Barrón, junto con su hijo Fernandito, de cuatro años, se encuentran tan felices en la Plaza de Armas. Ahí tirando un buen puñado de trigo para alimentar a las palomas.

Está de visita en Durango y no se ha podido regresar a Ciudad Juárez, porque su madre está grave. Es ahí en donde se nota una disminución de su alegría. Dice que ella tiene obstruido el esófago y ya tiene una semana hospitalizada. Sus dos hijas, de 24 y 25 años, viven en Estados Unidos, en North Carolina, cuenta. Él está esperando su residencia en la Unión Americana desde hace cinco años, precisamente tiene este mismo tiempo en México y durante 20 ha estado como ilegal. Este sujeto es la historia viva del “mojado” que trata de buscar el sueño americano.

DISCRIMINACIÓN

Afirma que su vida por ahora se encuentra en Estados Unidos, pero su sueño es regresar a su tierra, a Durango, donde quiere poner un negocio, dice en un momento en el que se observa en sus ojos un marcado aliento por alcanzar una meta, pero para eso todavía le falta mucho.

Este sujeto, de 45 años de edad, que nació en Ciudad Juárez pero se crío en la ciudad de Durango, dice que también ha sido víctima de la discriminación en el “otro lado”. “Una vez me iba a pelear, en el trabajo donde se sembraba camote y tabaco, con un güero y alguien nos separó y el ‘boss man’ me descansó 15 días y a este güero le dio trabajo… yo mejor le dejé la chamba ahí y los demandé”, dice al manifestar que aún como ilegal ganó una demanda por discriminación. “Les bajé diez mil dólares”, explica.

Pero eso no lo es todo. En el lugar en donde trabajaba en Benson, North Carolina, después de la jornada de trabajo, los sheriffs estatales los esperaban a la salida de la empresa agricultora en donde laboraban y los perseguían. Era común que éstos, abusivamente golpearan a sus compañeros, indica. Dice que afortunadamente a él nunca le tocó. Además afirma que no sólo los blancos discriminan, sino también los negros, porque ellos dicen que los mexicanos les quitan su chamba.

De pronto me confiesa algo que no sé si creerle o no, pero él asegura que, eso es lo que él escuchaba. “Ahí cerca se encontraba un jefe de los del Kukux Klan”, me explica, y fue entonces que me pregunté si en realidad valía la pena arriesgarse a irse de “mojado” a este país en donde las condiciones para vivir son muy difíciles.

¿VALE LA PENA?

Me dije, que si el dinero no alcanza fácilmente para vivir, entonces, ¿por qué arriesgarse tanto? El mismo Fernando acepta que su hermano lleva 25 años viviendo por allá y lo único que ha hecho es vivir de renta, en Los Ángeles, en un lugar que definió como un cuartito. Fernando por lo menos ya hizo su casa, pero solamente con el apoyo de su familia es como ha salido adelante. Su ventaja es que su esposa es ciudadana norteamericana, aunque es de descendencia mexicana.

Fernando sueña con que pronto le den su residencia. Él confía, pues ya lo han llamado por tres ocasiones en el Consulado americano en Ciudad Juárez, pero algún día pide volver a Durango. Para venir, ya sea con Fernandito, o tal vez sólo a darles trigo a las palomas, a darles calor… el mismo que él y su familia necesitan en su misma tierra.

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