Miguel Rodarte filmó hace dos años la producción estadounidense El Cártel, interpretando a un pistolero al servicio del narco, pero aún no tiene fecha de estreno.
Con frecuencia los filmes referentes al ‘narco’ no llegan a la pantalla grande.
Evita el cine mexicano abordar el tema del tráfico de estupefacientes; este asunto sólo interesa a los videohomes y en la televisión. Hace cuatro años, el escritor Arturo Pérez Reverte dijo que varios directores mexicanos habían carecido de pantalones para llevar al cine la novela La Reina del Sur, cuya protagonista es una narcotraficante.
“Yo entiendo, era un tema muy comprometido, hay que tomarlo con pinzas”, explicó el escritor en ese momento.
Y si uno revisa la filmografía mexicana, parecería que el tema es vedado para el cine nacional en la pantalla grande.
Hay que remitirse a videohomes como “El gato de Chihuahua” y “Cartel de a kilo”, para encontrar películas nacionales basadas en los narcocorridos.
En cambio, Hollywood ha ejecutado guiones como Traffic y Hombre en Llamas, siendo México el protagonista.
“Ojalá algún día el cine los retome”, dice Demián Bichir, quien actualmente interpreta a un alcalde de Tijuana que sostiene relación con el narco en la serie estadounidense de humor ácido Weeds.
“Lo que hago no es más que la continuación de los políticos que hemos tenido, pero esta serie no es nada con lo que hicimos en Nada Personal y Demasiado Corazón. Ahí todo era más arriesgado”, considera.
Pero si el narco es mostrado en televisión, en el cine a veces ha sido fresa, dice el realizador Mario Hernández, quien con Lamberto Quintero se convirtió en uno de los cineastas más taquilleros hace 20 años.
Ahí (en televisión) el protagonista acribilla a sus enemigos o manda como regalo la cabeza de alguno, pero al final se convierte en una historia de amor en la que pierde a la mujer de su vida.
“El narco era un tema sugerido y era un buen pretexto para oír canciones. Ahora no creo que interese ni así, ya son otros tiempos, ya se ve la realidad todos los días en la televisión”, indica Hernández.
En los 80, precisamente, las historias de narco tuvieron auge en el mundo de formatos como el videohome. Era un buen negocio: si alguien invertía un peso, recibía a cambio cinco, al venderse a la comunidad mexicana en Estados Unidos.
Eduardo Martínez, director de Narcovíctimas y Pacas de a Mil, dice: “Me gustaría hacer comedias, pero esto (el narco) es lo que pide el público. El tema es grande y comercial, por eso se hacen muchos corridos”.
El director tiene razón: de acuerdo con el libro Pero me gusta lo bueno, una lectura ética de los corridos que hablan del narcotráfico, de María Luisa de la Garza, existen unas 600 canciones al respecto.
-¿Entonces, por qué a los productores no les interesa?
Básicamente por el costo. -Dice Sandro Halphen, quien pronto estrenará Todos los Días son Tuyos, sobre las actividades de la ETA en México.
Traffic, por ejemplo, costó 48 millones de dólares. Una cinta mexicana cuesta en promedio unos 2 millones.
“Yo al menos conozco cinco proyectos que se intentan hacer sobre el narco, pero los veo caros, por todo lo que deben llevar”, subraya.
Tema inagotable
Miguel Rodarte filmó hace dos años la producción estadounidense El Cártel, interpretando a un pistolero al servicio del narco.
Lo curioso es que ese “trabajo” lo consigue luego de haber sido recogido desde muy niño por alguno de los jefes.
“Mi personaje crece ahí, diría que es como el conseglieri (Robert Duvall) en El padrino”, explica.
En El Cártel, que aún no tiene fecha de estreno, también participaron Mauricio Islas, Gustavo Sánchez Parra y José Sefami.
Rodarte considera que el narco es un tema ideal para el cine mexicano. Aparte de ser una realidad, podría ser visto a través de distintos géneros como comedia o drama.
En los 70, al parecer, sabían que eso podía vender. La Banda del Carro Rojo y Contrabando y Traición fueron algunos de los corridos llevados a la pantalla grande.
Mario Almada fue uno de los actores con más trabajo en cintas alusivas al narco. “Algunos trabajaron de actores. Yo no sabía hasta que alguien decía: ‘Es un narco el que está allá’. Bueno, pues ni modo, es su vida y yo no soy autoridad para juzgarlo”, reveló Almada en junio de 2007.
Las películas mostraban a policías incorruptibles, como El Fiscal de Hierro y a los narcos con un dejo de humanidad, como el ya citado Lamberto Quintero.
Si volviera a hacerse ese cine, comentó Almada, los guiones deberían cambiar. “Serían más sanguinarios”, dice el actor, “antes no era así, ha cambiado mucho”.
A principios del nuevo siglo, Carlos Bolado (Bajo California, el Límite del Tiempo) y Luis Mandoki (Voces Inocentes) fueron los candidatos para dirigir Amapola, cinta que narraría cómo los campos de cultivo en Sinaloa se transformaron, durante la Segunda Guerra Mundial, en los principales productores de esta planta.
Por costos, el proyecto se paró. Ahora el productor Miguel Necoechea espera el momento para volverlo a promocionar.
También se ha sabido de Malverde, proyecto de Juan Carlos Blanco, que no ha podido concretarse. La cinta retomaría la historia del patrono de los narcos, que en realidad era un héroe prerrevolucionario que defendía a los desprotegidos en Sinaloa, y que en cierta ocasión salvó a un chino que le confeccionó un traje de hojas de platanar con el que se ocultaba para robar.
