Según documentos judiciales, Spitzer se habría encontrado con una prostituta en un hotel de Washington el 13 de febrero pasado. (AP)
La oposición al gobierno estatal y el periódico New York Post pidieron hoy la dimisión del gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, tras verse involucrado en un escándalo de prostitución.
La oposición republicana al gobierno estatal pidió formalmente la renuncia de Spitzer, lo mismo que el tabloide conservador New York Post.
El diario The New York Times, que ha apoyado a Spitzer a lo largo de su carrera política y que fue el que destapó el escándalo el lunes, no fue tan lejos pero vio la dimisión del funcionario como inevitable.
Fuentes allegadas al gobernador, citadas por medios locales, afirmaron que el vicegobernador David Paterson y su equipo ya estarían preparando las cosas para que asuma el poder una vez que Spitzer anuncie su salida.
Las fuentes señalaron que Paterson, quien es invidente y sería el primer gobernador negro del estado, ya está contactando a miembros de la legislatura local para informarles de este movimiento.
El asambleísta republicano y líder de su bancada, James Tedisco, dijo que está listo para iniciar un procedimiento de 'impeachment' (juicio político) en caso de que Spitzer no dimita en 48 horas.
El gobernador demócrata se vio envuelto en una red de prostitución de lujo, bajo el nombre de 'Emperor´s Club VIP', de la que habría sido cliente y que está siendo investigada por autoridades federales.
Según documentos judiciales, Spitzer se habría encontrado con una prostituta en un hotel de Washington el 13 de febrero pasado.
Si bien rara vez se persigue en este país a los clientes que solicitan los servicios de una prostituta, el gobernador sí habría violado una ley de 1910 que considera como tráfico de personas que alguien se traslade de un estado a otro para ejercer la prostitución.
En este caso, la prostituta viajó de Nueva York a Washington a petición de Spitzer. Se estima que sus servicios podrían haberle costado hasta cinco mil 500 dólares la hora.
Spitzer, de 48 años, casado y con tres hijas, compareció el lunes brevemente ante los medios para leer una declaración en la que no confirmó ni desmintió lo publicado por la prensa.
El gobernador sólo se limitó a decir que había violado las obligaciones para con su familia y que no había estado a la altura de los estándares que él mismo se había fijado, calificando todo el escándalo como una cuestión personal.