Liliana Navarrete se decidió por medidas quirúrgicas para prevenir el mal. Su mutación eleva la posibilidad de padecer cáncer. (El Universal)
Mutación de genes indica propensión. El Instituto de Cancerología busca una cura a este padecimiento hereditario.
“Soy Liliana Navarrete, tengo 36 años y no me va a dar cáncer”.
Directa y sin rodeos, esta joven de Sahuayo, Michoacán, declara lo que casi ninguna mexicana podría asegurar.
Una de cada 10 mujeres en promedio desarrolla cáncer a lo largo de su vida, pero efectivamente, a Liliana no le va a dar. Se extirpó completamente los senos el año pasado.
“El pecho nada más te sirve para dos cosas: para divertir y para amamantar. Ya amamanté y para que no me dé cáncer, pues no quiero, me lo quité”, dice.
Lo suyo no fue un capricho o locura, sino prevención.
De piel morena y complexión delgada, Liliana es parte de un muy reducido grupo de mujeres en México que logran darle la vuelta a una enfermedad, que en ellas es hereditaria.
Su hermana Sandra murió de cáncer de mama en 2000, a consecuencia de ello, el Instituto de Cancerología invitó a Liliana y su familia a formar parte de un estudio genético que por primera vez llegaba a México.
En 2007, Liliana supo que en ella el cáncer era casi una certeza. “Soy genéticamente positiva, 80% de probabilidades a cáncer de mama, 20% de ovario” señala y muestra el documento en el que se lee que la paciente tiene la mutación del BRCA1.
“Este síndrome de cáncer de mama-ovario hereditario está causado principalmente por dos genes que se llaman BRCA1 y BRCA2 (por sus iniciales en inglés)”, explica Silvia Vidal, la médico genetista al frente de estos estudios en nuestro país.
La posibilidad de estudiar la propensión hereditaria al cáncer no es cosa menor, pues aproximadamente 10% de todos los tipos de cáncer “es de origen hereditario”, revela.
No fue sino hasta hace una década que la genética empezó a cobrar peso en la investigación del mal. Así como sabemos que un gen determina que la mayoría en una familia tenga ojos azules, en la de Liliana una mutación en un par de cromosomas indica que hay propensión al cáncer de mama, ovario y en menor medida colon y páncreas.
Su padre resultó ser el portador de la mutación aunque nunca desarrolló cáncer.
“Si está mutado uno o el segundo gen llamado BRCA, probablemente durante su vida pueda alcanzar un riesgo hasta 80% de desarrollar cáncer de mama”, asegura Enrique Bargalló jefe del Servicio de Tumores Mamarios en Cancerología.
Pero no se trata de un estudio sencillo. Son necesarios distintos “marcadores” y pruebas hasta encontrar en cuál de todos nuestros archiveros genéticos está la falla que provoca el cáncer, dice. Por lo general el BCRA1 y BCRA2 se encuentran en los cromosomas 13 y 17.
“A mí me dicen en febrero del año pasado que soy positiva y en ese momento me fui al suelo. Pero si tienes un riesgo de 80%, no lo piensas mucho; me las quito”, relata Liliana, quien se sometió el año pasado a una mastectomía. Es madre de una niña nueve y un niño de siete.
“Vieron a mi hermana en su etapa terminal, la vieron morir. Para ellos cáncer es ‘se murió’, y yo digo ‘a mí no me va dar’, por eso me operé”, concluye.
Batalla contra el tiempo
En Ariadna Hernández Villalobos, positiva a la mutación del gen BCRA2, las probabilidades de cáncer son más fulminantes.
La edad y la fertilidad son catalizadores del mal y por ello libra una batalla contra el tiempo. “Una mujer de mi edad, 30 años, que no ha tenido hijos o embarazos tiene 95% de probabilidades de desarrollar cáncer de mama en los próximos 10 años”, asegura.
El cáncer es genético, pero no lo supieron sino hasta hace 15 años cuando en cuatro años, murieron dos miembros Villalobos.
Hasta que se realizaron el estudio molecular confirmaron lo que ya era una sospecha. “Fuimos como 18 personas de inicio y cinco después, y de esos 23 sólo seis son negativos”.
En la familia de Ariadna el origen de la mutación está en Oralia, su abuela.
Pero, contra todo pronóstico, en sus 71 años no desarrolló el mal. Por eso la palabra cáncer no era parte del vocabulario familiar.
Ariadna, quien vivió de cerca el cáncer de su madre, no tuvo reticencias una vez que se supo positiva a la mutación BRCA2.
Soltera y sin hijos, está a dos meses de retirarse las glándulas mamarias. Su pareja la apoya, pero además la decisión, dice, tiene sentido: “Es toda la probabilidad del mundo de que te dé y si lo ves en perspectiva mucha gente se opera por vanidad... entonces ¿no te operarías en una situación de salud? Una mujer vale mucho más que un seno”.
Tratamiento costoso
Muy pocos en México tienen la oportunidad de actuar previo al cáncer.
El Instituto Nacional de Cancerología es el único centro médico de todo el país con la tecnología para estos estudios moleculares. Le da seguimiento a un grupo de 80 familias que seleccionó en 2000.
La encargada del proyecto, la doctora Silvia Vidal, reconoce las carencias: “Los estudios no están muy disponibles para la población en general”.
Cada año, Cancerología recibe cerca de 600 pacientes de primera vez: “Si consideras que del 10% puede ser familiar o hereditario, nos estamos quedando cortos”.