Por lo general, la mayoría de la gente tiene la tendencia de echarle porras a quienes parecen estar en desventaja. Por algún prurito moral, por la educación que nos han dado las películas de superación personal, o por simple identificación con el maltratado, solemos ponernos del lado del débil y no del poderoso; del pobre y no del rico; del aparentemente condenado, y no del verdugo.
Eso lo vemos en todos los ámbitos de la vida: cuando el feo quiere a la bonita, deseamos que se la ligue, y que la bella mande por un tubo al galán con facha y copetito ridículo estilo Enrique Peña Nieto. O cuando un negocio chico batalla porque cerca de él se estableció una competencia gigantesca, nos ponemos de parte del pequeño… aunque a veces no compramos ahí por simple comodidad.
Por supuesto, siendo el deporte lo que es, resulta una actividad que se presta para que ese favoritismo por los débiles se manifieste con harta regularidad. Aunque lo que ocurrirá el día de hoy nos deja rascándonos la cabeza.
El equipo de beisbol de las Mantarrayas de Tampa Bay, es una de las franquicias más jóvenes (en todos los sentidos) de las Grandes Ligas. Nacido apenas en 1998, el equipo siempre ha sido bastante, bastante malito. Durante su breve historia siempre ha andado arrastrando la cobija, peleando básicamente por no quedar en último lugar no sólo de su división, sino de toda la Liga Americana. Su nómina es de las más bajas de la Gran Carpa. Vaya, cuatro o cinco jugadores de los Yankees o de los Medias Rojas ganan más que todo el equipo de Tampa, aguadores y recogebolas incluidos.
Pero este eterno perdedor le dio la vuelta a la tortilla, y esta temporada se convirtió en un trabuco: dominó la división Este de la Liga Americana durante casi toda la temporada, y dio cuenta de equipos más experimentados y con nómina mucho más alta. De más está decir que durante la postemporada, muchos estábamos con las Mantarrayas, aunque en nuestra vida hubiéramos tenido en cuenta a ese equipo: simple sentido de la solidaridad.
Pero hoy que comienza la Serie Mundial, enfrentando al equipo de Filadelfia, ya no sabemos para dónde hacernos. Y es que los Filis tienen la nada agradable distinción de ser el equipo más perdedor de la historia de todos los equipos profesionales de los Estados Unidos. Hace poco, la escuadra de la Ciudad del Amor Fraternal llegó a las diez mil derrotas durante su historia. Sí, se necesita ser muy ocioso para hacer esas cuentas. Pero con esos números, de manera contundente se prueba que el equipo de los Filis nació para perder.
Así pues, hoy nos enfrentamos a un dilema: hay dos equipos históricamente fregadones luchando por el campeonato. Ahora no podemos irle al peor, o al visto como inferior… porque no sabemos cuál es. La verdad, odiamos ese tipo de dilemas. Tan fácil que es seguir nuestros instintos masoquistas e irle al débil… para luego consolarnos con que su derrota era esperable.