(Décima novena parte)
Continuación...
Mi mente aceptó la idea, y yo tome la decisión de no tomar, de no poseer nunca dinero, y yo quería tenerlo, soñaba que tenía todo el dinero del mundo, que podía comprar todo lo que yo quisiera, que tenía recursos para comprarme mucha ropa, comer en los mejores restaurantes, que tenía mi cartera llena de dinero, y trabajaba mucho, me levantaba muy temprano, recuerdo que trabajaba cuando estaba en secundaria como corrector en el periódico “El Sol del Norte” en la ciudad de Saltillo, Coah., donde vivimos un tiempo, además cuando tenía que ir por las tortillas a la hora de la comida, también se las traía a las vecinas y me ganaba dinero con ello, enseñaba a manejar a señoras a la edad de catorce años, ya que mi padre me había enseñado a manejar a la edad de diez años en la base aérea militar en Santa Lucía, Edo. de México; en la ciudad de Mérida, Yucatán, trabajé estando en preparatoria en el aeropuerto como despachador de vuelos, en el puerto de Manzanillo, Colima trabajé como coordinador de eventos en el Hotel “Camino Real Las Hadas”, etc., pero el dinero no me rendía, no me alcanzaba.
En base a este análisis, me interné en mis experiencias y llegué a la conclusión de que muchos fracasamos en nuestro intento de obtener esa abundancia monetaria o económica, que se supone que muchos deseamos, porque tenemos lo que llamé “Heridas en el bolsillo” o “Heridas de la riqueza” que es una combinación entre experiencias negativas y conductas que son incompatibles con el tener y mantener dinero.
Esta gama de heridas las llamé “Las heridas de la riqueza” o “Heridas de la abundancia”. Son experiencias que interfieren con el éxito financiero. Son asociaciones que tenemos con el hecho de obtener dinero. Yo sé que puede sonar absurdo, pero así es. Me habló en una ocasión un señor, que había asistido a uno de mis cursos, para ver si lo podía recibir, pues estaba muy deprimido porque había iniciado un negocio y a pesar que las ventas le estaban resultando muy bien, el negocio iba para atrás, él gastaba más de lo que ganaba. Cuando él me preguntó, -Germán, ¿por qué me siento así? Bueno, le dije, lo que pasa es que para usted el tener mucho dinero le produce más angustia que placer. Se me quedó viendo y dijo, -pero Germán, si lo único que yo hago es trabajar como un burro para poder tener dinero. Sí, si le dije, pero yo no estoy hablando del dinero para sobrevivir, yo hablo de mucho dinero, de bastante dinero, mejor dicho, de una abundancia gigantesca de dinero. Pero el dinero no lo es todo en la vida, -me respondió de inmediato-, estamos de acuerdo le dije, pero averigüemos exactamente, qué significa el dinero para usted.
Le proporcioné papel y lápiz y le dije –escriba, cada pensamiento que se le venga cada vez que yo diga la palabra dinero- está bien, no se guarde nada, lo primero que se le venga a la mente, póngalo en el papel, ¿listo? ¡Dinero! Y él escribía... ¡Dinero! Y volvía a escribir y así hasta que terminamos el ejercicio. Revisé lo que había escrito y encontramos lo siguiente: ¡Dinero! “Comprar una casa más grande”; ¡Dinero! “Viajar”; ¡Dinero! “Un carro nuevo”; ¡Dinero! “Saber de finanzas”; “Más trabajadores”; “Más trabajo”; “Más impuestos”; “Más gastos”; “Menos amigos”; “Más preocupaciones”.
Muy bien le dije. Ahora analicemos lo que usted tiene asociado en su mente con dinero, ponga un signo positivo con todas aquellas frases o palabras que tiene asociadas con dinero que sean positivas y el signo negativo en las opuestas.
Después que terminó le dije –cuénteme, cuántas frases tiene asociadas con el aspecto positivo del dinero- las contó y me dijo, tres. Bien, ahora cuente las negativas... Mmmmm, ocho –me dijo-.
En este caso hacíamos consciente la raíz de esta grabación, y se me venía a mí a la mente aquella terrible orden de mi padre: “Jamás agarres un peso” que por mucho tiempo me estuvo manejando.
En un curso, tratando este tema de los dineros, me comentaba un gerente de ventas de una agencia automotriz, que reunió a sus vendedores a fin de año, para hacer el análisis de los resultados obtenidos por la compañía en cuanto a ventas se refiere.
Cuando recibió los informes del departamento de contabilidad, se dio cuenta que uno de los vendedores había ganado comisiones por valor de cinco veces más que el vendedor que ocupaba el segundo lugar.
Este dato lo inquietó un poco, pues siendo que se trataba de un individuo no muy brillante, ni muy bien preparado, quiso saber más acerca de él y lo mandó llamar a su despacho para tener una breve conversación privada antes de la junta con los demás vendedores.
De lo que ahí hablaron no se supo jamás, pero por las palabras que le dirigió al cuerpo de ventas, podemos deducir cuál fue el contenido de dicha conversación. En la reunión se les dijo: “Señores vendedores, aquí tenemos a Abel, quien ganó este año comisiones cinco veces más que el promedio de ustedes, díganme, ¿Abel es cinco veces más alto que ustedes? ¡No! ¿Tiene cinco veces más horas durante el día para hacer ventas? ¡No! ¿Es cinco veces más inteligente que ustedes? ¡No!”.
Y así estuvo comparándolos en varios terrenos, en los cuales definitivamente aquel vendedor no era más que los demás, así que terminó su plática diciéndoles: “Entonces ¿por qué Abel ganó cinco veces más que ustedes?, ¿saben por qué?, porque Abel decidió este año ganar este dinero, porque su mente se condicionó desde el primer mes a obtener un ingreso alto, porque él pensó y creyó ciegamente que podía lograr ese ¡ingreso! Terminó su mensaje aquel gerente de ventas a su cuerpo de ventas.
Lo mismo le digo a usted, ¿cuál es su decisión en cuanto al nivel económico de su vida? ¿Quiere tener un gran éxito?, ¿un mediano éxito?, o ¿ni siquiera ha pensado a cuánto ascenderán sus ingresos este año? Continuará...
Este sábado 22 de febrero, y con motivo del Centenario de la fundación de “Torreón”, y en año Jubilar de su Diócesis, impartimos en el auditorio del “Hospital Ángeles” la conferencia “Hombres Difíciles, Mujeres Complicadas” de 5:00 a 7:00 de la tarde. Durante el mes de marzo, las conferencias se llevarán a cabo en el auditorio de Cimaco Cuatro Caminos, los sábados en el mismo horario. La intención es que todos los laguneros tengamos una Actitud de Clase Mundial que marque la diferencia en estos tiempos, basadas en esta columna de valores, separe su lugar pues en cada conferencia hay un cupo limitado. Lo esperamos en nuestra dirección electrónica que ponemos a sus órdenes con Germán de la Cruz Carrizales:
(pmgerr@hotmail.com)
(pmgerr@yahoo.com.mx)
Y en el teléfono 717-63-76. La siguiente semana veremos la vigésima parte de Origen, Causa y Efecto II de la serie y próximo libro Despertar... es. Gracias por su atención.
“QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR”.