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Febrero: La NASA, cincuentona… y se le nota

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Seguimos haciendo un recorrido por las noticias más relevantes del año que se termina. Hoy le toca el turno a febrero, mes en que la NASA cumplió cincuenta años de existencia.

Y decíamos que si quiere cumplir otros cincuenta, debería fijarse objetivos claros, funcionales y operativos para el futuro próximo. Si no para el siguiente medio siglo, sí al menos para las siguientes dos décadas.

Y es que la investigación espacial no es “enchílame otra”, una actividad en que se pueda improvisar y poner en práctica brillantes ideas que surgieron con la oreja pegada a la almohada la noche anterior. Estamos hablando de esfuerzos conjuntos que pueden durar años, proyectos que han de echarse a andar en el momento preciso, calculado tal vez un lustro atrás.

Por supuesto, la NASA tiene varios proyectos en marcha y en fase inicial. En vista del fracaso del programa del Transbordador Espacial (que ya le ha costado la vida a más de una docena de astronautas), el énfasis se ha volcado en la exploración planetaria con artefactos no tripulados; y en la construcción y puesta en marcha de la Estación Espacial Internacional, un esfuerzo cuyo precio se ha duplicado y que ya va como tres años atrasado según el cronograma original. Pero al menos no ha tenido ni accidentes ni sobresaltos de consideración.

Por ahí anda también el proyecto de enviar una misión tripulada a Marte alrededor del año 2030. La verdad, la verdad, cuando George W. Bush lo anunció, poca gente le hizo caso. No sólo porque a Bush poca gente le hace caso con respecto a nada; sino porque un objetivo a veinte años se ve muy lejos, y sabemos que en ese lapso pueden ocurrir muchas cosas.

El programa no tripulado de exploración planetaria ha resultado un éxito: los rovers en Marte han durado dando la función mucho más de lo que nadie había esperado. Y en febrero una sonda estaba tomándole fotos a una buena parte de Mercurio, planeta del que no sabemos casi nada. Esos esfuerzos tienen varias ventajas: son mucho más simples y baratos que los viajes tripulados; y no se ponen en riesgo vidas humanas. Claro que no provocan grandes emociones. Digo, uno puede angustiarse por lo que le pase a un astronauta; pero como que no le dará mucho crédito ni se emocionará por la resistencia de un vehículo del tamaño y la facha de un horno de microondas.

En todo caso, y pese a sus problemas, la NASA sigue siendo una organización pionera y líder en un campo en el que pocos humanos y países se aventuran. Y ahora con la colaboración de rusos, europeos, canadienses y japoneses, debería demostrar que sus mejores años no fueron los anteriores, sino que todavía están por venir. Como representante de la generación que en su infancia se emocionó con los logros de la NASA, hace cuarenta años, esperamos que así sea.

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