En una fotografía de archivo del ocho de enero de 1959, Fidel Castro celebra la victoria del movimiento revolucionario sobre el régimen de Fulgencio Batista. A la izquierda, su hermano Raul Castro. De manera enérgica Fidel Castro protesta contra el embargo de Estados Unidos durante un mensaje el 31 de octubre de 2003 en La Habana, Cuba. Dos hombres leen el diario oficial Granma que publica, un mensaje del líder cubano, Fidel Castro, en el que anuncia que no aspirará, ni aceptará “el cargo de presidente del consejo de estado y comandante en jefe”. En una foto del 13 de agosto de 2006 se observa a Fidel Castro en cama al recibir un regalo del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, mientras Raúl Castro los observa. (Fotografías de EFE y AP)
Tras 50 años en el poder el líder cubano deja por razones de salud los cargos de presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe.
El presidente cubano, Fidel Castro, de 81 años, anunció ayer que no aceptará de nuevo, por razones de salud, “el cargo de presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe”, lo que significa su jubilación tras 50 años en el poder y 19 meses de convalecencia.
“Les comunico que no aspiraré ni aceptaré -repito- no aspiraré ni aceptaré, el cargo de presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe”, reiteró en un mensaje que publicó ayer el diario oficial “Granma”.
El documento firmado por Castro, que delegó sus cargos provisionalmente en julio de 2006 en su hermano Raúl, de 76 años, afirma que “las nuevas generaciones cuentan con la autoridad y la experiencia para garantizar el reemplazo”.
“Desempeñé el honroso cargo de presidente a lo largo de muchos años”, recuerda el líder hasta ahora indisputado de esta isla de las Antillas de 111 mil kilómetros cuadrados y poco más de 11 millones de habitantes.
“El 15 de febrero de 1976 se aprobó la Constitución Socialista por voto libre, directo y secreto de más del 95 por ciento de los ciudadanos con derecho a votar”, agrega la nota divulgada ayer por la madrugada en la página de Internet del diario del comité central del Partido Comunista cubano.
El anuncio se produce apenas cinco días antes de que el próximo domingo el Parlamento, en la instalación de un nuevo periodo quinquenal, nombre un nuevo Consejo de Estado, del que Castro es hasta ahora presidente.
“La primera Asamblea Nacional se constituyó el 2 de diciembre de ese año (1976) y eligió el Consejo de Estado y su Presidencia. Antes había ejercido el cargo de Primer Ministro durante casi 18 años. Siempre dispuse de las prerrogativas necesarias para llevar adelante la obra revolucionaria con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo”, recuerda Castro.
Convaleciente de una enfermedad intestinal, el octogenario líder cubano añade que su “deseo fue siempre cumplir el deber hasta el último aliento”, pero admite que su “estado crítico de salud” le ha apartado del poder.
Agrega que “traicionaría” su conciencia “ocupar una responsabilidad” que “requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer”.
“El propio Raúl, quien adicionalmente ocupa el cargo de Ministro de las F.A.R. (Fuerzas Armadas) por méritos personales, y los demás compañeros de la dirección del Partido y el Estado, fueron renuentes a considerarme apartado de mis cargos a pesar de mi estado precario de salud”, añade Castro.
“Era incómoda mi posición frente a un adversario que hizo todo lo imaginable por deshacerse de mí y en nada me agradaba complacerlo”, afirma, en referencia a Estados Unidos.
En La Habana circulaban en las últimas semanas innumerables versiones sobre qué pasaría este domingo, desde las que auguraban un anuncio de retiro previo (y acertaron), hasta las que juraban que el carismático líder cubano jamás se jubilaría, pese a sus padecimientos.
Según diplomáticos acreditados en La Habana, queda por confirmar si el mensaje de Fidel ratifica el nuevo liderazgo de Raúl, a quien se atribuye un pragmatismo y un deseo de reformas para paliar las agudas escaseces de alimentos, viviendas, transporte y otros productos y servicios básicos que padecen los cubanos.
Y resta por comprobar, agregan, que Raúl Castro sepa cómo resolver esas angustiosas carestías.
Sobre el anuncio de su retiro, Fidel Castro comenta que le preocupó siempre “evitar ilusiones que, en el caso de un desenlace adverso, traerían noticias traumáticas a nuestro pueblo en medio de la batalla”.
“Prepararlo para mi ausencia, psicológica y políticamente, era mi primera obligación después de tantos años de lucha”, añade el mensaje.
Del kalashnikov a las batas blancas
En su empeño por ver a una América Latina unida frente al imperialismo, Fidel Castro utilizó todas las tácticas a su alcance, desde el apoyo militar brindado a las guerrillas en la década de 1980 a la exportación de servicios de médicos en los primeros años del nuevo siglo.
Para intentar hacer realidad su deseo, Castro contó en los últimos años con la ayuda del líder venezolano, Hugo Chávez, el alumno más aventajado del jefe de la Revolución Cubana y presidente del quinto país exportador mundial de petróleo.
Muy poco le importó al líder cubano no estar dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA), que expulsó a Cuba en enero de 1962, tras la instauración del embargo económico y comercial impuesto por EU, y que llevó a todos los países de la región, salvo a México, a romper relaciones con la isla en los meses siguientes.
Tras el aislamiento que sufrió durante la década de 1970, Cuba fue recuperando las relaciones con sus vecinos, con altibajos, en función de sus intereses y de las diferentes situaciones históricas y políticas.
A principios del siglo XXI, y tras el fracaso de la vía armada en América Latina, Fidel Castro se volcó en la exportación de la revolución a través de la cooperación.
Muy lejos quedaban los tiempos en que el régimen cubano brindó apoyo a la guerrilla sandinista en Nicaragua o al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador.
Castro supo adaptarse a los nuevos tiempos y cambiar el “kalashnikov”, el arma utilizada por las guerrillas izquierdistas, por una particular “revolución de batas blancas”, en un intento de impulsar una integración latinoamericana con cooperación médica y sanitaria.
El petróleo de Venezuela y la habilidad política de Castro fueron las bases del relanzamiento de la vieja idea de una revolución “bolivariana” en América Latina, en un momento en que la región daba un giro político a la izquierda tras décadas de gobiernos dictatoriales.
Castro vio a Hugo Chávez consolidarse en el poder tras el golpe de Estado de 2002, asistió al triunfo electoral del dirigente indígena Evo Morales en Bolivia y a la victoria en las urnas del sandinista Daniel Ortega, otro de sus incondicionales, en Nicaragua.
También celebró los triunfos de los izquierdistas Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil; Martín Torrijos, hijo del popular Omar Torrijos, en Panamá, y de Tabaré Vázquez en Uruguay.
Fidel Castro estrenó el siglo movilizando decenas de miles de técnicos sanitarios, educadores y deportistas para trabajar en zonas marginales de América Latina en el marco de estos nuevos procesos de cooperación.
Paralelamente, decenas de miles de latinoamericanos se beneficiaron de la llamada “Operación Milagro”, puesta en marcha por Chávez y Castro para atender a enfermos de la vista sin recursos.
Pero, detrás de los acuerdos de solidaridad y cooperación, había un importante trasfondo político y económico.
Cuba recibe diariamente cerca de cien mil barriles de petróleo de Venezuela a precios preferenciales que retribuye con sus servicios médicos, educativos y deportivos.
La factura por los servicios prestados por estos profesionales en el exterior llegó a convertirse en el principal indicador de crecimiento de la débil economía del país.
Tras la retirada de Fidel Castro, de 81 años y gravemente enfermo desde hace año y medio, el tiempo dirá si Cuba puede mantener este rentable modelo de cooperación y conservar su estrecha alianza con Venezuela.
Adiós de Castro provoca esperanza, escepticismo, reclamaciones y elogios
Esperanzas de cambio, escepticismo, llamamientos a la liberación de los presos políticos y también elogios a Fidel Castro fueron las reacciones más comunes en América y Europa al anuncio hecho ayer por el líder cubano de que dejará el poder después de casi 50 años.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, aseguró desde Ruanda, que la renuncia de Castro “debe ser el comienzo de la transición democrática en Cuba” y para ello se debe empezar con la liberación de los presos políticos.
El “número dos” del Departamento de Estado de Estados Unidos, John Negroponte, dijo, que no se imagina que el levantamiento del embargo impuesto por su país a Cuba en octubre de 1960 “ocurra pronto”.
Los aspirantes demócratas a la Casa Blanca Barack Obama y Hillary Clinton, así como el republicano John McCain, exigieron también al régimen cubano la liberación de todos los presos políticos y una transición hacia la democracia.
Los grupos del exilio cubano en Miami reaccionaron con serenidad y escepticismo ante la noticia de la renuncia.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, afirmó desde México que tras la renuncia de Castro espera un cambio interno en Cuba a partir del “diálogo democrático y pacífico”.
México consideró la renuncia como “un acontecimiento de gran trascendencia en la vida política” de Cuba y anunció que “seguirá con atención los acontecimientos políticos en esta nueva etapa de la historia” de ese país.
El Gobierno Mexicano en un comunicado dijo que buscarán “seguir avanzando en el proceso de acercamiento bilateral, iniciado hace varios meses” luego que las relaciones pasaron por su peor momento durante el mandato del presidente mexicano Vicente Fox (2000-2006).
El canciller venezolano, Nicolás Maduro, ensalzó desde Argentina la figura de Fidel e indicó que para quien estudie “la historia de América Latina y de la humanidad en los últimos 50 años, siempre tendrá que contar con el antes y el después de la Revolución Cubana, el antes y después de Fidel Castro”.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, el principal aliado de Castro, aún no se pronunció, como tampoco lo han hecho otros Gobiernos latinoamericanos, como el de Ecuador, Nicaragua y Uruguay, entre otros.
Entre tanto, el jefe de Estado brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que está “muy satisfecho” de que Fidel Castro se despida del poder “mediante un proceso muy tranquilo”, dijo Lula a los periodistas.
El primer ministro peruano, Jorge del Castillo, y los ex presidentes uruguayos Jorge Batlle y Luis Alberto Lacalle se declararon confiados en que la salida del poder de Castro devenga en una apertura democrática y una transición pacífica en Cuba.
El presidente de El Salvador, Elías Antonio Saca, también confió en que la renuncia de Fidel propicie elecciones democráticas en la isla, mientras el frente ex guerrillero FMLN consideró que es una transición en el proceso revolucionario de Cuba.
Los presidentes de Costa Rica, Óscar Arias, y de Guatemala, Álvaro Colom, descartaron la posibilidad de que la renuncia traiga cambios de fondo en el sistema político de Cuba en el corto plazo y en las relaciones con sus países.
El ministro portavoz chileno, Francisco Vidal, manifestó su esperanza de que Cuba “se encamine hacia un horizonte”, sin especificar a cuál.
Los ministros de Relaciones Exteriores de Canadá, Maxime Bernier, y de Colombia, Fernando Araújo, dijeron tras una reunión en Bogotá que esperan que el retiro de Castro abra un nuevo camino democrático en la isla.
Por su parte, el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, dijo que la “relación fuerte” que mantiene su país con Cuba “no depende de una persona”, mientras el presidente hondureño, Manuel Zelaya, expresó su “respeto” y agradeció la ayuda en educación y salud que brinda el régimen cubano a su país.
La Unión Europea (UE), a través de su Alto Representante, Javier Solana, expresó su deseo de que la renuncia de Castro permita a Cuba encaminarse hacia una transición “pacífica y rápida” que beneficie a todos los cubanos.
Por su parte, la Comisión Europea reiteró su oferta de entablar un “diálogo político constructivo” encaminado a la democratización de la isla, según el portavoz del comisario europeo de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Louis Michel.
Gobiernan desde hace más de 25 años
La relación de los jefes de Estado que llevan más de 25 años en el poder es la siguiente:
* Rey Bhumibol Adulyadej de Tailandia, desde 1945.
* Reina Isabel II de Inglaterra, desde 1953.
* Omar Bongo, presidente de Gabón desde 1967.
* Hassanal Bolkiah, sultán y primer ministro de Brunei desde 1967.
* Muamar el Gadafi, presidente de Libia desde 1969.
* Qabus bin Said al Said, sultán y primer ministro de Omán desde 1970.
* Reina Margarita de Dinamarca, desde 1972.
* Rey Carlos Gustavo de Suecia, desde 1973.
* Rey Juan Carlos I de España, desde 1975.
* Maumoon Abdul Gayoom, presidente de Maldivas desde 1978.
* Ali Abdullah Saleh, presidente de Yemen desde 1978.
* José Eduardo Dos Santos, presidente de Angola desde 1979.
* Teodoro Obiang Nguema, presidente de Guinea Ecuatorial desde 1979.
* Robert Mugabe, presidente de Zimbabue desde 1980.
* Reina Beatriz de Holanda, desde 1980.
* Hosni Mubarak, presidente de Egipto desde 1981.
* Paul Biya, presidente de Camerún desde 1982.