El primer lugar del concurso de piñatas convocado por el el Museo Nacional de Antropología (MNA) fue para Fany Yasmín Ortega con la cabeza de Tláloc.
En la tradición mexicana, romper piñatas en las posadas tiene un gran valor cultural y familiar. Esta práctica comenzó en 1587, cuando los frailes de la Nueva España realizaron las primeras “misas de aguinaldo”, en las que se quebraban ollas de barro adornadas con colores vistosos que representaban a Satanás, los dulces y la fruta del interior aludían a los placeres y las tentaciones, mientras que los picos simbolizaban los pecados capitales.
En su interés por preservar esta tradición, el Museo Nacional de Antropología (MNA) efectuó su concurso anual de piñatas, cuyo primer lugar fue obtenido por la niña Fany Yasmín Ortega, de diez años de edad, quien elaboró una que simula la cabeza de Tláloc, dios de la lluvia.
¡Dale, dale, dale¡ es el nombre del certamen que promueve la creación de piñatas a partir de la técnica tradicional, basada en el uso de un recipiente de barro, engrudo, periódico, papeles china, crepé, metálico, celofán y cartoncillo.
Un total de 20 piñatas con formas de animales, personajes, plantas mexicanas y las tradicionales de siete picos, fueron las que se registraron para el concurso, mismas que elaboraron niños, jóvenes y adultos que participaron en el taller impartido durante noviembre por el Departamento de Servicios Educativos del museo adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los ganadores de la categoría infantil y juvenil fueron: Fany Yasmín Ortega, con la piñata alusiva a Tlalóc; Valeria Torres Gómez y Fernanda Flores Rodríguez, quienes vistieron sus ollas como estrella de seis picos.
La categoría de adultos fue ocupada por Rita Aguilar y Álvarez, quien elaboró una piñata con la forma de un nopal con tunas; Georgina García Torres, quien recreó el penacho de Moctezuma; y José Manuel Vázquez, con una creación en forma de venado.
El jurado calificador conformado por los talleristas del MNA, consideraron la originalidad de cada una de ellas. Los primeros lugares de ambas categorías se hicieron acreedores de una cuenta de ahorro de dos mil pesos; los segundos recibieron teléfonos celulares y los terceros obtuvieron reproducciones de piezas arqueológicas hechas en los talleres del INAH.