‘EL PUESTO NO ES UN CAMPO DE ENTRENAMIENTO’
Y me refiero sobre todo, a los servidores públicos, que sin tener conocimiento de la Administración pública, de las relaciones públicas, ni siquiera el conocimiento del territorio donde pisan y que ahora dirigen, han sido colocados en el puesto para que puedan ser los verdaderos servidores, que velen por el bienestar, seguridad, transporte, y todo lo que sea en beneficio de la población a la que se deben; por lo tanto deberían de escucharla para tomar las decisiones más acertadas y en su beneficio.
Un buen servidor, escucha a su pueblo. El Rey David pidió sabiduría a Dios para saber dirigir a su pueblo, no le pidió riquezas, ni títulos nobiliarios, ni ser aplaudido por el pueblo, ni que sus mejores amigos estuvieran en la nómina, sólo por que le ayudaron en la campaña electoral. Sabiduría, riqueza inagotable.
Si los servidores lerdenses no tienen idea de esta filosofía, mucho menos pueden tener la actitud de practicarla y vivir para servir; quieren enriquecerse y repartir el botín entre sus compinches, “porque solamente estaremos tres años y chin... chin... el que deje algo”.
Si ya estoy en el puesto, debo por lo menos tener sentido común, pero vemos que es el menos común de los sentidos.
Es necesario rodearse de gente que tenga cualidades de servir a la todavía bella Ciudad Jardín.
Atentamente,
Juan B. Andrade Ramírez,
Ciudad Lerdo, Durango.
‘MOURIÑO VS. SPITZER, MISMO PROBLEMA DIFERENTE SOLUCIÓN’
Casi simultáneamente en México y Estados Unidos se presentaron casos que involucran a dos políticos de alta jerarquía, las irregularidades que presuntamente cometieron, además que se consideren delitos en contra de la legalidad, contravienen la moralidad con la que actuaron en sus respectivos cargos oficiales.
Al mexicano secretario de Gobernación, se le acusa de haber firmado contratos con Pemex, representando a su empresa familiar siendo funcionario del Gobierno y al estadounidense gobernador del estado de Nueva York, por estar vinculado con una red de prostitución.
Sin embargo, el primero recibe el apoyo del presidente y de su partido, por considerar que es un intento de descalificar a un funcionario. El segundo presenta su renuncia señalando que no puede permitir que sus errores alteren la vida cotidiana de los neoyorquinos.
Ustedes, amables lectores, ¿qué opinan, cuál de los dos actuó responsablemente en bien de su país?
Atentamente.
José Villarreal T.,
Torreón, Coahuila.