LA DIETA DE LA CUCHARA
“‘Tábamos mejor cuando ‘tábamos peor”, le dijo un obrero a un albañil cuando a la hora de almorzar sacaron lo que sus esposas les habían preparado, uno llevaba tacos de bandera (chile, cebolla y tomate) y el otro tortillas con sal, eso sí ¡muy bien servidos!
Esta frase popular se acomoda hoy que nos despertamos a diario con las alzas a los precios de los productos de la canasta básica agudizando la preocupación de amas de casa y trabajadores que ya no completan ni para medio comer. Es inhumano observar y no hacer nada como una sociedad unida y como Gobierno democrático el no tener ya un control exacto de las cosas.
Lo que ya es caro resulta que no lo adquirimos a su precio real pues ya está subsidiado (medicamentos, luz eléctrica, tortilla, etc.) y lo que no, pues muy pocos tienen acceso a ello (autos, ropa, muebles).
Este cuello de botella que inhibe las ventas de los comerciantes que a su vez tienen que encarecer sus productos generan el alto nivel de desempleo y en consecuencia la recesión en la productividad.
Pero yo aún recuerdo las promesas de campaña de los dos presidentes de la República (el “Espurio” y el “Legítimo”, ahí cada quien que se acomode como quiera) cuando una vez más nos engañaron con la baja de la gasolina, la luz y los precios de productos básicos.
“Solecitos” y “panecitos” vociferaban que de ganar su gallo, el crecimiento real de nuestra economía sería hasta de un 5% sostenido. Los últimos aumentos revelan una inflación similar a la de los años ochenta y noventa y no se le ve freno. Pero alégrese, pronto recibirá en el sueldo mínimo sus cinco pesotes de aumento y distribúyalos como la canción “Carta a Eufemia”, mientras nuestros flamantes diputados ya se aumentaros el sueldo dos veces y ganan cada uno cerca de 150 mil pesos, sólo de sueldo al mes, lo demás son “prestaciones”.
Por ello en las próximas campañas electorales sólo habrá un lema para todos los partidos y todos los candidatos: “Haz un nuevo rico: ¡vota!”.
Mientras que las cortinas de humo de la reforma energética, con sus Adelitas y los planes de la resistencia civil pacífica ocupen los titulares y la lucha al narco siga sumando decomisos y acapare los noticieros, estaremos distraídos y calladitos aunque el precio de pan, leche, tortillas, pollo, carne, medicinas y demás sigan su ruta veloz por el camino de la carestía.
Por eso, yo he iniciado una dieta que será permanente: cuando en mi hogar al comer unos frijolitos refritos (platillo mexicano al que todavía podemos acceder) me pregunte mi esposa: ¿quieres más pan? Le diré que no, que mejor como con cuchara.
Miguel Gerardo Rivera,
Torreón, Coahuila.