EN CASETA DE AUTOPISTA NO PRESTAN TELÉFONO
¿De qué sirve que se paguen casetas en la autopista si cuando tienes un percance o accidente automovilístico no te dan atención de ninguna clase y ni siquiera te facilitan el teléfono?
El domingo pasado mi familia venía por carretera de Saltillo a Torreón y a la altura del kilómetro 171 se desgarró una llanta trasera del vehículo donde viajaban, mi suegro trató de controlar la camioneta, pero salieron volando prácticamente a la terracería que hay entre la carretera, al momento de caer se reventó una llanta delantera y después la otra trasera, es decir, tres llantas quedaron inservibles, aparte de los golpes de la camioneta, esto pasó alrededor de las 19:30 de ese día, una persona fue a la caseta que está cerca de la “Cuchilla” y pidió de favor que mandaran una grúa y una ambulancia, diciéndoles ellos que no, que el seguro no abarca hasta allá, pidió entonces que le prestaran el teléfono para solicitar los servicios que necesitaba y tampoco le prestaron el teléfono, por lo que se vieron obligados a llamar a casa.
Nosotros pedimos la grúa y fuimos hasta allá por ellos y de ahí nos transportamos a Cruz Roja de Torreón para que revisaran a mis familiares, gracias a Dios sólo fueron golpes leves y un gran susto. Mil gracias a todas las personas que les prestaron ayuda Dios los bendiga.
¿Qué hubiera pasado si la camioneta se hubiese volcado, y mi familia hubiera resultado gravemente herida? Ahorita estuviera relatando sus funerales gracias a la valiosa y lindísima cooperación de las personas de caseta.
Angélica Sánchez,
Torreón, Coahuila.
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LA TELEFONISTA DEL 066
Hablo y hablo al 066 y nunca contestan, hace días llamé y sí me contestaron, les di un reporte que por aquí en la esquina estaban vendiendo de todo y me dijo que iba a pasar mi reporte, pero cuál fue mi sorpresa que tardé en colgar el teléfono y escuché que decía: “Otro buey que se mete en lo que no le importa”, le hablé y le hablé para reclamarle y ya no me contestó, le volví a marcar para reclamarle y me dijo que ella apenas había entrado, ¡que barbaridad!
A. Murillo,
Torreón, Coahuila.