POLICÍA: ¿SEGURIDAD O INSEGURIDAD?
Quiero expresar mi ira e inconformidad por el atentado infringido a mi hijo por la Policía Municipal; el hecho ocurrió en la madrugada para amanecer el domingo 16 de noviembre del presente año en las calles de la colonia Ampliación la Rosita de donde soy vecino.
A mi hijo se le marcó el alto y debido a su juventud, inexperiencia y temor no se paró, iniciándose la persecución y disparándosele con arma de fuego, una vez detenido es esposado y se le rocía un gas lacrimógeno en la cara, para posteriormente recibir una salvaje golpiza, en lugar de seguir con el procedimiento de Ley de remitirlo a los separos por desacato.
Habiéndosele dañado tanto física como psicológicamente, ya que temiendo por su integridad y la de la familia se negó a declarar cuando el Ministerio Público lo interrogó en el hospital, recibió una salvaje golpiza por parte de los agentes al tenerlo ya esposado y después de rociarle un gas lacrimógeno en los ojos y el rostro, ocasionándole algunas fracturas de costillas, lesionándole el pulmón derecho y ocasionándole un neumotórax a tensión, lo cual puso en peligro su vida, en vez de llevarlo a recibir atención médica, al darse cuenta de que se les había pasado la mano, es entregado a una patrulla de Vialidad mismos que también infringen la Ley, ya que en lugar de detenerlo o llevarlo a recibir atención médica, le prestaron una tarjeta de teléfono para que me hablara (ya que la Policía le había robado su dinero y el celular que se le acababa de comprar), entonces llorando y apenas pudiendo hablar por la lesión pulmonar, me dice que la patrulla de Vialidad le pide mil pesos para dejarlo ir, extorsionándome para que me lo entreguen, me es dado, en una calle oscura por la calzada División del Norte a un lado de la Soriana que está en bulevar Revolución.
Una vez que lo veo en la luz y me explica las penalidades sufridas, y apreciando que apenas puede respirar inmediatamente acudimos a recibir atención médica, alcanzando apenas a llegar al hospital sufriendo casi un paro cardiorrespiratorio secundario al neumotórax a tensión en el momento en que recibía atención médica.
Afortunadamente su juventud y fortaleza le permitió salir adelante y ya está en casa fuera de peligro.
Pero no es justo que se pregona que el cuerpo policiaco ha cambiado cuando aún tiene costumbres bárbaras e irracionales.
¿De qué sirven todos los anuncios y desplegados en los medios de comunicación, si se sigue con estas costumbres ancestrales?
¡A quién recurre entonces la sociedad!, ¿a la Policía que actúa de una manera irracional y salvaje?
¿Hasta cuándo debemos soportar hechos como éstos?
Fernando Salas,
Torreón, Coahuila.