La cantidad de desaparecidos ni siquiera ha podido ser cuantificada, a pesar de que hace 40 años de la matanza. Dicen los familiares que fueron obligados a firmar que las causas de la muerte fueron causas médicas.
VERSIÓN
A 40 años de la matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, todavía hay versiones encontradas en cuanto a las causas que detonaron este hecho.
Durango. Se calcula que fueron entre 300 y 500 muertos, se estiman seis mil detenidos y una cantidad indeterminada todavía de desaparecidos. A 40 años de la matanza en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco todavía hay versiones encontradas que difieren de las causas que llevaron al Ejército a abrir fuego contra la muchedumbre; un ex militar y testigo presencial que prefirió mantenerse en el anonimato comentó para El Siglo de Durango algunos detalles de aquella noche que forma parte de uno de los capítulos más oscuros de la historia de México, aunque fue contundente al sentenciar que “fue la mejor solución que se pudo tomar”.
Violencia incontrolable. Detalló que en las congregaciones previas de los estudiantes se registraban robos y asaltos, ante la incapacidad de las autoridades capitalinas para controlar la situación. Entre los manifestantes se fueron infiltrando guerrilleros centroamericanos cuyo propósito era el de provocar e incitar a la violencia, por lo que la situación se hacía más apremiante para controlarlos pero ya la única fuerza capaz de lograrlo era el Ejército, pero que anteriormente no había intervenido.
Estrategia completa. El testigo confirmó que el entonces presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, no se encontraba en la capital del país pero que tuvo que haber sido quien dio la orden de controlar a toda costa el movimiento que cada vez cobraba más fuerza. Los elementos del Ejército fueron llegando a Tlatelolco desde temprana hora y ya para las 11:00 de la mañana cada agente ocupaba su posición.
Los disparos comenzaron ya cerca del anochecer, pero el testigo afirma que el Ejército lo único que hizo fue repeler la agresión de los estudiantes, al haber sido éstos quienes atacaron primero. “Eran una bola de revoltosos, lo que se necesitaba era terminar con eso porque se preparaba un golpe de Estado”. Los estudiantes no accedieron al control y fue donde se desencadenó el desorden. Reconoció que no fueron cientos de muertos esa noche, “fueron miles”, pero que no había ni familias y tampoco niños, “eran puros estudiantes que querían desestabilizar la paz de la nación. Ése ya era un complot”.
Decisión correcta. “¿Se le pasó la mano al Ejército?”, se le preguntó al ex militar, a lo que contestó tajantemente: “no, el Ejército actuó como debe de ser”. Sobre los detenidos dijo que tal vez estén muertos o que quizá todavía estén recluidos en centros penitenciarios, y sobre los cadáveres, que terminaron en una fosa común. “Fue la única solución y fue la ideal”, concluyó.
Juan Manuel Cárdenas
El Siglo de Durango
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El testigo afirma que nunca se imaginaron las dimensiones que cobraría la noticia de la matanza en todo el mundo social, cultural, histórica y económicamente hablando. Pero se justificó porque los comercios en la capital del país ya no abrían por temor a ser asaltados y saqueados.
La efectividad de la medida empleada se plasma en que a partir de entonces se sofocaron los hechos violentos ocasionados por estudiantes, a quienes se les encontraron algunas armas aunque fueron pocas, principalmente consistían en palos y pistolas de bajo calibre, dijo.
Estudiantes exigían sus derechos
Durango. Algunos archivos históricos afirman que las movilizaciones llegaron a agrupar a más de 180 mil personas, la matanza del 2 de octubre de 1968 fue antecedida por una serie de enfrentamientos cuyo nivel de violencia fue en incremento. El 18 de septiembre de ese mismo año el Ejército ocupó algunas instituciones de educación superior, para ese entonces la cifra de detenidos superaba los mil 600. Las exigencias de los estudiantes durante ese mitin del 2 de octubre eran: la derogación de un artículo del Código Penal, el llamado delito de opinión, la libertad de varios presos políticos, la destitución del jefe de la Policía y el diálogo público entre ellos y el Gobierno sobre la represión, las detenciones y denunciaban la existencia de secuestrados y desaparecidos.