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‘Fuimos torturados y humillados’

Comandante José Antonio Madera

Comandante José Antonio Madera

Luis Morales El Siglo de Torreón

Policías municipales que se enfrentaron a agentes federales el lunes pasado, hablan de los hechos desde la cárcel.

Tortura y vejación sufrieron los 35 policías de Torreón detenidos por agentes de la Policía Federal luego de un tiroteo el lunes en el ejido San Miguel. Los policías hablaron desde su encierro, señalan que policías federales montaron la detención inicial de los patrulleros que supuestamente protegían a traficantes y manipularon un interrogatorio para incriminar a los agentes con el narco.

Con golpes visibles a 5 días del tormento, los policías alzan la voz. Algunos agentes tienen los ojos morados de culatazos, otros muestran la silueta de los cañones de las armas en el tórax y la espalda. La piel amoratada es la constancia de los puñetazos y patadas que usaron en la “técnica” de detención.

Entre las rejas del Cereso las revelaciones de los policías son el otro lado de la moneda. Los agentes acusados de corruptos tienen la oportunidad de hablar y quieren ser escuchados. Piden justicia.

TEMOR SEMBRADO

Yesenia Montes Martínez, embarazada de dos meses, es una de las tres mujeres policía que fueron golpeadas hasta el cansancio por agentes federales. “Nosotros íbamos a un auxilio, no sabíamos de qué se trataba, pero cuando vimos que los federales disparaban nos dimos vuelta y siguieron disparando por la espalda. Me dieron y le dije a mi compañero que se detuviera”, dice.

Herida, a Yesenia la bajó un federal tirando de su cabello, de nada sirvió que gritara que estaba embarazada, las patadas iban una tras otra en todo el cuerpo. Yesenia tiene dos meses de embarazo, el mismo tiempo que tiene de patrullera luego de que se graduó de la Academia de Policía.

A pesar de que después la revisaron los médicos, Yesenia tiene sangrado. La mujer estuvo boca abajo por 7 horas y dice: “los federales se burlaban, decían que cómo pensamos que los íbamos a combatir, no pudimos defendernos, luego ya no me daban patadas y me mandaron al hospital”.

Para Yesenia era increíble que los policías federales los agredieran, “cómo si somos de los mismos, nunca me imaginé que nos iban a disparar”, Yesenia duda un poco antes de responder que al salir de su encierro volverá a ser policía, “ahora si veo a los federales en la calle, mejor huirles o a ver qué”.

DETENCIÓN MONTADA

Marco Antonio Martínez Ravelo, de 25 años, es uno de los patrulleros de la unidad 35420, la misma que según el reporte de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal alertó a unos presuntos traficantes para que huyeran de los federales la madrugada del lunes en la colonia Nueva California. “La detención fue montada”, dice.

Con tres años en la corporación, Marco dice que patrullaba su sector en la colonia Nuevo Torreón y al transitar por la Saltillo 400 y Ocampo, vio por el retrovisor tres patrullas de federales con sirena prendida y alta velocidad. El agente se orilló, pero los federales les cerraron el paso. Con insultos los bajaron de la unidad a la vez que los encañonaban y les ordenaron que tuvieran las manos arriba para desarmarlos, “no se muevan o van a valer madre”, fue la clara instrucción.

Con Marco iba Carlos Leija Soto, quien también fue incriminado a nivel nacional por el subsecretario Facundo Rosas Rosas, al relacionarlos por protección al narco sin que mediara una declaración ministerial. Marco dice que a Carlos lo subieron en una patrulla federal y le ordenaron que los siguiera por la Ocampo, luego por Ramón Méndez, después por Diagonal Reforma hasta la Juárez, luego a la Calzada México vuelta a la izquierda hasta a la Allende y se detienen en la Xochimilco.

“Ahí nos bajan, se acerca un federal y me tira los lentes, le pido permiso para levantarlos y los pisa, me golpea y nos suben a la caja de la patrulla con los ojos tapados, luego me trasladan a la que luego supe que era su base”. Marco agrega que a su patrulla le falle el micrófono y el alta voz, no sabe que el micro es parte fundamental de su acusación.

Ya en San Miguel, Marco escucha comentarios despectivos que anuncian el altercado, “hay como 20 pinches municipalitos afuera”, “jefe, no más dé la orden para matarlos”, “a poco creen que con sus pistolas ‘cacahuateras’ nos van hacer frente”.

En un cuarto Marco fue torturado, golpes, culatazos y cañonazos doblaban su cuerpo. Si se quejaba la dosis era doble, durante los golpes lo aleccionaron, le dijeron lo que tenía que declarar “pensé que ahí mi iban a matar”, dice Marco.

“ÉSTE YA VALIÓ MADRE”

La muerte estuvo cerca. Tanto que la sintió a un lado, tanto que el cuerpo inerte de su compañero lo dejó atónito, tan cerca que una bala le rozó el brazo izquierdo, José Antonio Madera Miranda de 35 años, segundo comandante del sector centro, platica cómo vio de frente la lluvia de balas de los agentes federales que terminó con la vida del patrullero César Moreno Valero.

“Íbamos en la patrulla 35469 a un apoyo, ni siquiera sabíamos que hubo una fricción entre federales y nosotros, sólo era un apoyo al Instituto. Cuando pasamos la puerta de Torreón vimos tres patrullas con torreta encendida que se aproximaban, yo pensé, ‘ya se acabó la emergencia, ahí vienen los compañeros’, pero ya cerca vi que eran federales y nos disparaban”, dice el comandante Madera.

Ahí empezó la cacería. “Mi compañero (César) reaccionó y tratando de evitar la agresión se dio un giro de reversa, nos siguieron disparando, nos rodearon por la izquierda y disparando, César perdió el control, lo impactaron y luego chocó, se recargó arriba de mí y me di cuenta que estaba muerto, hasta que saqué las manos por la ventana dejaron de disparar”, dice.

Ni César ni Madera pudieron accionar sus armas de cargo, las “cacahuateras” que dicen los federales al referirse al revólver 38 especial que tiene una granada para sólo seis tiros, seis “cacahuates” como ellos dicen. “Me bajaron a golpes, les dije que estaba herido y no les importó, un federal se asomó a la patrulla y dijo: ‘llévatelo, porque éste ya valió madre’”.

INTERROGATORIO MANIPULADO

Además del trauma que implicó la muerte de su compañero César Moreno, al comandante Madera le tocó participar de un interrogatorio manipulado por federales, que grababan sus preguntas en video y pausaban hasta que mediante tortura, obtenían la respuesta “correcta”.

“Cuánto ganas”, era la pregunta reiterada. “El municipio me paga...” y un golpe interrumpía. “No te dije quién te paga, no me digas quién te paga, sólo cuánto ganas”, reprendía el entrevistador. Los golpes siguieron hasta que se grabó la respuesta. “Son cinco mil 700 pesos a la quincena por mi grado de segundo comandante”.

Las respuestas al interrogatorio pudieron servir de base para la información que horas después hizo pública a nivel nacional el subsecretario de la SSP, Facundo Rosas, al asegurar sin declaración ministerial previa, que los municipales recibían pagos de entre 2 mil y 10 mil pesos mensuales por supuesta protección al narcotráfico y que dejó por los suelos la imagen de la Policía de Torreón.

El destino orilló al comandante Madera a estar junto al oficial César al momento de su muerte. Una hora antes de la lluvia de balas su patrulla, la unidad 35604, se descompuso y en la calle Donato Guerra una grúa la remolcó. “Le hablé al oficial para continuar el patrullaje con él”, dice el comandante y agrega: “ahora todo es confuso, no siento coraje, no siento miedo, tal vez impotencia, soy policía y no tengo otro trabajo, es lo que me gusta y lo voy hacer”, dice el jefe policiaco con casi 17 años de servicio.

“ME DESNUDARON... ME TOCARON”

Su condición de mujer la dejó vulnerable. Las marcadas curvas de su cuerpo por los dos meses de embarazo fueron objeto de lascivas manos. Emilene García Salazar dijo que luego de los golpes y patadas, la metieron en un cuarto donde le taparon el rostro y los federales la desnudaron para “revisarla”. “Me tocaron.. ellos me tocaron”, dice.

Al momento de su detención, su camisa amarilla del uniforme sobresalía de las azules de sus compañeros, los federales pensaron que era una comandante. La camisa amarilla es la oficial de los agentes del Escuadrón Ciclista.

Emilene iba en la patrulla 35576. Estaba afuera de San Miguel cuando dice que los federales abrieron fuego y ordenando que todos se tiraran al suelo. Emilene tuvo miedo y por instinto corrió. Del cabello la trenzó un federal que la dejó en el suelo y luego a rastras la obligaba a ponerse en pie.

“Les gritaba que estaba embarazada, pero me seguían golpeando, uno dijo ‘al cabo que no es mío” y seguían los golpes”. La llevaron a la explanada del Instituto Superior de Estudios de Seguridad Pública de Coahuila donde la tiraron boca abajo y el federal todavía le brincaba en la espalda.

Socavada terminó Emilene. Cuando estaba desnuda ante los policías federales sabía que la estaban grabando y tomando fotografías con los teléfonos celulares. Los improperios brotaban de la boca de los federales, “qué se me hacen que entre todos te vamos a violar”, dijo un federal cuando estaban los tocamientos, Emilene no podía más.

“A ésta por ser comandanta y tener ocho años en la corporación le vamos a dar trato especial, la vamos a tratar como perra, te vamos a mandar a México”, dijo en voz alta un policía federal delante de Emilene quien dice que sólo pensaba en sus tres hijos menores de edad.

Emilene dice que también le hicieron firmar hojas en blanco, no sabe para que fin, pero supone que nada bueno. La mujer fue enviada a un hospital. Le aplicaron un ultrasonido y parece que está bien.

Los cuatro policías de Torreón están en el Cereso y confían en su defensa. Los cuatro policías contaron algo de lo que vivieron el 8 de septiembre en San Miguel. Sus 31 compañeros seguro tienen más qué contar, pero esto será contemplado en el proceso, en el que esperan lograr su libertad pronto.

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